¿Qué significa para el clima la salida de Exxon de Rusia?
Es posible que las principales compañías petroleras como Exxon se vayan, pero la demanda de combustibles fósiles no se detendrá a menos que el gobierno tome medidas, escribe Josh Marcus
Existe una vieja expresión: en el negocio del petróleo y el gas, hay que correr para quedarse quieto. Hay que hacer nuevas inversiones. Hay que perforar pozos. A medida que se bombea el petróleo, la presión bajo tierra disminuye, por lo que se necesita más presión solo para mantener el status quo.
Los principales actores del negocio del petróleo están corriendo, pero para salir de Rusia, mientras continúa su brutal invasión contra Ucrania.
Desde finales de febrero, compañías energéticas como BP, Shell, Equinor y ExxonMobil, la compañía petrolera más grande de EE.UU., han anunciado sus planes de detener las operaciones importantes en Rusia en el futuro próximo a manera de protesta por la guerra en Ucrania, dejando decenas de miles de millones de dólares de negocios detrás.
Tan solo las operaciones de Exxon en Rusia tienen un valor estimado de US$4 mil millones, incluida su gestión del proyecto Sakhalin-1, un desarrollo multinacional de petróleo y gas en expansión en las frías aguas del norte de Japón.
“ExxonMobil apoya al pueblo de Ucrania en su intento por defender su libertad y determinar su propio futuro como nación”, dice un comunicado de la empresa publicado el 1 de marzo. “Deploramos la acción militar de Rusia que viola la integridad territorial de Ucrania y pone en peligro a su gente. Nos entristece profundamente la pérdida de vidas inocentes y apoyamos la enérgica respuesta internacional”.
Por un lado, según los expertos, la decisión de empresas como Exxon y otras de abandonar Rusia es un momento decisivo en la responsabilidad corporativa, una señal de que incluso las compañías más grandes del mundo están dispuestas, bajo las circunstancias adecuadas, a dejar de lado las ganancias y tomar una postura moral.
Por otro lado, a pesar de toda la reorganización que está teniendo lugar en el suministro mundial de petróleo, las empresas y los gobiernos podrían usar este momento de transición para duplicar su inversión en combustibles fósiles, incluso a pesar de que el informe climático del IPCC más reciente de las Naciones Unidas advierte que hacer cualquier pausa en los trabajos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero significaría que el planeta “perdería una breve ventana que se cierra rápidamente para asegurar un futuro habitable”.
Una mirada más de cerca a Exxon y la respuesta energética estadounidense ante la guerra de Ucrania revela que, a pesar de todo lo que está cambiando, las prioridades climáticas de EE.UU. están en su mayoría estancadas.
No se puede exagerar cuán importante son el petróleo y los principales proyectos petroleros internacionales como Sakhalin para Rusia, donde los ingresos por los combustibles fósiles proporcionan alrededor del 40 por ciento del presupuesto. El complejo Sakhalin, que comenzó su producción en 2005, es uno de los mayores sitios de inversión extranjera directa en la historia rusa. La compañía petrolera estatal rusa, Rosneft, tiene una participación del 20 por ciento en el proyecto.
La participación de Exxon en Sakhalin fue negociada por Rex Tillerson, un ejecutivo petrolero que luego se convirtió en secretario de Estado en la administración de Trump.
Exxon ha superado crisis pasadas como la anexión de Crimea por parte de Rusia, y ha mantenido vínculos con otros regímenes corruptos, como el de Guinea Ecuatorial, por el bien de los proyectos que estaban en curso. Pero la invasión a Ucrania simplemente estaba un paso demasiado lejos para el gigante petrolero.
En un nivel simbólico y nacional, que una empresa estadounidense como Exxon abandone Russia y Sakhalin es una noticia enorme, dice el profesor Yan Anthea Zhang, experto en inversión extranjera directa y profesor de estrategia en la escuela de negocios de la Universidad Rice.
“Nunca habíamos visto que sucediera algo así”, comentó Zhang a The Independent. “Al asociarse con esas empresas estatales en Rusia, saben que seguirán generando petróleo y gas y podrían percibirse como que están ayudando al gobierno ruso a financiar la guerra en Ucrania. El daño a su imagen es algo que no se pueden permitir”.
Es una señal de que los llamados de activistas e inversores para que las empresas incorporen rápidamente marcos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) en sus operaciones están funcionando, según Jonathan Elkind, ex subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento de Energía e investigador principal en el Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia. Las estrategias comerciales ESG incorporan no solo consideraciones comerciales estándar como ganancias y pérdidas al proceso de toma de decisiones e inversión, sino también el impacto ambiental, social y político. Se está convirtiendo en un movimiento cada vez más potente en Wall Street y más allá, donde los inversionistas activistas lograron una sorprendente victoria el verano pasado y obtuvieron tres puestos en la junta directiva de ExxonMobil.
