El Pentágono cierra la instalación de tanques de combustible de Hawái que dejó 6.000 enfermos
La instalación había filtrado petróleo en el agua potable de Pearl Harbor
El Pentágono decidió cerrar definitivamente una gran instalación de tanques de combustible en Hawái que había enfermado a miles de personas.
La instalación había vertido petróleo en el agua potable de Pearl Harbor y había dejado a más de 6.000 personas enfermas, reportó AP.
La decisión fue tomada por el Secretario de Defensa Lloyd Austin el lunes.
Se basó en una evaluación del Pentágono, pero también en una orden del Departamento de Salud de Hawái para vaciar el combustible de los tanques de la Instalación de Almacenamiento de Combustible a Granel de Red Hill, que apoya las operaciones militares de EE.UU. en el Pacífico.
Los tanques, construidos en la ladera de una montaña durante la Segunda Guerra Mundial para protegerlos de los ataques enemigos, se habían filtrado a un pozo de agua potable y habían contaminado el agua de las casas y oficinas de Pearl Harbor. Red Hill tiene capacidad para hasta 250 millones de galones (1.137 millones de litros) de combustible.
Cerca de 6.000 personas, en su mayoría residentes en viviendas militares de la Base Conjunta Pearl Harbor-Hickam o de sus alrededores, enfermaron y buscaron tratamiento para náuseas, dolores de cabeza, erupciones en la piel y otras dolencias.
Unas 4.000 familias de militares se vieron obligadas a abandonar sus casas y están en hoteles.
También ha suscitado la preocupación por la calidad del agua dulce de la más amplia Oahu, la isla más poblada de Hawái. La isla cuenta con un sistema de tanques envejecido que se asienta sobre un acuífero que suministra agua potable a la mayor parte de la isla y tiene un historial de fugas.
Aunque el problema se está solucionando ahora, muchos dicen que profundizó una desconfianza en el ejército que se remonta al menos a 1893, cuando un grupo de empresarios estadounidenses, con el apoyo de los oficiales de la Marina de EE.UU., derrocó al reino hawaiano.
Más recientemente, los nativos hawaianos lucharon para detener los bombardeos de prácticas de tiro en la isla de Kahoolawe y en el valle de Makua, al oeste de Oahu.
“El ejército tiene un largo historial de mala administración de los recursos naturales y culturales de Hawái”, declaró a AP Carmen Hulu Lindsey, presidenta del consejo de administración de la Oficina de Asuntos Hawaianos.
“Una y otra vez se ha dejado al pueblo de Hawái la tarea de limpiar después de que los militares asolaran nuestras tierras sagradas -desde municiones sin explotar y residuos tóxicos hasta la pérdida de lugares culturales e históricos y especies en peligro de extinción- sin ni siquiera asignar recursos para financiar estos esfuerzos”.
Para algunos, la contaminación del agua fue la gota que colmó el vaso.
La crisis ha “destrozado la confianza de la gente en el ejército”, afirmó Kawenaʻulaokalā Kapahua, estudiante de doctorado en ciencias políticas de los nativos hawaianos y una de las activistas que presionaron para cerrar las instalaciones del tanque.
“Creo que esto está llevando a la gente al límite porque todos necesitamos agua para vivir”, señaló Kapahua. “Y considero que es un pensamiento muy aterrador para la gente que sus hijos o sus nietos nunca puedan beber el agua que sale de la llave”.
AP contribuyó a este reporte