Los Carter y los King formaron una alianza para las relaciones raciales
Jimmy Carter tiene ahora 98 años y recibe cuidados paliativos
La voz de Martin Luther King padre, un tenor melódico como su hijo asesinado, resonó en el Madison Square Garden y apaciguó a los demócratas estridentes que habían nominado a su amigo y coterráneo de Georgia para la presidencia.
“Sin duda que el Señor envió a Jimmy Carter para que saliera y trajera a Estados Unidos de regreso a donde pertenece”, dijo el venerado pastor negro mientras el nominado sonreía detrás de él. “Estoy con él. Ustedes también lo están. Déjenme decirles: debemos cerrar filas ahora”.
Carter luego compartió un momento con Coretta Scott King, estrechando las manos y mirando a los ojos a la enviudada primera dama del Movimiento por los Derechos Civiles mientras sus hijos observaban.
Para los King, clausurar la convención de 1976 reafirmó su alcance continuo —y su pragmatismo— ocho años después de que Martin Luther King Jr. fuera asesinado. Para Carter, marcó la evolución de un político blanco de la antigua Confederación: como líder local y senador estatal que aspiraba a más, en su mayor parte había evitado asumir posturas controvertidas durante la era de la lucha por los derechos civiles. En todos sus años en Atlanta, nunca conoció al líder del movimiento.
“Carter nunca hizo nada racista. Pero no participó”, dijo el biógrafo Jonathan Alter. “Y King estaba justo allí”.
Sin embargo, la alianza que Carter forjó más tarde con la familia King perduró a medida que se convirtió en gobernador, presidente y humanitario mundial que promovió la igualdad racial y el respeto a los derechos humanos.
“Fue uno de los pocos presidentes que realmente abogó por la comunidad negra a partir de una pureza de corazón”, dijo la reverenda Bernice King, que dirige el Centro King que fundó su madre.
Carter, quien ahora tiene 98 años, recibe cuidados paliativos en la pequeña localidad de Plains, Georgia. King, quien sólo tenía 39 años cuando fue asesinado a tiros en 1968, tendría 94.
Sin duda, King hubiera ampliado su propio legado si hubiera tenido una vida más larga —después de las victorias por los derechos civiles de los estadounidenses negros centró su atención en desafiar al militarismo occidental y al capitalismo rapaz—, y no hay manera de saber qué tipo de relación podría haber tenido King con Carter una vez que el demócrata de Georgia llegó a la presidencia.
Lo que sí ocurrió fue que Carter usó las décadas más visibles de su vida pública para reflejar los valores de King y con frecuencia su discurso, al tiempo que desempeñó un papel central en la conmemoración de King como ícono estadounidense.
Carter abrió los contratos gubernamentales a empresas que eran propiedad de negros y nombró a un número récord de ciudadanos negros para puestos ejecutivos y judiciales. Canalizó más dinero público a las universidades históricamente negras y se opuso a conceder exenciones de impuestos a las escuelas privadas donde se discriminaba. Hizo eco del énfasis de King en la paz, y mucho después de su presidencia expresó con orgullo que él nunca inició una guerra.
Carter citó a muchos de los mismos teólogos que King citó durante su resistencia no violenta, y en 2002 ganó el Premio Nobel de la Paz, que King ya había ganado. Como expresidente, Carter dio seguimiento a las observaciones económicas posteriores de King, y declaró que Estados Unidos era una oligarquía —en lugar de una democracia en funcionamiento pleno— debido a la desigualdad de la riqueza y el dinero en la política.
Ese historial, le dijo Bernice King a The Associated Press, consolida a Carter como una figura “valiente” y “de principios” que construyó sobre el trabajo de su padre y mantuvo relaciones “genuinas” con su madre y su abuelo.
Jimmy y Rosalynn Carter recibieron a los King en la Casa Blanca con el fin de para entregarle a Coretta la Medalla Presidencial de la Libertad en forma póstuma para su esposo, lo que lo convirtió en uno de los pocos estadounidenses negros en recibir el honor civil más alto de la nación hasta ese momento. Carter ayudó a establecer conmemoraciones gubernamentales por el cumpleaños de King, y habilitó el sitio histórico federal que abarca el sitio de nacimiento de King, el lugar de su entierro y la Iglesia Bautista Ebenezer de la familia.
El expresidente incluso se desempeñó como mediador privado para los hijos de King, ayudando a resolver una prolongada disputa sobre el patrimonio de sus padres. “Aprecio sus labores” para poner fin a la pelea tan publicitada, dijo Bernice King.
Con apenas 5 años cuando mataron a su padre, la menor de los King dijo que no “sabe con certeza” cuándo comenzó la amistad entre las familias. Cree que su madre dio el primer paso después de que Carter se convirtiera en gobernador de Georgia, en 1971.