“Si las empresas reciben una presión constante para otorgar una mayor importancia al desempeño de ESG, si luego adoptan la actitud de que las acciones de Rusia no importan, se enfrentarían a un mundo de preguntas muy difíciles de responder”, dijo.
Aún así, a pesar del gran golpe financiero al Kremlin, deshacerse del petróleo ruso podría empeorar la crisis climática, dados los métodos que Exxon y otros planean usar para enfrentar las emisiones, y los débiles intentos de los gobiernos nacionales de hacer una política climática.
Hasta el momento, Exxon no ha ofrecido un cronograma de cuándo abandonará realmente Rusia, un proceso que podría alargarse a medida que busca vender y entregar de forma segura la operación de proyectos complejos como Sakhalin.
“Antes de que podamos irnos, primero debemos interrumpir de forma segura las operaciones, luego abordar las obligaciones contractuales y comerciales de la empresa. Estos pasos se están llevando a cabo”, informó a The Independent un portavoz de Exxon, aunque se negaron a ofrecer detalles sobre ese cronograma, o si la pérdida de ganancias en Rusia impactaría en sus objetivos climáticos.
Otras empresas que se están yendo de Rusia, como BP y Shell, han señalado explícitamente que las ganancias obtenidas de los combustibles fósiles son lo que los ayudan a financiar sus objetivos climáticos.
Y esas son empresas consideradas como más comprometidas con la lucha contral el cambio climático que Exxon, que anunció a inicios del año que tenía la “ambición” de llegar a cero emisiones netas para 2050.
Los activistas han sido muy críticos con la estrategia de cero emisiones netas de Exxon. Esta implica planes para invertir al menos US$15 mil millones en cosas como captura de carbono, biocombustibles, electrificación de operaciones y energía de hidrógeno. Sin embargo, no tiene en cuenta las emisiones de alcance 3 (emisiones de gases de efecto invernadero de los consumidores de sus productos), incluso cuando otras empresas como Shell y Norway’s Equinor planean abordar esta actividad, que representa la gran mayoría de las emisiones producidas por el uso de combustibles fósiles.
Es más, la demanda global de petróleo no va a cambiar, por lo que las firmas de capital privado, que no enfrentan el mismo escrutinio que las empresas públicas, podrían irrumpir en Rusia para comprar activos petroleros, mientras que los grandes perforadores podrían buscar en campos de petróleo más sucio para cumplir con la demanda energética, todo esto mientras cosechan las ganancias inesperadas que les han dejado los altos precios del petróleo en las últimas semanas.
Mientras tanto, muchos gobiernos, incluso aquellos que han hecho compromisos a grandes rasgos para reducir las emisiones, también se enfrentan a una inmensa presión interna por el aumento de los precios del gas y por asegurar los suministros de petróleo fuera de Rusia. La Unión Europea dijo que pretende impulsar la producción de energías renovables y reducir las importaciones de petróleo ruso en dos tercios este año, y el Reino Unido quiere eliminar gradualmente el petróleo ruso por completo. Pero el petróleo de ambas regiones de todas formas tiene que venir de algún lado.
“Estamos viendo un aumento en los precios del petróleo, y las compañías petroleras tendrán éxito en explotar esta lucha del petróleo y el gas rusos al convencer a los gobiernos de tomar decisiones de inversión que bloqueen niveles aún mayores de dependencia de los combustibles fósiles”, comentó Erica Westenberg, directora de programas de gobernanza en el Institito de Gobernanza de Recursos Naturales, un think tank.
“Hay múltiples narrativas que están en juego. La realidad es probable que ambas narrativas puedan desarrollarse, en paralelo o tal vez en diferentes líneas de tiempo. Es difícil decir cuál saldrá ganando”.
En EE.UU., que solo importa alrededor del 7 por ciento de su petróleo de Rusia, los líderes han aprovechado este momento para prohibir las importanciones de petróleo ruso, como hizo la administración Biden a principios de marzo, mientras presiona para conseguir más inversión y comercio internacional en combustibles fósiles.
Según se ha informado, la Casa Blanca ha estado considerando nuevos acuerdos petroleros con Irán, Venezuela y Arabia Saudita para aumentar el suministro de combustible. Los grupos de la industria petrolera y sus aliados republicanos rápidamente comenzaron a presionar al presidente Biden para que reiniciara el oleoducto Keystone XL, a pesar de que este, enfocado en la exportación, tiene en gran parte una importancia secundaria para el suministro de energía de EE.UU.
“Todo lo que tenemos que hacer es que esta administración salga y declare claramente que vamos a reabrir el oleoducto Keystone XL, que vamos a volver al negocio de la energía”, sostuvo este mes el senador de Tennessee Bill Hagert, argumentando que reduciría los precios del gas, aunque los expertos dicen que esto no es cierto.
