Activista anti-Putin, Navalny, designado como “terrorista”
Alexei Navalny cumple 266 días de condena de tres años y medio en prisión
Las autoridades rusas han clasificado al líder de la oposición encarcelado, Alexei Navalny, como “terrorista” y “extremista”, según una nueva publicación en las redes sociales del enemigo del Kremlin.
El político de la oposición dijo que había sido convocado a comparecer ante una comisión, que votó por unanimidad para cambiar su estatus - y colocar un tablero sobre su cama en la cárcel llamándolo “terrorista”.
Pero Navalny, que fue detenido y encarcelado a su regreso a Rusia en enero, afirmó que la nueva etiqueta puede resultar menos onerosa que la anterior designación de “riesgo de fuga”. Esta última iba acompañada de una vigilancia mucho más intrusiva, sugirió.
“Conté que ‘Navalny, Alexei, nacido en 1976, encarcelado ilegalmente en la colonia 2, sección 2, informando, 1669 veces’”, escribió en un post de Instagram.
“Eso es lo que tenía que hacer cada dos horas para demostrar que no me había fugado. Y se volvió terriblemente molesto”.
Navalny fue designado como riesgo de fuga incluso antes de ser trasladado a la tristemente célebre colonia penitenciaria de Pokrov, a 100 km al este de Moscú. Esa designación abrió la puerta a un régimen de vigilancia agotador que, según él, equivalía a la tortura.
El extremismo, en comparación, era una “felicidad”, escribió.
“Me preocupaba que me exigieran besar los retratos de Putin y aprenderme de memoria los discursos de Medvédev, pero resulta que no es necesario”, escribió. “La única diferencia es que ahora tengo una pizarra sobre mi cama”.
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Navalny, de 45 años, ha sido el opositor político más destacado de Vladimir Putin y sobrevivió a un ataque con un agente nervioso en agosto de 2020. Un conjunto de pruebas convincentes conecta ese aparente intento de asesinato con las autoridades rusas. El Kremlin rechaza la acusación.
El político opositor fue encarcelado tras una serie de juicios dudosos, ampliamente considerados como de motivación política y contrarios a las normas legales, el primero de ellos incluso celebrado en una comisaría.
En los meses que siguieron a la condena de Navalny en febrero, las autoridades rusas se esforzaron por desbaratar su influencia, ilegalizando sus organizaciones, persiguiendo a sus seguidores y calificando su movimiento de “extremista”.
Los procesos penales en curso contra el crítico del Kremlin afirman que creó organizaciones que intentaron desacreditar al gobierno y encender una revolución violenta.