Tiroteo masivo en Indiana que dejó cuatro muertos plantea controvertida teoría del “buen tipo con un arma”
Los conservadores a menudo afirman que solo un “buen tipo con un arma” puede detener los tiroteos. Los datos pintan un cuadro más complicado
Un tiroteo masivo en un centro comercial de Indiana podría haber sido mucho peor, según la policía, si un transeúnte armado no hubiera disparado y matado al sospechoso. Esto reavivó el debate sobre si un “buen tipo con un arma” es la clave para detener la violencia armada.
La policía cree que Jonathan Sapirman, de 20 años, caminó hasta el Greenwood Park Mall, en Greenwood Park, Indiana, el domingo por la noche, armado con cientos de municiones y tres armas: un rifle M&P de 5,56 mm, una pistola Glock 33 y un Rifle estilo AR-15 Sig Sauer, este último se utilizó en el tiroteo.
Las autoridades aún no saben por qué Sapirman perpetró el tiroteo, en el que murieron tres personas: Pedro Pineda, de 56 años; Rosa Mirian Rivera de Pineda, de 37; y Víctor Gómez, de 30. Todos eran de Indianápolis. Otras dos personas resultaron heridas. El tirador tenía antecedentes penales menores en su juventud, como escapar de la escuela y pelear, pero no tenía antecedentes penales de adulto.
Lo que sí saben es que después de que Sapirman saliera del baño de un centro comercial y abriera fuego en el área de comida, un testigo armado le disparó rápidamente. Sin esa intervención, según el alguacil de Greenwood, Jim Ison, las cosas podrían haber sido muy diferentes.
“Muchas más personas habrían muerto anoche... si no fuera por nuestro buen samaritano que tomó medidas en los primeros dos minutos del tiroteo”, declaró Ison después de la masacre.
Describió cómo Elisha Dicken, de 22 años, del condado de Bartholomew, Indiana, se acercó a Sapirman poco después de que comenzara a disparar, mientras les indicaba a otros transeúntes que corrieran a un lugar seguro.
“Portaba legalmente bajo la ley de porte constitucional. Sus acciones fueron heroicas, por decir poco”, agregó el alguacil Ison.
El “buen samaritano” de 22 años no ha hablado sobre la experiencia.
El alguacil informó que Dicken “solicitó que le den tiempo para procesar lo ocurrido y guardar luto antes de comunicarse con él”.
Eso no ha impedido que muchos partidarios de los derechos expansivos de posesión de armas y las leyes de armas laxas usen el tiroteo para respaldar sus argumentos políticos. Reiteraron el tema del “buen tipo con un arma” a pesar de que la evidencia sugiere que las personas con armas rara vez evitan que ocurran tiroteos y a veces los empeoran.
La NRA (Asociación Nacional del Rifle de EE.UU.), el grupo a favor de las armas más destacado del país y uno de los principales opositores a la mayoría de los intentos de regular las armas en los últimos años, rápidamente ensalzó a Dicken como un héroe armado.
“Lo diremos de nuevo: la única forma de detener a un tipo malo con un arma es un tipo bueno con un arma”, escribió la NRA en Twitter el lunes.
“Un buen tipo con un arma detiene los tiroteos masivos en un centro comercial de Indiana, confronta y mata al tirador masivo justo después de que comenzó a disparar. Los medios de comunicación dejan de cubrir la historia casi de inmediato”, escribió el periodista deportivo conservador, Clay Travis, en Twitter el lunes.
Estos argumentos son en gran medida indistinguibles de los de los principales políticos republicanos como Ted Cruz.
Tres días después de la masacre en Uvalde, Texas, en mayo de este año, el senador Ted Cruz de Texas habló en una convención de la NRA e hizo un comentario similar.
“Lo que detiene a los tipos malos armados son los tipos buenos armados. Los medios de comunicación los culpan a ustedes, los millones de miembros de la NRA por estos crímenes. Eso es mentira”, declaró. “Nadie aquí ha cometido este tipo de crímenes atroces. Todos aquí están horrorizados”.
Si bien un transeúnte armado probablemente desempeñó un papel en evitar que el tiroteo del domingo en Indiana empeorara, los datos sugieren que esto está lejos de ser la norma, a pesar de la certeza de los defensores de las armas.
Por ejemplo, un informe de mayo del FBI encontró que un transeúnte, armado o no, solo detuvo dos de los 61 incidentes de “tirador activo” en 2021. Mientras tanto, un análisis del New York Times encontró que esa tendencia también se mantuvo con el tiempo: los transeúntes armados solo han matado a 22 hombres armados en 433 tiroteos masivos desde 2000.
La serie de terribles tiroteos en lo que va de 2022 muestra los límites de lo que las personas armadas, policías o no, pueden hacer en el fatídico momento en que un individuo ya decidió perpetrar un tiroteo masivo. Y subrayan que hay otros momentos clave para intervenir antes de que un “tipo malo con un arma” lleve a cabo sus planes.
