Piden al FMI y al Banco Mundial aumentar su apoyo a naciones africanas ante el cambio climático
Algunos gobernantes mencionaron que las recientes reuniones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Marrakech, Marruecos, serían un “buen lugar para iniciar” una conversación en torno a los retos financieros que enfrenta África y su capacidad para manejar los impactos provocados por el cambio climático
Muchos países pobres en África enfrentan los efectos más extremos del cambio climático: sequías severas, calor despiadado y tierra seca, pero también lluvias impredecibles e inundaciones devastadoras. Los impactos agravan los conflictos y trastocan las formas de ganarse la vida porque muchas personas son agricultores, una ocupación cada vez más vulnerable en un mundo que se calienta.
Los desafíos climáticos están en la raíz de las vulnerabilidades que enfrentan países asolados por conflictos en la región del Sahel en África, tales como Burkina Faso, Chad, Mali, Níger y el norte de Nigeria, dicen los expertos. Adaptarse a estos retos podría costar hasta 50.000 millones de dólares al año, según la Comisión Global sobre Adaptación, mientras que la Agencia Internacional de la Energía calcula que la transición a energías limpias podría costar hasta 190.000 millones de dólares al año, ambos costos abrumadores para el continente.
Los países tienen un margen limitado en sus presupuestos, y el solicitar más préstamos con el fin de financiar objetivos climáticos empeorará las considerables cargas deudoras que ya enfrentan, alegan gobernantes africanos, que intentan obtener un impulso rápido en el financiamiento a sus países.
Algunos gobernantes mencionaron que las recientes reuniones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Marrakech, Marruecos, serían un “buen lugar para iniciar” una conversación en torno a los retos financieros que enfrenta África y su capacidad para manejar los impactos provocados por el cambio climático.
Ocurre en medio de críticas de que las instituciones de crédito no están tomando suficientemente en cuenta el cambio climático ni las vulnerabilidades de los países pobres en sus decisiones de financiamiento.
El sistema financiero global “es ahora obsoleto, disfuncional e injusto”, señalaron el presidente keniano William Ruto; el presidente del Banco Africano de Desarrollo, Akinwumi Adesina; el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki, y Patrick Verkooijen, director ejecutivo de la Comisión Global sobre Adaptación, en una columna de opinión en el New York Times.
Es obsoleto porque las instituciones financieras internacionales “son demasiado pequeñas y limitadas para cumplir con su cometido. Disfuncional porque el sistema como un todo es demasiado lento para responder a nuevos retos, tales como el cambio climático. E injusto porque discrimina a los países pobres”, escribieron los funcionarios.
En años recientes, el financiamiento a África para hacer frente al cambio climático ha aumentado, al reconocerse que el continente es el menos responsable de las emisiones causantes del efecto invernadero, pero corre el mayor riesgo a consecuencia del cambio climático debido a una falta de financiamiento y capacidad para hacer frente a los impactos. Los mayores bancos de desarrollo han reconocido cada vez más que el calentamiento del planeta es una amenaza económica.
Durante un panel de discusión en Marrakech la semana pasada, Daniel Lee, economista del FMI, dijo que la organización está “incorporando el cambio climático en sus recomendaciones de políticas, el desarrollo de capacidades y en sus préstamos”. No dio detalles sobre la magnitud ni el desglose del financiamiento.
Lee se refirió a un programa que el FMI lanzó el año pasado para ayudar a los países pobres a enfrentar problemas como el cambio climático. Sólo un país africano —Ruanda— ha recibido financiamiento de ese programa: 319 millones de dólares a lo largo de tres años.
Al igual que los líderes africanos, los expertos dicen que el financiamiento al continente para hacer frente a los estragos causados por el clima ha sido insuficiente y especialmente difícil de obtener para países del Sahel que carecen de gobiernos estables y reconocidos, y en los que muchos están encabezados por juntas militares.