“Mi madre era el tipo de líder que se aseguraba de contactar a las personas que creía podían ayudarla en el trabajo que realizaba para dar continuidad al legado de mi padre”, dijo King.
Antes de que Carter llegara a la gobernación no había sido obvio que pudiera ser un socio de ese tipo.
Durante el apogeo del Movimiento por los Derechos Civiles, mientras Martin Luther King Jr. trabajaba con el presidente Lyndon Johnson en la Ley de Derechos Civiles y la Ley de Derecho al Voto, Carter fue senador estatal por un solo período. Respaldó la elección de Johnson en 1964 y nunca se alineó con sus colegas segregacionistas en Atlanta, pero Carter no se pronunció en favor de las leyes federales durante sus dos campañas para gobernador, ni se presentó en Ebenezer, ubicada a sólo unas cuadras del Capitolio de Georgia.
Cuando King fue asesinado, Carter no asistió al funeral. En 1970 ganó la contienda por la gobernación como demócrata conservador, evitando hacer menciones explícitas sobre la raza, y a la vez asegurándole a los votantes que en general él prefería el “control local” por encima de la intervención federal.
Una “campaña de eufemismos”, la llamó Alter.
Después, en su investidura, Carter, de 46 años, emitió un edicto sorpresa: “El tiempo de la discriminación racial ha terminado”.
Bernice King evaluó su declaración como “muy profunda en esa época”.
Pocos años después, Carter estuvo con la familia King en el Capitolio de Georgia cuando Coretta develó un retrato de King, mientras miembros del Ku Klux Klan protestaban afuera.
A King padre no se le dificultó conciliar las maniobras anteriores de Carter antes de llegar al puesto de gobernador.
“Él nunca había sido caracterizado como un legislador ‘cracker’ (blanco del sur), como lo habían sido tantos estadistas rurales”, escribió King padre en su autobiografía.
Dijo que Carter “logró una reputación inusual” entre los electores negros por su “disposición para reunirse con la gente y trabajar largas horas en los problemas y las necesidades”.
Tal atención le mostró el camino a los demócratas cuando los derechos al voto ampliados finalmente les permitieron a los electores negros ejercer su poder político. Desde entonces cada presidente demócrata ha dependido del fuerte apoyo de los negros para ganar la nominación y las elecciones generales. El presidente Joe Biden ha reconocido la dinámica al presionar al partido nacional para que coloque a estados con mayor diversidad en su población, incluido Georgia, en una etapa más temprana en el proceso de nominación.
Dejando a un lado los cálculos políticos, Bernice King dijo que su abuelo y Carter compartían una “afinidad verdadera” como dos bautistas criados en pueblos pequeños de Georgia. King padre alguna vez describió sus conversaciones como de “un chico campirano con otro”.
Carter visitó personalmente a King padre para pedirle su apoyo al comienzo de su campaña presidencial. Nunca un seguidor fiel de ningún partido, en un principio King padre le dijo a Carter que apoyaría su candidatura a la Casa Blanca sólo si el vicepresidente republicano Nelson Rockefeller no se postulaba nuevamente. El razonamiento de King para hacer esa afirmación era que la posibilidad de que Carter ganara era remota, mientras que Rockefeller, un liberal defensor de los derechos civiles, ya era un peso pesado en ese tema.
Cuando quedó claro que Rockefeller no sería el compañero de fórmula del presidente Gerald Ford en 1976, King respaldó a Carter. Fue un sello de aprobación invaluable para un gobernador blanco del sur de la misma generación que segregacionistas como George Wallace, de Alabama, y Lester Maddox, de Georgia.
King apoyó a Carter en las iglesias negras de todo el país y ante el cuerpo de la prensa nacional —compuesto casi exclusivamente por blancos—, particularmente después de que Carter dañara seriamente las discusiones sobre la política federal de vivienda al defender la “pureza étnica” en los vecindarios estadounidenses.
Carter intentó aclarar sus comentarios dando más explicaciones, y dijo que se “opondría con mucha firmeza y agresividad” a cualquier “exclusión de una familia por motivos de raza u origen étnico”, pero que aún consideraba “bueno mantener la homogeneidad de los vecindarios si ya han sido establecidos de esa manera”.
Carter terminó por disculparse.
Bernice King dijo que su abuelo consideró que las palabras que Carter había elegido eran “un error inocente”, e instó a los periodistas y a los votantes a ver los valores y el historial completo de Carter.
Durante la primera mitad de la larga vida de Carter, “tuvo que navegar en una sociedad, en una cultura en la que, como persona blanca, se esperaba que odiaras y vieras a los negros de una manera muy degradante”, dijo Bernice King. Al considerar la totalidad de su vida, agregó: “Creo que manejó eso muy bien”.
A lo largo del camino, Carter aprendió algo que los hermanos y primos King siempre comprendieron sobre su abuelo y su voz “estruendosa”.
“Cuando el abuelo abría la boca”, dijo Bernice King, “le ponías atención”.