Lecciones de la guerra de Ucrania y cómo podrían aplicarse a un posible conflicto por Taiwán

Mientras la guerra continúa en Ucrania, EEUU está haciendo algo más que apoyar a un aliado

Tara Copp
Jueves, 16 de febrero de 2023 13:43 EST

Mientras la guerra continúa en Ucrania, Estados Unidos está haciendo algo más que apoyar a un aliado. Está aprendiendo lecciones, con la vista puesta en un posible enfrentamiento con China.

Nadie sabe cuál será el próximo gran conflicto militar de Estados Unidos o si Washington enviará tropas, como lo hizo en Afganistán e Irak, o proporcionará grandes cantidades de ayuda y experiencia, como lo ha hecho con Ucrania. Sin embargo, China sigue siendo la mayor preocupación de Estados Unidos.

Funcionarios militares norteamericanos aseguran que Beijing se alista para invadir la relativamente autónoma Taiwán para 2027, y Estados Unidos sigue siendo el principal aliado y proveedor de armas de defensa para la isla.

Aunque existen diferencias clave en la geografía y en el compromiso de Estados Unidos de acudir en defensa de Taiwán, “hay paralelismos claros entre la invasión rusa a Ucrania y un posible ataque chino a Taiwán”, concluyó el mes pasado un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).

A continuación, algunas de las lecciones de la guerra de Ucrania y cómo podrían aplicarse a un posible conflicto por Taiwán:

ARMADA POR ADELANTADO

Poco después de que las tropas rusas ingresaron a Ucrania en febrero pasado, Estados Unidos y sus aliados comenzaron a enviar cantidades masivas de armas a través de la frontera desde países aliados. En cambio, Taiwán necesitaría estar completamente armada por adelantado, según descubrió el CSIS en decenas de escenarios de guerra que ejecutó para su informe.

“El ‘modelo de Ucrania’ no se puede replicar en Taiwán porque China puede someter la isla a un aislamiento durante semanas o incluso meses”, descubrió el CSIS. “Taiwán debe comenzar la guerra con todo lo que necesitará”.

La subsecretaria de Defensa norteamericana, Kathleen Hicks, explica que Ucrania “tuvo más un enfoque de arranque en frío que el enfoque planificado con el que hemos estado trabajando para Taiwán, y aplicaremos esas lecciones”.

En entrevista con The Associated Press, Hicks señala que un desembarco anfibio es la operación militar más difícil de emprender. Adicionalmente, un reabastecimiento a la isla sería difícil, particularmente si China obstruye el acceso en el océano.

PROBLEMAS DE EXISTENCIAS

Sin embargo, el Pentágono no puede acopiar material que no tiene. Ucrania está ejerciendo una intensa presión sobre los arsenales de defensa estadounidenses y europeos y poniendo de manifiesto que ninguno de ellos estaba preparado para un conflicto convencional de gran envergadura.

Para determinados materiales “tenemos puntos débiles, tanto en nuestro inventario como en nuestra capacidad de producción”, indica Mark Cancian, asesor principal del Programa de Seguridad Internacional del CSIS y autor del informe sobre Taiwán. “En un par de lugares, sobre todo en munición de artillería, podría convertirse en una crisis”, añade.

Ucrania dispara hasta 7.000 proyectiles al día para defenderse y ha dependido de los anuncios, alrededor de cada dos semanas, de nuevos envíos de municiones de Estados Unidos.

Desde que Rusia invadió a Ucrania, Washington le ha enviado a Kiev millones de municiones, incluidas armas pequeñas y proyectiles de artillería, 8.500 sistemas antiblindaje Javelin, 1.600 sistemas antiaéreos Stinger y 100.000 cartuchos de munición de 125 mm para tanques.

Uno de los mayores problemas de reservas ha sido la munición para obuses de 155 mm. Estados Unidos ha enviado a Ucrania 160 de esas piezas de artillería y más de un millón de cartuchos, que se han utilizado intensamente, con hasta 3.000 disparos diarios, según el Pentágono.

Ucrania libra un tipo de guerra diferente a la que probablemente enfrentaría Estados Unidos con China, asevera Doug Bush, subsecretario del Ejército para adquisiciones. Una futura campaña militar de Estados Unidos probablemente implicaría mucho más poderío aéreo y marítimo, lo que reduciría parte de la presión sobre los sistemas terrestres y sus municiones, pero los aliados aún necesitarían ser apoyados con sistemas y municiones terrestres.

RECONSTRUIR TOMA TIEMPO

La estrategia de defensa del Pentágono dice que Estados Unidos debe poder llevar a cabo una guerra mientras disuade a otra, pero la cadena de suministros no refleja eso.

Hicks afirma que la oleada de armas a Ucrania “no ha ralentizado el apoyo de Estados Unidos a Taiwán”, pero muchas de las ventas militares prometidas a la isla se topan con las mismas presiones que enfrentan las municiones a Ucrania, como piezas limitadas o problemas de mano de obra.

