Pandemia vuelve a exigir el máximo de hospitales y personal médico en España
Los hospitales y sus trabajadores han vuelto a ser exigidos al máximo en Madrid, donde el creciente número de pacientes con COVID-19 en septiembre, provocó que se colocaran camas de terapia intensiva en gimnasios y quirófanos.
Con rapidez y determinación, las enfermeras, médicos y cuidadores entraban y salían de habitaciones aisladas con camas conectadas a tubos, cables y monitores. La cadencia de los pitidos sirve como música de fondo durante su jornada laboral, acompañada por un constante parloteo y el chasquido que hacen los guantes de goma cuando el personal se los quita al terminar su turno.
Es otro día en la unidad de terapia intensiva del Hospital Universitario de Torrejón, ubicado en las afueras de la capital española, que hasta ahora ha visto lo peor segunda ola de la pandemia. Sin embargo, el personal del hospital se considera afortunado: A pesar de tener que añadir nueve camas de cuidados intensivos a las habituales 16, el hospital no ha tenido que posponer el tratamiento de ningún otro paciente.
Muchos otros en la región sí lo han hecho.
Los hospitales y sus trabajadores han vuelto a ser exigidos al máximo en Madrid, donde el creciente número de pacientes con COVID-19 en septiembre provocó que se colocaran camas de terapia intensiva en gimnasios y quirófanos. Pero a medida que la cantidad de pacientes nuevos comenzó a disminuir la semana pasada, los profesionales de la salud están consternados por lo que ven como una aceptación oficial de que la situación está lejos de ser normal.
“No puede ser que sigamos en una dinámica de ola y confinamiento, ola y confinamiento, nueva ola en invierno y nuevo confinamiento en invierno”, dijo Carlos Velayos, médico de terapia intensiva que ha visto una ligera disminución en los pacientes nuevos con síntomas relacionados con el coronavirus que llegan al Hospital Universitario de Fuenlabrada, también ubicado en los suburbios de Madrid.
En la cresta de la primera ola, las unidades de terapia intensiva se rindieron ante la prisa, la desesperación e incluso la falta de pistas sobre qué hacer. Ahora, una maquinaría bien preparada salva algunas vidas y pierde otras ante el COVID-19, pero sin la atmósfera del fin del mundo que prevalecía en marzo y abril.
“Ya no es como estar en un hospital de campaña”, comentó Velayos. “Pero la realidad es que estamos trabajando muy por encima de nuestra capacidad normal... es una situación absolutamente excepcional ya a la que no deberíamos haber llegado”, añadió.
Mientras muchos profesionales siguen asimilando el impacto emocional de la primera ola, ahora tienen problemas para entender la razón por la que España no se ha preparado mejor para nuevos brotes del virus que ha infectado a más de 825.000 personas en la nación europea y ha matado a por lo menos 32.000.
El tratamiento ha mejorado, aunque el tiempo que los pacientes con COVID-19 pasan en terapia intensiva sigue siendo de semanas o incluso meses, tomando recursos hospitalarios sumamente necesarios, comentó la doctora María José García Navarro, directora del Hospital Universitario de Torrejón, donde de momento 49 pacientes son atendidos, 35 en camas regulares y 14 en cuidados intensivos.
Aunque las estadísticas oficiales de España muestran que la velocidad de los casos nuevos está disminuyendo —la tasa de infecciones de dos semanas por cada 100.000 habitantes ha bajado de 294 casos el 29 de septiembre a 273 el martes— los funcionarios y expertos advirtieron no ser complacientes. Siete meses después de que empezó la pandemia, el país no ha optimizado el reporte de las estadísticas de COVID-19.
A nivel nacional, las admisiones hospitalarias han ido al alza, lenta pero constantemente. Según los últimos datos oficiales disponibles, más del 9% de las camas regulares y más del 17% de las camas en unidades de terapia intensiva están destinadas al tratamiento de pacientes con COVID-19 a nivel nacional, aunque la situación es mucho peor en las zonas más afectadas.
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Parra informó desde Madrid.