Por sequía, autoridades mexicanas detienen extracción de agua de embalse en comunidad de clase alta
Debido a una grave sequía, autoridades del centro de México decidieron el martes dejar de extraer agua de un embalse que alberga una comunidad lacustre de lujo y que se está secando rápidamente.
Los residentes de los alrededores de la presa de Valle de Bravo —una zona salpicada de casas caras a unas dos horas al oeste de Ciudad de México— habían protestado porque la capital estaba extrayendo agua del lago. El embalse se ha vaciado en tres cuartas partes, lo que ha perjudicado al turismo y al sector inmobiliario.
Citlalli Peraza, funcionaria regional de la Comisión Nacional del Agua, dijo que las autoridades han decidido dejar de extraer agua de Valle de Bravo. En su lugar, optaron por abastecer a la Ciudad de México desde la presa de El Bosque, relativamente despoblada y un poco más alejada de la capital. El embalse de El Bosque está a poco más de la mitad de su capacidad.
Pero las autoridades recibieron simultáneamente quejas de los habitantes de Ciudad de México de que los abastecían con agua sucia o contaminada. Los habitantes de un barrio de clase alta de Ciudad de México organizaron una protesta el martes en la que bloquearon el tráfico en la principal avenida norte-sur de la ciudad, quejándose de que el agua que recibían olía a aceite o gasolina.
Los habitantes de otros barrios afirman que, al bajar el nivel de los embalses, el agua que les llega es cada vez más turbia y maloliente.
Los pobladores de Valle de Bravo se quejan de que su embalse se está vaciando debido a la negativa de Ciudad de México a reparar las tuberías rotas que desperdician gran parte del agua.
Según la Comisión Nacional del Agua, en lo que va de año ha llovido en todo el país un 29,6% menos que en un año normal.
Cada vez se ven más camiones cisterna repartiendo agua en barrios de clase media y media-alta de Ciudad de México; muchos barrios más pobres de la capital nunca han tenido un servicio de agua eficaz.
La falta de agua ha provocado incendios en lugares inesperados.
El fin de semana se incendió uno de los dos colectores de aguas pluviales de Ciudad de México. Según las autoridades, los gases residuales se acumularon en el interior del conducto subterráneo y se incendiaron, provocando llamas que salieron disparadas por los conductos de ventilación a decenas de metros de altura.
Al parecer, ha circulado tan poca agua por el sistema de drenaje que las aguas residuales se han estancado, permitiendo la acumulación de gases.
En marzo, una de las cuencas de captación de aguas pluviales de la capital se incendió y calcinó 30 hectáreas (75 acres) de vegetación seca.
La cuenca de El Cristo forma parte de una serie de grandes estanques destinados a retener el exceso de agua procedente de los desagües pluviales. Como la ciudad está situada en un valle de alta montaña sin salida natural, las escorrentías tienden a desbordar los desagües artificiales. Los vasos reguladores actúan como zonas de amortiguación.
Normalmente, esas cuencas están tan verdes por las lluvias que los residentes a veces las utilizaban en el pasado como improvisados canchas de fútbol o para el pastoreo de animales.