Un profesor de Harvard cree haber encontrado fragmentos de una nave extraterrestre en el fondo del Pacífico
A raíz de una búsqueda arriesgada en aguas profundas, se han encontrado diminutos fragmentos de un misterioso meteorito que se estrelló contra la Tierra en 2014. El ‘cazador de extraterrestres de Harvard’ le explica a Bevan Hurley que el hallazgo puede ser evidencia de una civilización extraterrestre avanzada que visitó la Tierra
Después de pasar años estudiando los cielos nocturnos en busca de signos de vida extraterrestre, el astrofísico de la Universidad de Harvard, Avi Loeb, cree haber encontrado pruebas de su existencia en el fondo del océano Pacífico.
El profesor Loeb acaba de completar una expedición de US$1,5 millones en busca de fragmentos de un misterioso meteorito denominado IM1 que se estrelló frente a la costa de Papúa Nueva Guinea en 2014. Se cree que provino del espacio interestelar.
El académico de 61 años le explicó a The Independent que supervisó a un equipo de exploradores de aguas profundas que encontraron 50 diminutas esférulas, o gotas fundidas, usando un trineo magnético que se dejó caer desde el barco de expedición, el Silver Star, 2 km debajo de la superficie del océano.
Él cree que los pequeños objetos, de aproximadamente medio milímetro de tamaño, probablemente estén hechos de una aleación de acero y titanio que es mucho más resistente que el hierro que se encuentra en los meteoritos normales.
Ahora se requieren más pruebas, pero el profesor Loeb cree que los objetos provienen de regiones interestelares o que fueron creados por una civilización extraterrestre avanzada.
El profesor Loeb presidió el departamento de astronomía de Harvard de 2011 a 2020 y ahora dirige el Proyecto Galileo de la universidad, que está estableciendo observatorios basados en código abierto en todo el mundo para buscar signos de ovnis y objetos interestelares.
Durante mucho tiempo ha suscitado controversia por su creencia tenaz de que extraterrestres han visitado la Tierra.
En su libro ‘bestseller’ de 2021 Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth, Prof Loeb argumentó que ‘Oumuamua — una roca espacial en forma de panqueque del tamaño de un campo de fútbol que fue visible para los científicos durante 11 días en 2017, no podría ser otra cosa que un ejemplo de tecnología interestelar construida por extraterrestres.
Loeb se ha enfrentado con gran parte de la comunidad científica debido a sus ideas. Pero el científico apodado el 'cazador de extraterrestres de Harvard' le dice a The Independent que descartar sus hallazgos serían una actitud “arrogante”.
Los objetos ahora se trasladarán a Harvard para que se prueben y confirmen su composición. Pero para el profesor Loeb, el hallazgo “milagroso” es una reivindicación más de que sus métodos poco ortodoxos están dando sus frutos.
‘Un pionero marginal’
La búsqueda comenzó en 2019, cuando el meteorito IM1 llamó la atención de su equipo de investigación en el momento en que revisaban los datos de código abierto del catálogo de meteoros de la NASA. Buscaban registros de roca espacial irregular.
IM1 se destacó por su alta velocidad (viajó más rápido que el 95% de las estrellas cercanas) y el hecho de que explotó mucho más bajo en la atmósfera terrestre que la mayoría de los meteoritos.
“El objeto era más resistente que todas (272) otras rocas espaciales registradas en el mismo catálogo de la NASA. Este tipo de resistencia del material representaba una anomalía,” el profesor Loeb le aclaró a The Independent.
Él y su colega de Harvard, Amir Siraj, calcularon con un 99,999 % de certeza de que IM1 había viajado a la Tierra desde otra estrella.
Inicialmente, se les negó la posibilidad de publicar el artículo en una revista académica y se les impidió obtener acceso a datos clave clasificados del gobierno de EEUU sobre IM1.
Luego, en abril del año pasado, el La Fuerza Espacial de EEUU escribió a la NASA para comunicarle que el científico jefe del Comando de Operaciones Espaciales de EEUU había confirmado que la medida de la velocidad de IM1 era lo “suficientemente precisa” para indicar que había venido del espacio interestelar.
Usando una combinación de datos del Departamento de Defensa y lecturas de sismología, el profesor Loeb pudo calcular un área aproximada donde habían caído los escombros del IM1.
A partir de ahí, pudo identificar el camino más probable del meteorito cuando explotó y se desprendió de su carga útil.