Incluso antes de que las tropas rusas comenzaran a invadir Ucrania, el Instituto Americano del Petróleo, un importante grupo de cabildeo de la industria de los combustibles fósiles, estaba haciendo presión para que se realizaran más perforaciones.
“Con la crisis en Ucrania al acecho, el liderazgo energético de Estados Unidos es más importante que nunca”, escribió el grupo en Twitter a finales de febrero. “Liberemos la energía estadounidense. Protejan nuestra seguridad energética”.
Los demócratas progresistas que han defendido la acción climática, como el senador Ed Markey de Massachusetts y la representante de California Ro Khanna, proponen reemplazar las importaciones de petróleo ruso prohibidas con energía limpia con el tiempo a través de la Ley de Eliminación de las Inmensas Ganancias de las Transferencias de Petróleo (SPIGOT) de Putin, aunque es poco probable que la legislación avance en un senado dividido que ni siquiera aprueba las prioridades de energía limpia del presidente.
Mientras tanto, en Europa, países como Alemania han detenido el gasoducto Nord Stream 2 de US$11.000 que une Europa y Rusia, y la UE ha dicho que espera gravar a las compañías petroleras por sus ganancias inesperadas actuales gracias al aumento del precio del petróleo.
Dicho esto, Alemania también está considerando aumentar la producción, el comercio y la generación de energía de carbón para reemplazar su dependencia del gas ruso. La labor, según el vicecanciller alemán y miembro del Partido Verde, Robert Habeck, se basará en una forma de carbón conocida como lignito o “carbón pardo”, una de las formas de carbón más sucias en términos de emisiones de carbono y partículas contaminantes.
“El carbón pardo suele ser lo primero de lo que quieres huir”, explicó Elkind, el académico de energía de Columbia. “El hecho de que este destacado líder del Partido Verde alemán haya pedido un aumento del lignito debería decrinos mucho sobre la seriedad de la situación que Alemania cree que está enfrentando. Todo eso es malo para el clima”.
En conjunto, el mundo se encuentra en una encrucijada energética. Si Rusia continúa con su ataque actual contra Ucrania, gran parte de Norteamérica y Europa podrían dejar de depender de su producción de gas y petróleo a largo plazo.
“Espero que esto represente una llamada de atención para la industria y para que los inversionistas de la industria realmente tengan un momento para reflexionar sobre los tipos de riesgos de reputación y gobernanza que puede acarrear hacer negocios con regímenes corruptos y cleptocráticos, y lo susceptibles que se pueden volver los países a la dependencia energética cuando se trata de la dependencia en combustibles fósiles”, observó Westenberg, del Instituto de Gobernanza de Recursos Naturales.
Lo que viene para reemplazar ese suministro ruso es la pregunta a responder. El mundo, y especialmente Europa, se ha acostumbrado a este suministro de petróleo, a pesar de la crueldad del régimen que lo produce.
Algunos argumentan que este es el momento de romper lazos con la violencia rusa contra sus vecinos, y la violencia que los combustibles fósiles traerán al mundo si no dejamos de depender de ellos.
“Los combustibles fósiles han ayudado a construir un mundo cruel, violento y desigual”, argumentó Kate Aronoff en The New Republic. “La descarbonización podría ser una oportunidad para crear uno mejor”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, mencionó que aumentar el uso de combustibles fósiles en medio de la guerra en Ucrania es similar a la “locura” y la “destrucción mutua asegurada”, tal como lo fue el uso de armas nucleares durante la Guerra Fría.
Sin embargo, parece que la única forma en que entrarían más energías renovables en línea para reemplazar el petróleo ruso sería si los gobiernos e inversionistas tuvieran el mismo tipo de urgencia en torno al cambio climático que tuvieron con la invasión de Ucrania.
El director general de Exxon, Darren Woods, destacó que su decisión estuvo motivada en parte por el hecho de que las amplias sanciones internacionales impuestas a Rusia habían hecho imposible mantenerse al frente de un proyecto como Sakhalin y hacer negocios legalmente. No se ha implementado ninguna campaña de sanciones climáticas globales contra los grandes emisores.
No hay mucho que un inversionista individual o una compañía de combustibles fósiles pueda hacer, observa Jonathan Elkind, de Columbia. En cambio, son esos mismos gobiernos que lideran la campaña internacional contra Rusia y Vladimir Putin quienes deben intensificar y liderar el mismo tipo de esfuerzo global contra la crisis climática.
“La gente está y debería estar horrorizada por la devastación que se ha desatado en Ucrania. La gente no lo está suficientemente pero debería estar horrorizada por la pérdida de vidas que ya está ocurriendo hoy como consecuencia del cambio climático”, aseveró.
“Personalmente, me inclino más por culpar directamente a los gobiernos que no implementan políticas que señalen de manera muy inequívoca al público en general y a las empresas e inversores cuáles son los daños asociados con las emisiones continuas de gases de efecto invernadero. Ese es el trabajo del gobierno, dar un paso al frente”.