En respuesta, Washington ha establecido una autoridad presidencial para el retiro de fondos para Taiwán, agrega Hicks, lo que permitirá a Estados Unidos enviar armas de sus propias reservas en lugar de concertar nuevos contratos.

El ejército estadounidense está trabajando con el Congreso para obtener la autoridad para hacer contratos de varios años, de modo que las empresas puedan invertir para satisfacer las necesidades a más largo plazo, especialmente para los sistemas que el subsecretario Bush llamó “los cuatro grandes”: los misiles Javelin, el Sistema de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS, un sistema de lanzamisiles múltiple ligero montado en un camión militar), municiones para el Sistema guiado de lanzamiento múltiple de cohetes (GMLRS) y proyectiles de 155 mm.

“Sin esa urgencia, corremos el riesgo de retrasarnos en el momento equivocado”, afirma Bush.

El ejército estadounidense está agregando líneas de producción para artillería de 155 mm, incluidos los componentes principales —como la carcasa metálica exterior, los cargadores, las espoletas y el material explosivo— mientras en este momento toda la producción se encuentra en una sola fábrica en Iowa.

Todo eso llevará tiempo. El CSIS informó que podría tomar cinco años o más para reponer las reservas para los sistemas de 155 mm, los Javelin y los Stinger.

“La buena noticia es que creo que el conflicto de Ucrania ha alertado a la gente sobre estas debilidades. La mala noticia es que llevará mucho, mucho tiempo resolverlos, incluso si hay mucha voluntad política”, advierte Hal Brands, miembro sénior del American Enterprise Institute (AEI, un centro de investigación con sede en Washington).

No queda mucho excedente para enviar a las reservas en Europa y muchas de las naciones aliadas se apresuran a firmar nuevos contratos con la industria para reponer las existencias. Sin embargo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió esta semana en Bruselas que, en particular para municiones de mayor calibre, como la artillería terrestre, podrían pasar hasta dos años y medio antes de que se entreguen nuevos pedidos.

EL ESPACIO COMO LÍNEA DE FRENTE

Con el uso de tanques y artillería, la guerra de Ucrania a menudo parece una vuelta a las guerras terrestres del siglo XX, pero en realidad ha brindado lecciones sobre cuán valiosa se ha vuelto la tecnología espacial para la información de inteligencia, las comunicaciones y la propaganda.

Antes de la guerra, fue posible conocer imágenes satelitales que mostraban a las fuerzas rusas reunidas a lo largo de la frontera con Ucrania, contrarrestando las afirmaciones de Rusia de que solo estaba realizando ejercicios militares. Mientras las tropas cruzaban la frontera, los civiles ucranianos transmitieron imágenes y videos en tiempo real desde sus celulares para exponer las posiciones militares rusas, registrar confesiones de soldados rusos capturados y publicitar las derrotas y muertes de militares rusos.

Cuando las torres de telefonía celular y de alta tensión de Ucrania fueron atacadas, el director ejecutivo de SpaceX, Elon Musk, proporcionó a Kiev cientos de sus terminales Starlink para mantener a Ucrania conectada con internet.

“A los rusos le pasaron factura en la guerra de la información desde el primer día, y nunca fueron capaces de controlar la narrativa que salía de Ucrania” sobre una democracia atacada, asegura Brands. “Deberíamos suponer que China no cometerá el mismo error, que intentará controlar el espacio informativo muy activamente”.

Los expertos espaciales de Estados Unidos también sopesan expandir las comunicaciones por satélite, aprovechando los éxitos de Starlink. Si bien Starlink es ahora el principal anillo de comunicación comercial en órbita, están llegando otros proveedores de conexión a internet.

Starlink tiene miles de satélites orbitando la Tierra a la misma baja altitud, formando un anillo. En un conflicto potencial, si un satélite fuera atacado, sería reemplazado rápidamente por otro en la misma orbita detrás de él.

Ese tipo de comunicaciones satelitales proliferadas es “el camino del futuro”, declara en entrevista a la AP John Plumb, subsecretario de Defensa para política espacial. “Esto es a lo que tenemos que adaptarnos”.

HAY QUE PREPARARSE PARA LA CIBERGUERRA

Aunque deben protegerse, los satélites y sus transmisiones, también son vulnerables las estaciones terrestres para procesar y difundir información. Cuando Rusia invadió Ucrania, un ataque de software contra la red ucraniana de comunicaciones por satélite Viasat deshabilitó decenas de miles de módems. Si bien Viasat no ha dicho quién tuvo la culpa, Ucrania culpó a los hackers rusos.

Es probable que China use una guerra cibernética para evitar que Taiwán envíe mensajes similares que demuestren que está resistiendo efectivamente cualquier ataque, advierte Brands.

La Fuerza Espacial de Estados Unidos ya puso atención en el tema.

“Si no pensamos en la ciberprotección de nuestras redes terrestres”, estas quedarán vulnerables y los satélites no podrán distribuir su información, apunta el Jefe de Operaciones Espaciales, el general Chance Saltzman.

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