Estados Unido: reubicación forzosa dejó a nativos americanos más expuestos a amenazas climáticas, muestran datos
Los colonos europeos y más tarde el gobierno de Estados Unidos empujaron a los pueblos indígenas a tierras marginales
Siglos de pérdida de tierras y reubicación forzosa han dejado a los nativos americanos significativamente más expuestos a los efectos del cambio climático, muestran nuevos datos, lo que se suma al debate sobre cómo abordar el cambio climático y la desigualdad racial en los Estados Unidos.
Los hallazgos, que tardaron siete años en compilarse y se publicaron el jueves en la revista Science, marcan la primera vez que los investigadores han podido cuantificar a gran escala lo que los nativos americanos han creído durante mucho tiempo que es cierto: que los colonos europeos y más tarde el gobierno de Estados Unidos empujaron a los pueblos indígenas a tierras marginales.
“El despojo histórico de tierras es un factor enorme que contribuye a la vulnerabilidad extrema al cambio climático de las tribus”, declaró Kyle Whyte, uno de los autores del estudio y profesor de la Universidad de Michigan, miembro de Citizen Potawatomi Nation.
Los nuevos datos llegan cuando Estados Unidos sufre olas de calor cada vez más severas, sequías, incendios forestales y otros desastres agravados por el calentamiento del planeta. Al demostrar que las acciones del gobierno han hecho que los nativos americanos estén más expuestos al cambio climático, detallan los autores, los datos refuerzan el argumento para intentar compensar ese daño, aunque sea de manera imperfecta.
“Esta no es solo una historia de los daños pasados”, dijo Justin Farrell, profesor de la Universidad de Yale y otro de los autores del estudio. "Tenemos que pensar en formas de recompensar esta historia".
Para medir los efectos de la migración forzada en la exposición climática, los autores reunieron una base de datos que muestra las bases históricas de tierras y la pérdida de tierras de 380 tribus individuales, basándose en datos de los propios registros de las naciones tribales, tratados de cesión de tierras y otros archivos federales. La mayoría de los datos abarcaron el período comprendido entre los años 1500 y 1800.
Luego, los autores compararon la cantidad de tierra que solían tener las tribus con las reservas actuales de cada una de ellas. En total, la cantidad de tierra se redujo en un 98.9%. En muchos casos, no fue posible la comparación: de las 380 tribus que examinaron, 160 no tienen una base territorial reconocida por el gobierno federal o estatal en la actualidad.
Pero para las 220 tribus restantes, los autores encontraron que sus tierras actuales, en promedio, tienen solo un 2.6% del tamaño de sus tierras históricas, una reducción promedio de 83 mil 131 millas cuadradas (215 mil 308 kilómetros cuadrados).
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Además de ocupar mucha menos tierra, la mayoría de las tribus fueron alejadas de sus tierras históricas. La distancia promedio entre tierras históricas y actuales fue de 149 millas (239 kilómetros); una tribu, los Kickapoo, se movió 849 millas (mil 366 kilómetros).
No solo las tribus fueron empujadas a tierras más pequeñas, lejos de su territorio original; esas áreas también tienen climas menos hospitalarios.
Los autores midieron la exposición al calor extremo tabulando el número promedio anual de días por encima de los 100 grados Fahrenheit (37.7 grados Celcius) entre 1971 y 2000 en las tierras actuales de cada tribu y luego haciendo lo mismo con las tierras históricas.
Descubrieron que, en general, las tierras actuales experimentan dos días adicionales de calor extremo cada año. Pero para algunas tribus, la diferencia es mucho mayor.
La tribu Mojave, cuya tierra actual está a lo largo del río Colorado, experimenta un promedio de 117 días por encima de los 100 grados Fahrenheit (37.7 grados Celcius) o 62 más que en sus tierras históricas.
La reserva Hopi, en el noreste de Arizona, registró 57 días por encima de los 100 grados Fahrenheit (37.7 grados Celcius) en promedio, en comparación con solo dos días en sus tierras históricas, que incluían terrenos más altos. Los Chemehuevi, a lo largo de la frontera de California y Arizona, experimentaron un promedio de 84 días de calor extremo cada año, 29 días más que en sus tierras históricas, que también incluían terrenos más altos.
Más calor extremo significa mayores costos de electricidad, según Brian McDonald, secretario-tesorero de la tribu indígena Chemehuevi. Aseguró que esos costos más altos son especialmente desafiantes porque muchos residentes tienen bajos ingresos.
El calor extremo aumenta los incentivos para que los miembros tribales abandonen su reserva y se trasladen a las ciudades, donde hay más acceso a espacios con aire acondicionado y más opciones de transporte para llegar a esos lugares, según Nikki Cooley, codirectora del Programa de Tribus y Cambio Climático en la Universidad del Norte de Arizona.
“En el pasado, solíamos ir a las tierras altas, donde teníamos nuestros campamentos de verano. Ahí es donde nos refrescamos”, señaló Cooley, quien es ciudadana de la Nación Diné (Navajo). "No tenemos eso, porque todas las comunidades de gran altitud están fuera de la reserva".
A medida que el calor aleja a los miembros tribales de sus comunidades, el resultado es una mayor erosión de la cultura y las lenguas indígenas, añadió Cooley.
"Estás desconectando su cordón umbilical, su vínculo con la tierra y con los ancianos, quienes probablemente no se mudarán con ellos a estas ubicaciones urbanas", indicó.
Los autores observaron la diferencia en otros tipos de vulnerabilidad climática. Descubrieron que otro cambio fue la lluvia: en las 220 tribus, la precipitación anual promedio fue casi una cuarta parte más baja en las tierras actuales que en las históricas.
Entre las tribus que reciben menos precipitaciones se encuentra el Pueblo de Laguna, cuyas tierras actuales se encuentran al oeste de Albuquerque, Nuevo México. Según los nuevos datos, la precipitación anual promedio en la tierra actual de la tribu es aproximadamente la mitad de lo que reciben sus tierras históricas.
Los miembros de la tribu incluyen a Deb Haaland, a quien el presidente Joe Biden designó como la primera nativa americana en dirigir el Departamento del Interior, que tiene la responsabilidad de las tierras tribales.
La oficina de Haaland rechazó una solicitud de entrevista sobre los pasos que ha tomado su agencia para hacer que las naciones tribales sean más resistentes a los efectos del cambio climático.
La representante Teresa Leger Fernández, presidenta del Subcomité de Pueblos Indígenas de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, elogió el proyecto de ley de infraestructura que ha impulsado Biden, que incluye 216 millones de dólares para la resiliencia climática y la adaptación de las naciones tribales.
Más de la mitad de ese dinero, 130 millones de dólares, se destinaría a la “reubicación de la comunidad”, ayudando a los indígenas estadounidenses a salir de las zonas peligrosas.
"Eso no es suficiente. Pero es más de lo que hemos recibido”, dijo Leger Fernández.
The New York Times