Los costos de los daños por catástrofes climáticas "bajan"
Este año se produjeron unas inundaciones espantosas que sumergieron un tercio de Pakistán, uno de los tres huracanes más costosos registrados en EEUU, sequías devastadoras en Europa y China, una hambruna provocada por la sequía en África y olas de calor mortales por todas partes
Este año se produjeron unas inundaciones espantosas que sumergieron un tercio de Pakistán, uno de los tres huracanes más costosos registrados en Estados Unidos, sequías devastadoras en Europa y China, una hambruna provocada por la sequía en África y olas de calor mortales por todas partes.
Y, sin embargo, no se trató de lo peor del cambio climático.
Con toda esa muerte y destrucción en 2022, los daños por catástrofes relacionadas con el cambio climático han bajado respecto a 2021, según el gigante de los seguros y las catástrofes Swiss Re. Los 268.000 millones de dólares en costos de catástrofes mundiales suponen un descenso del 12% respecto al año anterior, cuando los daños superaron los 300.000 millones.
La cantidad de desastres meteorológicos en Estados Unidos que causaron al menos 1.000 millones de dólares en daños cuenta hasta el 15 de octubre y probablemente terminará el año con 16 o 17, frente a los 22 y 20 en los dos años previos, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), pero debido al huracán Ian, la cifra total de daños probablemente terminará entre las tres primeras en la historia del país.
Las catástrofes meteorológicas —muchas de ellas, aunque no todas, impulsadas por el cambio climático provocado por el hombre— se suceden con tanta frecuencia que la avalancha de este año, que hace 20 años habría batido récords con creces, parece ahora, en algunas mediciones económicas, una pequeña excepción con respecto a los últimos años.
Bienvenidos a la nueva anormalidad.
“Casi nos hemos acostumbrado a los extremos. Y este año, en comparación con muchos años anteriores, se consideraría un año bastante intenso, pero en comparación con los años más extremos, como 2017, 2020 y 2021, parece... un ligero ajuste a la baja”, comenta el meteorólogo de la NOAA y economista Adam Smith, quien trabaja para la agencia calculando los costos de miles de millones de dólares de los desastres. “Nos estamos acostumbrando, pero esa no es una buena manera de avanzar hacia el futuro”.
Los incendios forestales en Estados Unidos no fueron tan costosos este año como los dos años previos, pero la sequía en el occidente del país fue más dañina que en años anteriores, agrega. Los desastres de miles de millones de dólares en Estados Unidos durante 2022 parecieron afectar todas las categorías posibles, excepto las tormentas invernales: huracanes, inundaciones, sequías, incendios forestales, olas de calor, tormentas de granizo e incluso un “derecho”: una especie de tormenta de viento en línea recta, extensa y de larga duración.
En cuanto a los daños financieros a escala mundial y en Estados Unidos durante 2022, Ian, que arrasó Florida, se llevó todo el protagonismo, a pesar de que las inundaciones de Pakistán fueron más cuantiosas y mortíferas.
En términos de fijarse sólo en los dólares y no en las personas, los daños de Ian eclipsaron la hambruna africana provocada por la sequía, a pesar de que afectó a más personas. También eclipsó la caída en los niveles de los ríos en China y Europa, que cayeron tan bajo que causaron problemas eléctricos e industriales, y las olas de calor en Europa, India y América del Norte que fueron letales y sin precedentes.
Smith precisa que la NOAA aún no ha terminado de calcular los daños causados por Ian, pero es muy probable que haya ocasionado más de 100.000 millones de dólares en daños —superando a la supertormenta Sandy de 2012 que inundó Nueva York y Nueva Jersey—, apenas debajo de los superdañinos huracanes Katrina en 2005 y Harvey en 2017.
En la década de 1980, Estados Unidos sufría una catástrofe meteorológica de mil millones de dólares cada 82 días, algo que ahora ocurre cada 18 días, según Smith. Eso no es resultado de la inflación, porque los cálculos de los daños se ajustan para hacer comparables los datos, agrega. Es resultado de un clima empeorado y de más desarrollos, personas e inmuebles en peligro, advierte.
A nivel mundial, “si uno analiza los últimos seis años, de 2017 a 2022, esto ha sido particularmente malo”, especialmente en comparación con los cinco años anteriores, afirma Martin Bertogg, director de riesgos catastróficos en Swiss Re.
