La querida emperatriz emérita de Japón, Michiko, cumple 90 años

Mari Yamaguchi
Domingo, 20 de octubre de 2024 02:21 EDT
JAPÓN-EMPERATRIZ MICHIKO
JAPÓN-EMPERATRIZ MICHIKO (AP)

La querida emperatriz emérita de Japón, Michiko, recibió saludos de sus familiares y funcionarios del palacio por su cumpleaños número 90 el domingo, mientras se recupera de una fractura en la pierna, dijeron las autoridades.

Michiko fue la primera plebeya en convertirse en emperatriz en la historia moderna de Japón. Michiko Shoda, con educación católica, y el entonces príncipe heredero Akihito se casaron el 10 de abril de 1959.

La pareja se retiró después de que Akihito abdicó en 2019, cuando su hijo, el emperador Naruhito, ascendió al Trono del Crisantemo y su esposa, Masako, se convirtió en emperatriz.

Desde entonces, Akihito y Michiko se han retirado en gran medida de las apariciones públicas para disfrutar de su tranquila vida juntos, dar paseos diarios dentro de los jardines del palacio, hacer viajes privados ocasionalmente y organizar pequeñas reuniones para leer libros y música, según la Agencia de la Casa Imperial.

El emperador emérito ha estado preocupado por la fuerza física de Michiko y le ha preguntado cómo se siente, dijeron las autoridades.

Michiko se cayó a principios de octubre en su residencia y fue operada por una fractura de femoral y se ha recuperado gracias a que realiza sesiones diarias de rehabilitación, dijeron funcionarios del palacio. Se esperaba que estuviera en una silla de ruedas cuando se uniera a sus simpatizantes para la celebración del domingo.

La emperatriz emérita estuvo profundamente preocupada por las personas afectadas por el mortal terremoto del 1 de enero en la región de Noto, en el centro-norte de Japón, especialmente aquellos que sufrieron daños adicionales por las fuertes lluvias e inundaciones de septiembre, dijo el palacio.

Desde que se jubiló, Michiko ha compartido su amor por la literatura, incluidos los libros infantiles, la poesía y la música en inglés, con sus amigos y con Akihito.

La pareja rompió con las tradiciones y trajo muchos cambios a la monarquía: eligieron criar a sus tres hijos ellos mismos, hablaban más a menudo con el público y compensaron a las víctimas de la guerra dentro y fuera de Japón. Sus estrechas interacciones les han granjeado un profundo afecto entre los japoneses.

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