El extraño escándalo que sacude la cooperación entre EE.UU. y Rusia en el espacio
Por qué la anexión de Crimea, Elon Musk y un agujero de 2 milímetros en una nave espacial rusa están provocando roces entre Estados Unidos y Vladimir Putin
En 1975, la nave espacial estadounidense Apolo y el Soyuz ruso se encontraron en el espacio. Los miembros de la tripulación se dieron la mano, cocinaron y realizaron experimentos científicos conjuntos. Fue una señal de que, en el espacio, a pesar de las tensiones entre las dos naciones en la Tierra, las cosas podían ser diferentes.
Esos días parecen haber quedado atrás, ya que un extraño escándalo relacionado con un agujero de 2 milímetros en una nave rusa anclada en la Estación Espacial Internacional en 2018 y los rumores de examantes resentidos están sacudiendo la cooperación espacial internacional y sacaron a la luz las tensiones que han perdurado durante años.
A finales de este mes de noviembre, la agencia espacial rusa Roscosmos anunció que había completado una investigación sobre una fisura de 2 milímetros a bordo del Soyuz MS-09 estacionado en la EEI en 2018, y que había remitido sus conclusiones, que no son públicas, a las autoridades judiciales para que sopesaran posibles cargos.
La fisura, que fue reparada sin que ningún miembro de la tripulación resultara herido, supuso una gran vergüenza para los rusos, y desde entonces se han extendido los rumores en los medios de comunicación rusos de que una astronauta descontenta de la NASA hizo intencionalmente el agujero, acusaciones que la agencia espacial estadounidense niega enérgicamente.
En abril, la agencia estatal de noticias rusa TASS publicó las acusaciones de un funcionario espacial ruso anónimo de que la astronauta de la NASA Serena Auñón-Chancellor había hecho intencionalmente el agujero debido a una “crisis psicológica aguda” a bordo de la EEI y por querer volver a casa.
Recientemente, la publicación rusa RIA Novosti reportó rumores de que la exploradora de la NASA podría haber perforado intencionalmente el agujero “debido al estrés tras una relación romántica infructuosa con otro miembro de la tripulación”, informó Ars Technica.
La NASA, por su parte, dice que nada de esto es cierto ni posible, porque conocía la ubicación exacta de todos sus astronautas cuando comenzó la fuga, y ningún personal estadounidense estaba cerca del compartimento ruso en la estación espacial.
“Estos ataques son falsos y carecen de toda credibilidad”, declaró el administrador de la NASA, Bill Nelson, en un comunicado. “Apoyo plenamente a Serena y respaldo a todos nuestros astronautas”.
La agencia espacial rusa dijo en 2019 que descubrió el origen de la fisura, pero no quiso hacer públicas sus conclusiones.
Estados Unidos y Rusia han cooperado cordialmente en el espacio y a bordo de la EEI durante años, y los funcionarios renovaron recientemente los acuerdos para seguir haciéndolo hasta 2030, pero las relaciones se han deteriorado mucho en la última década.
Las cosas empezaron a agriarse en 2014, cuando Rusia se anexó Crimea de Ucrania, y Estados Unidos respondió sancionando a varios funcionarios rusos y dejando a Vladimir Putin fuera de ciertos foros internacionales. Las sanciones incluían límites a la industria rusa, lo que dificultaba el sector espacial del país.
Dmitry Rogozin, entonces vice primer ministro de Defensa de Putin, fue uno de los sancionados durante la crisis de Crimea, y ahora dirige Roscosmos.
Poco después de que se descubriera la fisura en la EEI, Rogozin alimentó las especulaciones de que podría haber sido un sabotaje, en lugar de la probable explicación de que se tratara de un defecto de fabricación.
“¿Qué fue? ¿Un defecto o actos intencionados? ¿Dónde se llevaron a cabo estos actos? ¿En la Tierra o ya en la órbita?”, preguntó en 2018. “Sin embargo, insisto, no descartamos nada”.
También ha habido otras cuestiones, por ejemplo, la amenaza que SpaceX de Elon Musk representa para el control que tienen los rusos en el transporte hacia la EEI, con un costo de US$80 millones por asiento, o las diferencias de opinión sobre cómo continuar la exploración lunar que han formado dos bloques: de un lado Rusia y China, del otro Estados Unidos y algunos otros países.
En noviembre, Rusia provocó que los astronautas de la EEI se apuraran en regresar a sus naves espaciales cuando su prueba de un misil antisatélite generó 1.500 pedazos de escombro que salieron expulsados hacia órbita, lo cual podría amenazar a los satélites de comunicaciones y cartografía, así como a los astronautas.
“Rusia ha demostrado un desprecio deliberado por la seguridad, la protección, la estabilidad y la sostenibilidad a largo plazo del dominio espacial para todas las naciones”, declaró entonces el general James Dickinson, comandante del Mando Espacial de Estados Unidos, y aseguró que la prueba creó residuos que “supondrán una amenaza para las actividades en el espacio exterior durante los próximos años, y pondrán en peligro los satélites y las misiones espaciales, además de obligar a realizar más maniobras para evitar colisiones. Las actividades espaciales apuntalan nuestra forma de vida y este tipo de comportamiento es simplemente irresponsable”.
En conjunto, estos acontecimientos parecen representar el fin de una era.
“No vamos a ver el mismo nivel de cooperación entre Estados Unidos y Rusia, en comparación con lo que vimos en la década de 1990... cuando Rusia estaba en quiebra, pasando por una catástrofe económica después del colapso del bloque soviético y estaba desesperada”, explicó para Axios el experto en política espacial Bleddyn Bowen.
El jefe espacial ruso ve las cosas de otra manera.
“Esta es una familia, y dentro de una estación el divorcio es imposible”, afirmó Dmitry Rogozin para CNN en septiembre.
Pero incluso las familias pueden distanciarse, y no hay mayores distancias que las que se dan en el espacio.