“Se sintió como un cambio de régimen, algunas personas lo llamaron una nueva normalidad”, agrega Bertogg. Pero él cree que fue más bien volver, después de un respiro breve, a una tendencia a largo plazo de costos por desastres que aumentan constantemente entre un 5% y un 7% al año.
El enviado de Estados Unidos contra el cambio climático, John Kerry, afirma que el creciente número de desastres justifica la reducción de las emisiones contaminantes.
“Se está gastando dinero ahora porque no estamos haciendo las cosas que deberíamos estar haciendo”, señala Kerry en una entrevista con The Associated Press. “Gastaremos muchísimo más en circunstancias mucho más estrictas que las actuales si no nos movemos más rápido”.
No todos los años tienen que ser descomunales. Estados Unidos tuvo un respiro en 2019 cuando hubo “apenas” 14 desastres que costaron miles de millones de dólares, señala Smith, de la NOAA.
“Un creciente cuerpo de pruebas indica que el cambio climático está aumentando la variabilidad, así como el promedio” de los desastres meteorológicos, destaca Chris Field, director ambiental de la Universidad de Stanford, quien dirigió un informe de las Naciones Unidas de 2012 sobre el clima extremo. “Lo que esto significa es que en algunos años nos golpean más que en otros. En otros años nos golpean como nunca antes”.
“Lo importante es que la tendencia de los desastres va en aumento”, advierte Field. “Y seguirá aumentando hasta que detengamos el calentamiento”.
Centrarse en el costo de los daños, en su mayoría pérdidas cubiertas por seguros, puede dar una imagen sesgada porque el costo de un desastre depende en gran medida de la riqueza del área afectada por el desastre, menos que la escala del desastre en sí, advierte Debarati Guha-Sapir, directora el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.
Y lo que es más importante, estas cifras se refieren a dólares, no a personas, y eso distorsiona la imagen real, alertan Guha-Sapir y la profesora de Salud y Clima de la Universidad de Washington, Kristie Ebi.
“Lo que está cubierto por seguros es una pequeña fracción de la infraestructura total y las personas muertas en Pakistán”, lo que reduce la cantidad percibida de los costos por daños a pesar de que hubo 1.700 personas muertas, añade Ebi.
Las inundaciones en Pakistán, que sumergieron un tercio del país, no fue lo único que golpeó a esa nación en desarrollo.
“Pakistán simplemente no pudo tomar un descanso este año. Una tormenta de nieve en enero mató a 23 personas, seguida de una ola de calor letal en la primavera. Luego las inundaciones devastadoras de junio a octubre se cobraron más de 1.700 vidas y medios de subsistencia incalculables”, subraya Jennifer Francis, científica climática del Centro de Investigación Climática Woodwell en Cape Cod. “Muchos otros acontecimientos sorprendentes, menos publicitados y alarmantes causaron estragos en las comunidades locales, como el repentino colapso de la lucrativa explotación del cangrejo de las nieves en el mar de Bering, la rápida desaparición de los glaciares europeos o la inundación de varios pueblos costeros de Alaska por el exciclón tropical Merbok”.
“El calor adicional en la atmósfera está robándole humedad a los suelos, exacerbando la sequía y las olas de calor”, advierte Francis. “La evaporación de los océanos y la tierra también aumenta la cantidad de humedad en el aire, lo que proporciona más combustible para tormentas y aguaceros más fuertes”, dice.
Bertogg, el director de riesgos catastróficos en Swiss Re, afirma que, aunque el cambio climático tiene algo que ver, estima que dos tercios, quizá más, del aumento de los daños obedecen a que hay más personas y bienes en peligro.
La urbanización en todo el mundo pone a más personas en entornos densos, lo que aumenta los daños cuando ocurre un desastre, explica Bertogg. Luego agregue a eso la expansión urbana que hace las ciudades geográficamente más grandes y, por lo tanto, más vulnerables, añade. Un buen ejemplo de eso es cómo los incendios forestales comenzaron a dañar más casas en California a medida que se construían más casas en áreas rurales, recuerda.
Además, se están construyendo más inmuebles en las costas y a lo largo de vías fluviales, lo que los vuelve más vulnerables a las tormentas y las inundaciones, siendo las inundaciones “la mayor amenaza para la economía mundial”, asegura Bertogg.
Con todo, Smith, de la NOAA, sigue buscando un pequeño resquicio de esperanza entre los nubarrones: “Sólo espero que las tendencias sean un poco menos profundas y menos estresantes para la sociedad. A todos nos hace falta un respiro”.
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Seth Borenstein está en Twitter como @borenbears
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