¿Hay esperanza para un río agonizante en Kenia?

Mientras el agua limpia escasea, la ciudad de Nairobi, una de las urbes africanas de crecimiento más acelerado, está pasando apuros para equilibrar la necesidad de generar empleos y proteger el medio ambiente, y sus más de 4 millones de habitantes resienten la presión

Evelyne Musambi
Miércoles, 01 de febrero de 2023 20:54 EST
KENIA-RÍO EN RIESGO
KENIA-RÍO EN RIESGO (AP)

Los buitres recogen animales muertos a lo largo de un río convertido en drenaje en Nairobi, la capital de Kenia. Sus aguas pasan de ser transparentes a negras a medida que atraviesa asentamientos informales y centros industriales.

El río y sus afluentes cruzan Kibera, el barrio pobre más grande de África con casi 200.000 residentes, así como otros asentamientos informales. Pasa a un costado de decenas de fábricas que producen textiles, licor y materiales para la construcción. Muchas han sido acusadas por ambientalistas de verter aguas residuales y otros contaminantes como petróleo, plástico y vidrio en sus aguas.

Ahora el nuevo gobierno nacional, que asumió el poder tras las elecciones de agosto, dice que está abocado a limpiar el río Nairobi. La capital keniana es una de las ciudades africanas de crecimiento más acelerado, y pasa apuros para equilibrar las necesidades de generar empleos y proteger el medio ambiente.

El gobierno ha formado una comisión cuyo mandato es limpiar y restaurar la cuenca del río. Aún no se ha anunciado un plazo, ni un presupuesto. La comisión todavía no se reúne.

Tanto expertos como residentes temen que el agua esté dañando las plantas en granjas cercanas que alimentan a los habitantes. Algunas organizaciones comunitarias ayudan a limpiar el río. Pero las familias en Athi River, un suburbio de rápido crecimiento ubicado río abajo, a unos 30 kilómetros de distancia, dicen que ya no pueden depender del agua para satisfacer sus necesidades básicas.

Anne Nduta, de 25 años, utiliza las aguas turbias del río para lavar a mano la ropa de sus bebés.

“Cuando llueve, el agua de Athi River suele llenarse de basura, y cuando se aclara un poco, la usamos para lavar la ropa”, dice la madre de dos hijos. “Pero al avanzar la temporada de secas, el agua se pone más oscura y tenemos que empezar a comprar agua de pozo, que es muy cara”.

Un bidón de 20 litros de agua de pozo cuesta 16 centavos de dólar, y Nduta necesitaría cuatro de ellos para lavar la ropa de sus bebés cada tres días.

Sus problemas empiezan río arriba, donde algunos drenajes de asentamientos informales van a parar al río Nairobi.

El ecologista Stephen Obiero dice que las aguas residuales que van a parar al río y que se emplean para irrigar tierras de cultivo tienen “la posibilidad de contaminar los productos vegetales con bacterias, virus, protozoarios… si los usuarios finales no los manejan adecuadamente”.

Morris Mutunga cultiva kale, espinaca y amaranto en su granja de dos hectáreas (cinco acres) en la zona de Athi River, pero ha visto cultivos marchitarse si son irrigados con agua del río, por ejemplo ejotes.

“Me gustaría que quienes contaminan río arriba en Nairobi dejaran de hacerlo por el bien de la seguridad alimentaria en nuestro país”, dijo. La región es fuente de muchas verduras que se venden en los mercados de Nairobi.

Río arriba, algunos residentes de asentamientos informales, como Violet Ahuga, de 36 años, en Korogocho, no pueden pagar el uso de retretes modernos, así que defecan en bolsas y las arrojan al río. En ese barrio pobre habitan más de 35.000 adultos, según el censo nacional de 2019.

“Mis hijos están muy chicos para ir a los matorrales solos, así que les digo" que defequen "en una bolsa y la tiren al río”, dijo la madre de cuatro. “Sé que estoy contaminando, pero no hay otra opción porque no puedo pagar la tarifa mensual de 6,85 dólares para usar los retretes”. Los baños en el asentamiento son operados por individuos y organizaciones privadas.

