Protestas en Kenia contra una central nuclear en un balneario donde viven especies amenazadas
Decenas de personas protestaron el viernes contra un plan para construir la primera central nuclear de Kenia en uno de sus balnearios costeros más destacados, que también acoge un bosque aspirante a entrar en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
El condado de Kilifi es conocido por sus impolutas playas de arena, con hoteles y bares de playa a lo largo de los 265 kilómetros (165 millas) de costa, donde los visitantes bucean o navegan entre arrecifes de coral o ven aves en el bosque de Arabuko Sokoke, un importante hábitat natural para la conservación de especies inusuales y en peligro, según la organización de Naciones Unidas.
La planta, propuesta el año pasado, se construiría en la localidad de Kilifi, unos 522 km (324 millas) al sureste de la capital, Nairobi. Muchos vecinos se han opuesto abiertamente a la propuesta, preocupados por lo que describen como efectos negativos del proyecto sobre las personas y el medio ambiente, lo que ha dado pie a una serie de protestas que a menudo se tornaron violentas.
El grupo Musulmanes por los Derechos Humanos (MUHURI) lideró la marcha del viernes en Kilifi hasta la oficina del gobernador del condado, donde los inconformes le entregaron un documento para oponerse formalmente a la construcción de la planta.
Algunos corearon lemas contra la energía nuclear, y otros llevaban carteles con el lema en suajili “Sitaki nuclear”, que significa “No quiero nuclear”.
La central de 1.000 MW comenzaría a construirse en 2027 y estaría operativa para 2034, a un coste de 500.000 millones de chelines de Kenia (3.800 millones de dólares).
Timothy Nyawa, pescador de la zona, participó en la marcha por temor a que una central nuclear matara el pescado y acabara con su fuente de ingresos. “Si instalan una planta nuclear aquí, los lugares donde crían los peces acabarán todos destruidos”.
Phyllis Omido, directora ejecutiva del Centro por la Gobernanza de Justicia y Acción Ambientalista, que también acudió a la manifestación, dijo que las localidades en la costa oriental de Kenia dependen del ecoturismo como su principal fuente de ingresos, y una central nuclear amenazaría sus medios de vida.
“Tenemos el único bosque costero del este de África, tenemos el parque marino de Watamu, tenemos la mayor plantación de manglares de Kenia. No queremos que la (energía) nuclear destroce nuestro ecosistema”, dijo.
Su centro presentó una petición al parlamento en noviembre de 2023 pidiendo una investigación y afirmando que la población local tenía información limitada sobre la planta propuesta y los criterios para elegir su ubicación. También planteó sus preocupaciones sobre los riesgos para la salud, el entorno y el turismo en caso de una fuga nuclear y afirmó que el país corría un “alto riesgo” sin medidas legales y de respuesta a desastres adecuadas. La petición expresaba las reservas sobre seguridad y manejo de los residuos radiactivos, en un país propenso a inundaciones y sequías".
El Senado suspendió el proceso hasta que se instruyera una demanda presentada por dos abogados en julio que intentaban instar a la Agencia Energía y Energía Nuclear (Nupea) a no iniciar la construcción de la planta, alegando que las reuniones de participación ciudadana habían sido apresuradas.
Nupea dijo que las obras no comenzarían en varios años y que se estaban considerando las leyes medioambientales, y afirmó que se habían realizado consultas ciudadanas adecuadas.
La agencia nuclear también publicó un reporte de impacto el año pasado que recomendaba que se tomaran medidas para garantizar la protección medioambiental, como planes detallados para gestionar los residuos radiactivos, y acciones para mitigar el daño ambiental, por ejemplo creando una unidad nuclear en la autoridad nacional de gestión medioambiental y equipos de respuesta a emergencias.
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