Campamento de tiendas de campaña para palestinos desplazados revive viejos traumas
Cuando salió el sol el viernes y el calor otoñal horneó restos podridos en las calles de Gaza, Mohammed Elian salió del agujero del cierre de su nueva casa de lona.
Él, y cientos de palestinos más que han sido desplazados por la guerra entre Israel y Hamas, acudieron a un escuálido campamento de tiendas de campaña en el sur de Gaza, en una imagen que les ha traído recuerdos de su mayor trauma.
La semana pasada, después de que el ejército israelí ordenara a la familia de Elian, junto con más de un millón de palestinos, evacuar el norte del país, este diseñador gráfico de 35 años, elegantemente vestido y oriundo de la ciudad de Gaza, se quedó sin hogar en la ciudad de Jan Yunis, con pocas comodidades, salvo unos colchones delgados, cargadores de teléfono alimentados por energía solar y la ropa y las ollas que pudo meter en el coche de su amigo.
Sin otro lugar adonde ir, Elian, su esposa y sus cuatro hijos arribaron al extenso campamento de tiendas de campaña que surgió esta semana al desbordarse los refugios de las Naciones Unidas en Gaza, donde la mayoría de la gente ya son refugiados de la guerra de 1948 que rodeó la creación de Israel.
“Lo hemos dejado todo atrás, y ni siquiera estamos a salvo”, dijo Elián desde un hospital cercano donde buscaba agua para llevar a sus hijos, de entre 4 y 10 años. El lejano ruido de los ataques aéreos se oía a través del teléfono.
Muchos palestinos han huido o perdido sus hogares durante el intenso bombardeo israelí provocado por un sangriento ataque transfronterizo perpetrado por los combatientes de Hamas hace casi dos semanas. La improvisada construcción de la ciudad de tiendas de campaña en Jan Yunis para darles cobijo ha provocado ira, incredulidad y dolor en todo el mundo árabe.
Fila tras fila de tiendas blancas se elevan desde el polvoriento aparcamiento. Los niños se sientan a la sombra y juegan lánguidamente con piedras. Los hombres se cortan el pelo unos a otros. Vecinos recién conocidos esperan afuera a recibir su comida compartida de los trabajadores de la ONU: un par de hogazas de pan y latas de atún o frijoles.
“Estas imágenes son algo que el mundo árabe no puede aceptar”, señaló Daoud Kuttab, periodista palestino en Jordania.
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DeBre informó en Jerusalén.