La mayoría de los asentamientos informales, donde habitan obreros y sus familias, no están conectados a conductos de alcantarillado y tienen zanjas abiertas en las que los residentes vierten agua sucia que va a parar al río.

Pero Ahuga también depende del agua del río para su ingreso diario. La utiliza para lavar bolsas de plástico que vende a comerciantes, los cuales fabrican canastas reutilizables con ellas.

Mientras salpica el agua negra sobre las bolsas y las talla con los pies, recuerda con afecto cómo solía nadar aquí cuando era niña.

La Autoridad Nacional de Gestión Ambiental de Kenia (NEMA, por sus siglas en inglés), responsable de gestionar los estándares de calidad del agua del río, así como de expedir permisos de vertido, ha sido acusada por algunos miembros del parlamento keniano de ser laxa, lo que habría facilitado que las industrias contaminen el río sin sufrir penalizaciones.

Las industrias a lo largo del río incluyen a fabricantes de pintura, fábricas de lácteos, productores de baterías solares o de plomo y ácido, entre otras. Algunas han sido clausuradas en el pasado por verter aguas residuales a la corriente.

Numerosas organizaciones de investigación, incluido el departamento de salud pública y toxicología de la Universidad de Nairobi, han detectado niveles elevados de metales pesados como plomo, bario, hierro, aluminio, zinc y cobre, entre otros, en distintos puntos de muestreo a lo largo del río.

Alex Okaru, experto en salud pública de la Universidad de Nairobi, dijo que los altos niveles de metales pesados en el agua, en especial el plomo y el bario, pueden tener efectos adversos en la salud si se consumen, incluido daño hepático y renal.

“Es importante tomar los pasos necesarios para minimizar la liberación de estos dos metales en el ambiente”, dijo Okaru.

En una audiencia de una comisión parlamentaria en 2021, se acusó a NEMA de no actuar en contra de una destilería que según los residentes estaba vertiendo desechos en la zona de Athi River.

En una entrevista con The Associated Press, el director de NEMA, David Ongare, reconoció que en estos días se está actuando en contra de pocas entidades, pero dijo que se debe a que el gobierno ha cambiado su enfoque para fomentar la colaboración, en lugar de presentar una actitud combativa, ya que eso podría provocar resistencia.

Dijo que desde que se introdujeron cambios, las empresas están solicitando asistencia para cumplir con las directrices del órgano.

“El costo de no cumplir se está volviendo muy caro, porque si tu empresa es clausurada, para cuando vuelvas a producir habrás perdido clientes y tu participación en el mercado”, dijo Ongare.

Aseguró que el órgano ambiental ha estado monitoreando constantemente a las empresas que tienen antecedentes de incumplimiento, y dijo que si cualquiera actúa de forma engañosa, la verdad saldrá a relucir y se procederá en contra de ellas.

El órgano ambiental también aseveró que responde a todos los incidentes de contaminación reportados por denunciantes a través de sus distintas plataformas.

Residentes y organizaciones comunitarias dicen que otro enfoque para limpiar el río es proporcionar baños modernos a bajo costo o gratuitos. El director de NEMA dijo que espera que el programa del gobierno nacional para construir viviendas asequibles reducirá el número de personas que viven en zonas sin instalaciones sanitarias de calidad.

En Kibera, una organización comunitaria de nombre Mazingira Yetu ("Nuestro medio ambiente", en idioma swahili), está intentando abordar el problema con la construcción de 19 manzanas de retretes modernos, en colaboración con un organismo gubernamental, Athi Water.

El cofundador de la organización, Sam Dindi, dijo que también quieren prevenir que el plástico y otros desechos vayan a dar al río.

“Los residuos son recolectados y clasificados en desechos plásticos, los cuales se venden a recicladores o a quienes los reutilizan para hacer canastas, y los desechos orgánicos se transforman en abono de composta”, dijo Dindi.

El abono se vende a la gente que tiene jardines, y una parte se utiliza para cultivar plántulas de árboles que la organización vende. El dinero que generan los proyectos de Mazingiza Yetu se distribuye entre los jóvenes que trabajan con la organización.

“La idea de introducir una economía circular ha funcionado aquí”, dijo, refiriéndose a que el grupo reutiliza material de desecho, a menor escala pero con éxito. “Sólo necesita ser replicada”.

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