“La realidad ha estado por debajo de las expectativas”, dijo Carlos Lopes, profesor de la Escuela Mandela de Gestión Pública de la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. “Una porción significativa del financiamiento está dirigida a las medidas de mitigación, mientras que la adaptación, una de las principales prioridades del continente, recibe menos atención y apoyo”.
En Níger, cuyo gobernante fue derrocado en un golpe de Estado en agosto, al igual que en el norte de Nigeria, miles de hectáreas de tierras cultivables están perdiéndose debido a la erosión de la tierra y a la sequía. Ello ha llevado a los agricultores y a los pastores de ganado a enfrentarse por los recursos y reduce las oportunidades económicas, lo que ayuda al reclutamiento que realizan los grupos armados, dijo Idayat Hassan, investigador sénior sobre África en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un organismo de investigación con sede en Washington.
Los proyectos de irrigación están entre las formas de adaptarse al cambio climático, pero la violencia está erosionando esas ganancias, ya que debido a ella los agricultores —que ya de por sí padecen un menor rendimiento de sus cosechas— pasan apuros para tener acceso a sus tierras.
“Además de los niveles extremos de calor y lo impredecible de las lluvias, la inseguridad también nos está afectando porque en muchas ocasiones no tendremos la oportunidad de ir a nuestras granjas”, dijo Ibrahim Audi, de 58 años, que cultiva trigo en el estado de Katsina, en el extremo norte de Nigeria.
Femi Mimiko, profesor de política económica y relaciones internacionales en la Universidad Obafemi Awolowo de Nigeria, considera que la cantidad de dinero que está siendo enviado a África para combatir el cambio climático “es más bien insignificante y para nada es lo que deberíamos celebrar”.
Dijo también que “los retos son enormes”, debido a las estrictas condiciones que exigen el FMI y el Banco Mundial para otorgar financiamientos.
Además, el financiamiento climático para África necesita atender las persistentes crisis deudoras en muchos países, señaló Lopes.
Se calcula que los pagos de países africanos para amortizar sus deudas externas alcanzarán 62.000 millones de dólares este año, una cifra que excede los costos que enfrenta el continente para adaptarse al cambio climático, hicieron notar los líderes africanos en su columna editorial. Reiteraron una exhortación efectuada en la Cumbre Climática de África celebrada en Kenia el mes pasado para que se conceda una pausa en los pagos a las deudas externas.
Otro problema es que en muchos casos los gobernantes subestiman cómo el cambio climático azuza la violencia y los problemas económicos, dicen los expertos.
“La política nacional para atender el cambio climático es laxa: hay poco o ningún enfoque en el calentamiento global, y el nexo entre el cambio climático y el conflicto en el Sahel está subestimado”, señaló Hassan. “Ir más allá del conflicto en sí para empezar a darle prioridad al cambio climático como la causa fundamental del problema que afecta a estos países”.
En Burkina Faso, Mali y Níger, todos ellos gobernados por juntas militares, 16 millones de personas requieren asistencia humanitaria, un incremento del 172% desde 2016, y más de 5 millones están experimentando elevados niveles de inseguridad alimentaria, según el Comité Internacional de Rescate, una organización no gubernamental que ayuda a personas perseguidas por diversos motivos.
Ese grupo culpa a los conflictos y al cambio climático de “impulsar una crisis cada vez más profunda” que afecta a la agricultura, la cual es la fuente primaria de sustento para la mayor parte de la población en esos tres países gobernados por militares.
“Ese hecho por sí solo —el de los gobiernos ilegítimos— limitaría su capacidad no sólo de cumplir los requisitos establecidos por el FMI y el Banco Mundial para concederles financiamiento, sino de hecho para tener acceso a ese apoyo”, manifestó Mimiko.
“Y así, lo que debemos hacer es persuadir —o torcerles el brazo— a las juntas, que en cualquier caso carecen de capacidad para gobernar esos países, con el fin de que se comprometan a lo que yo llamo una redemocratización oportuna”, agregó.
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