Con una financiación de US$1,5 millones del empresario estadounidense Charles Hoskinson, fundador de la empresa de cadena de bloques Cardano, el profesor Loeb reunió lo que describe como el mejor equipo de exploradores oceánicos del mundo.
Esto incluyó a Rob McCallum, el fundador de EYOS Expeditions y ex consultor de OceanGate Expeditions que había intentado dar la alarma sobre el condenado sumergible Titán con su CEO Stockton Rush en 2018.
A mediados de junio, el profesor Loeb partió de su casa en Connecticut con destino a Papua Nueva Guinea.
Días antes, el ex oficial de inteligencia de la Fuerza Aérea de los EEUU, David Grusch, hizo públicas afirmaciones de que un grupo de investigación especializado en los ovnis del Departamento de Defensa estaba ocultando información sobre un programa secreto de recuperación de ovnis y que estaba en posesión de una nave espacial ‘no humana’.
“Es más fácil buscar hechos extraterrestres en el fondo del océano Pacífico que obtenerlos del gobierno,” el profesor Loeb escribió en un diario de expedición en Medium en ese momento.
Notó que la opinión del público sobre la posibilidad de vida extraterrestre estaba cambiando.
Una ‘expedición interestelar’
El 14 de junio, el barco de la expedición, Silver Star, partió hacia la zona estimada de aterrizaje del meteorito en el océano Pacífico, a unos 84 km al norte de la isla de Manus, Papúa Nueva Guinea.
“Hay alrededor de 850 idiomas hablados en Papúa, el lugar con mayor diversidad lingüística en la Tierra,” el profesor Loeb escribió en Medium. “Sin embargo, si la expedición recupera un dispositivo con una inscripción extraterrestre, agregaremos un nuevo idioma a este sitio”.
Después de llegar al sitio, la tripulación dejó caer un trineo magnético de un metro de ancho en el océano que fue remolcado detrás del barco con un cable largo.
La tripulación comenzó recolectando muestras de control de cenizas volcánicas del fondo del océano fuera de la ruta estimada de IM1.
Alrededor de una semana después de la expedición, se produjo un gran avance cuando el trineo recogió las primeras “canicas metálicas esféricas”.
Las esférulas se forman cuando explotan meteoritos y asteroides, y se han encontrado en sitios de impacto en todo el mundo. Las “pequeñas perlas metálicas” eran tan pequeñas que eran difíciles de agarrar con pinzas, describió el profesor Loeb.
Escribiendo en Medium, el profesor Loeb relató que al principio, el material parecía fragmentos de hierro corroído.
Pero cuando se examinaron con rayos X fluorescentes, el equipo de investigación determinó que lo más probable era que consistieran en una aleación de acero y titanio, también conocida como S5 o acero resistente a los golpes. La resistencia del acero S5 está muy superior a la de los meteoritos de hierro, escribió el profesor Loeb.
Bajo un microscopio, se veían “hermosas”, describe el profesor Loeb a The Independent. “Una se parecía a la Tierra, muchas se ven parecidas al oro,” dijo.
“Mi hija preguntó si la podía regalar una para hacerse un collar. Y dije que eran demasiado pequeñas para enhebrarlas,” dijo.
Los objetos se llevarán al Observatorio de la Universidad de Harvard, donde un equipo de investigadores los analizará para compararlos con otros restos de meteoritos.
En lugar de encontrar una aguja en un pajar, el profesor Loeb está convencido de que su “expedición interestelar” encontró diminutas muestras de una forma de vida extraterrestre en medio del océano.
En su último día en el mar, después de recolectar 50 esférulas del primer meteorito interestelar reconocido, el profesor Loeb y el equipo abrieron botellas de champán en la cubierta del Silver Star.
“Existe esta nueva oportunidad de buscar desechos interestelares en el fondo del océano,” el profesor Loeb le explicó a The Independent.
“Y el océano es como un museo. Si el meteoro hubiera caído en el desierto del Sahara, ya estaría cubierto de arena. Esas diminutas gotitas cayeron al fondo del océano, se quedaron allí durante nueve años y medio, hasta que nuestro imán las atrajo. Toda esta historia es simplemente alucinante”.
Para un investigador que ha escrito más de 1.000 artículos de investigación teóricos, encontrar objetos diminutos en el fondo del océano ha sido una experiencia emocionante.
“Las últimas dos semanas fueron las más emocionantes de mi carrera científica,” le comunicó a The Independent.
El próximo libro del profesor Loeb, Interstellar, estará a venta en agosto de 2023.
Traducción de Anna McDonnell