Quién fue Maya Angelou, la primera afroamericana en aparecer en una moneda
A partir de este año y hasta 2025 circularán nuevas monedas de 25 centavos para honrar a las mujeres estadounidenses y su contribución a la historia del país. La primera tendrá la imagen de Maya Angelou, poeta y activista social afroamericana
Maya Angelou es la primera mujer afroamericana que estará representada en una moneda. El Departamento del Tesoro anunció que se acuñan en su honor nuevas monedas de 25 centavos de dólar, mejor conocidas como quarter.
Angelou aparece en el reverso de la moneda de cuarto de dólar con los brazos abiertos con un sol naciente y un ave detrás de ella, como símbolo de su poesía y su vida; mientras que en el anverso aparece un retrato del primer presidente de Estados Unidos, George Washington.
Se trata de una nueva medida que lanzará cinco versiones de la moneda de 25 centavos, celebrando también a otras cuatro mujeres referentes en la historia del país, como Sally Ride, la primera mujer astronauta; Wilma Mankiller, la primera mujer jefe de la Nación Cherokee; Anna May Wong, la primera estrella china-estadounidense de Hollywood; y Nina Otero-Warren, una líder del movimiento sufragista en Nuevo México.
Quién fue Maya Angelou
Marguerite Annie Johnson, su verdadero nombre, nació en St. Louis, Missouri, el 4 de abril de 1928, segunda hija de un portero y nutricionista de la Marina y una enfermera.
A los 3 años, Maya y su hermano Bailey de 4, fueron enviados a vivir con su abuela en un pueblo de Arkansas a consecuencia de la separación de sus padres. A pesar de que ahí tuvo un gran modelo a seguir, pues su abuela paterna era independiente y próspera, en el sur profundo padeció la segregación racial y el abuso, experiencia que relata en el primer volumen de su autobiografía “Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado”, publicada en 1970.
La autora vivió varios años en silencio tras la agresión sexual que sufrió de parte de la pareja de su madre, quien a pesar de ser juzgado, solo pasó un día en la cárcel. Al salir fue asesinado y dejó en ella la creencia de que su voz tenía el poder de matar a otras personas.
“Yo maté a ese hombre porque dije su nombre. Y después pensé que nunca volvería a hablar, porque mi voz podría matar a cualquiera...”
Durante ese tiempo, Maya, que es como le decía su hermano, desarrolló su amor por la lectura que una amiga de su abuela aprovechó para presentarle a autores como Charles Dickens, William Shakespeare, Edgar Allan Poe, entre muchos otros que influyeron en su vida y obra.
Al volver con su madre, esta vez a Oakland, en California, en plena Segunda Guerra Mundial, tuvo la oportunidad de asistir a la Escuela de Labor Social de California y convertirse en la primera mujer en conducir el tranvía de la ciudad, con apenas 15 años de edad. A los 17 se convirtió en madre de su único hijo.
En 1950 tomó el apellido de Tosh Angelos, un músico griego con quien estuvo casada por unos años.
Del escenario al activismo
Durante su vida ejerció oficios tan variados como el de bailarina, camarera, prostituta, actriz y cantante. Debutó en Broadway y viajó por prácticamente toda Europa como parte de la producción itinerante, “Porgy y Bess”; pero en 1961 trabajó como coordinadora del norte de la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur de Martin Luther King e inició una carrera como activista tras los pasos de Vusumzi Make, con quien viajó al Cairo, lugar en comenzó su carrera como periodista.
En Ghana, Maya conoció a Malcom X con quien regresó a Estados Unidos en 1965 para trabajar, poco antes de que éste fuera asesinado.
En este tiempo, ya como líder social y defensora de los derechos civiles, su amigo, el también escritor James Baldwin, la animó a comenzar a escribir su autobiografía que al final se convirtió en 6 volúmenes y un éxito en ventas a lo largo de las siguientes décadas.
A partir de 1960 se volcó a la promoción de la cultura, tuvo cargos oficiales en las administraciones de los presidentes Ford y Carter. Llegó a escribir canciones para Roberta Flack y a finales de los 70 conoció a Oprah Winfrey, quien se convirtió en su discípula para después ser su apoyo incansable.
Para la década de 1980, cuando ya era reconocida como una de las mujeres negras más influyentes y conocidas de los Estados Unidos, se incorporó a la Universidad de Wake Forest, en Carolina del Norte, como académica y profesora de estudios estadounidenses.
En 1993, Bill Clinton le pidió recitar el poema “El pulso de la mañana” durante su toma de posesión como presidente de los Estados Unidos, convirtiéndose en la primera mujer negra en hacerlo. En el 2000, Clinton le otorgó la Medalla Nacional de las Artes.
En el 2010, Barack Obama le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, el máximo honor que puede recibir un civil en el país. Murió en 2014 a los 86 años mientras dormía.