A Payton Gendron, acusado de matar a 10 personas en un ataque supremacista blanco en un supermercado en Búfalo, Nueva York, a principios de este año, lo confinó a la fuerza la policía estatal en 2021 para una evaluación de salud mental. Esto luego de escribir en un ejercicio escolar que sus planes luego de graduarse incluían un “asesinato/suicidio”.
El joven de 18 años, quien se declaró inocente, aún fue capaz de comprar legalmente un rifle de asalto estilo AR-15.
Una vez que ingresó al supermercado Tops donde ocurrió la masacre, elegido, según los fiscales, por su proximidad a un barrio afroamericano, a Gendron lo confrontó Aaron Salter, Jr, un expolicía armado que trabajaba como guardia de seguridad en la tienda. Salter le disparó al joven de 18 años, pero no pudo detenerlo porque llevaba puesto un chaleco antibalas. El exoficial murió en el tiroteo.
Un día después, las autoridades dicen que David Chou, un hombre de Las Vegas que trabajaba como guardia de seguridad con licencia para portar armas, abrió fuego en un almuerzo de una iglesia taiwanesa-estadounidense en el sur de California, mató a una persona e hirió a cinco.
Poco más de una semana después de eso, la masacre de Uvalde ocurrió en un distrito escolar con su propia división policial, la cual se había capacitado en la prevención de tiroteos masivos solo dos meses antes de los asesinatos y había gastado decenas de miles de dólares durante los últimos años en actualizaciones seguridad.
Durante el caos del tiroteo, un policía escolar se encontró con el pistolero Salvador Ramos fuera del edificio, pero pasó junto a él por accidente.
Otro oficial pidió autorización para dispararle al joven de 18 años cuando todavía estaba afuera de la Escuela Primaria Robb, pero nunca obtuvo una respuesta.
Una vez que Ramos estuvo adentro, un gran grupo de oficiales con rifles de asalto y escudos balísticos esperaron más de una hora para ingresar al salón de clases donde el pistolero estaba atrincherado. Escucharon cómo sonaban los disparos adentro mientras revisaban sus teléfonos y se detenían para usar desinfectante para manos. Los registros indican que nunca intentaron abrir la puerta del salón de clases, la cual creyeron que estaba cerrada.
La Cámara de Representantes de Texas descubrió que había 376 agentes de la ley en la escena durante el tiroteo, más que la guarnición que defendió el histórico fuerte de Texas, El Álamo.
Una unidad de comando muy capacitada de la Patrulla Fronteriza eventualmente se unió a los oficiales de la policía local, y juntos entraron al salón de clases y le dispararon a Ramos.
Al igual que en muchos otros tiroteos masivos, hubo señales de advertencia sobre Salvador Ramos mucho antes de que comprara un arma o decidiera usarla para matar a 19 estudiantes y dos maestras.
Según los informes, el joven de 18 años acosaba a chicas en línea, presumía armas en las redes sociales y alarmó tanto a su familia que una hermana mayor “se negó rotundamente” a ayudarlo a comprar armas. Aun así, el adolescente al final pudo comprar legalmente dos rifles estilo AR-15 justo después de cumplir 18 años.
Las investigaciones indican que incluso los policías capacitados no hacen una diferencia cuando se trata de detener tiroteos masivos en las escuelas.
La profesora de justicia penal de la Universidad de Hamline, Jillian Peterson, analizó 40 años de tiroteos en escuelas. Estudió 133 incidentes de los 20 años anteriores y posteriores a la masacre de Columbine en 1999, y descubrió que se registraron tres veces más personas muertas durante estos eventos cuando hubo un oficial armado en escena.
“Un argumento que ha sido consistente es que si hubo un tiroteo en la escuela, quieres que el oficial escolar esté presente, pero lo que dice este estudio es que no es necesariamente sea así”, le comentó a Minnesota Public Radio el año pasado. “En realidad, fue el causal número uno del aumento de bajas luego de la presencia de un rifle de asalto”.
No está claro exactamente por qué sucede esto, según los expertos. Algunos sospechan que quienes planean tiroteos masivos utilizan armas más poderosas si saben que hay un oficial de policía armado en una escuela. Otros sugieren que aquellos en un estado mental para llevar a cabo un tiroteo masivo tienen tan poca consideración por sus vidas y las de otras personas que la perspectiva de enfrentarse a la fuerza letal no es en verdad un impedimento.
El público estadounidense, por su parte, está ansioso por medidas de seguridad que vayan más allá del arquetípico “buen tipo con un arma”.
Dos tercios de los estadounidenses quieren leyes de armas más estrictas y más de la mitad quiere prohibir los rifles de asalto, según las encuestas de Gallup.
Pero la voluntad política, al menos a nivel nacional, para estos cambios aún no es lo bastante fuerte como para convertirse en acción.
El reciente acuerdo de armas firmado por el presidente Biden contempla US$300 millones en fondos para la seguridad escolar, incluidos los oficiales de policía armados.
Es posible que las personas armadas no sean muy efectivas para evitar que ocurran tiroteos masivos y, en algunos casos, pueden exacerbar el problema, pero por ahora eso es todo lo que los estadounidenses pueden esperar para mantenerse a salvo.