Corea del Sur destituye a ministro tras una avalancha letal

El parlamento de Corea del Sur, controlado por la oposición, votó el miércoles a favor de destituir al ministro de Interior y Seguridad, Lee Sang-min, al considerarlo responsable de los fallos del gobierno en la planificación y respuesta a desastres que pudieron haber contribuido al elevado número de fallecidos en una avancha humana que mató a casi 160 personas en octubre.

El proceso suspende a Lee de sus funciones. La Corte Constitucional tiene 180 días para determinar si la medida es definitiva o si puede regresar al cargo.

En este tiempo, el viceministro Han Chang-seob asumirá el cargo de forma interina.

Lee está considerado un aliado clave del presidente, el conservador Yoon Suk Yeol, cuya oficina emitió una airada respuesta al proceso en la que acusó a los disputados opositores de abandonar los principios legislativos y crear una “historia vergonzosa”.

En un comunicado, Lee expresó su pesar luego de que cámara aprobó su destitución por 179 votos frente a 109 y dijo que defenderá su caso ante el Constitucional.

“Espero que se resuelva el vacío en la (gestión de la) seguridad pública creado por esta situación sin precedentes”, afirmó.

Lee es el primer ministro destituido por la Asamblea Nacional. En diciembre de 2016 se abrió un proceso similar contra la expresidenta Park Geun-hye, que fue apartada formalmente por el Tribunal Constitucional y fue arrestada en un caso de corrupción.

El proceso contra Lee se produce semanas después de que la policía anunció que iba a presentar cargos penales, incluyendo homicidio involuntario y negligencia, contra 23 funcionarios, casi la mitad de ellos agentes, por la falta de medidas de seguridad que, según indicó, fueron las responsables de la aglomeración de gente en Itaewon, uno de los principales distritos de ocio nocturno de la capital, Seúl.

Tras una investigación de 74 días sobre el incidente, la Agencia Nacional de Policía concluyó que la policía y los funcionarios públicos del distrito Yongsan no emplearon medidas significativas de control de multitudes a pesar de prever una gran concentración de gente con motivo de la celebración de Halloween. También se ignoraron las llamadas de transeúntes a los teléfonos de emergencia de la policía en las que se advertía de una aglomeración antes del letal desenlace el 28 de octubre.