Declaración de Putin sobre el despliegue de armas nucleares en Bielorrusia eleva las tensiones
En algún momento este verano, si es que se le puede creer al presidente Vladímir Putin, Rusia trasladó algunas de sus armas nucleares de corto alcance a Bielorrusia, más cerca de Ucrania y a las puertas de los miembros de la OTAN en Europa Central y del Este
En algún momento este verano, si es que se le puede creer al presidente Vladímir Putin, Rusia trasladó algunas de sus armas nucleares de corto alcance a Bielorrusia, más cerca de Ucrania y a las puertas de la OTAN.
El despliegue anunciado de armas rusas en el territorio de su vecino y aliado leal marca una nueva etapa en la intimidación nuclear del Kremlin en el contexto de su invasión de Ucrania y otra apuesta para desalentar a Occidente de incrementar su apoyo militar a Kiev.
Ni Putin ni su homólogo bielorruso, Alexander Lukashenko, especificaron cuántas armas fueron trasladadas, sino sólo que instalaciones de la era soviética en el país habían sido preparadas para alojarlas, y que pilotos y equipos bielorrusos para el manejo de misiles habían recibido entrenamiento para usarlas.
Ni Estados Unidos ni la OTAN han confirmado el traslado. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, denunció que la retórica de Moscú era “peligrosa e imprudente”, pero hace algunas semanas declaró que la alianza no ha visto ningún cambio en la postura nuclear de Rusia.
Si bien algunos expertos dudan de la veracidad de las afirmaciones de Putin y Lukashenko, otros hacen notar que la inteligencia occidental podría ser incapaz de monitorear dicho movimiento.
Este mes, la cadena CNN citó a funcionarios de inteligencia de Washington, quienes expresaron que no tenían motivos para dudar de la aseveración de Putin sobre la entrega del primer lote de las armas a Bielorrusia, y señalaron que para Estados Unidos sería difícil rastrear un movimiento así.
A diferencia de los misiles balísticos intercontinentales con ojivas atómicas, capaces de destruir ciudades enteras, las armas nucleares tácticas para su uso contra soldados en el campo de batalla pueden tener una carga pequeña, de aproximadamente 1 kilotón. La bomba atómica que estalló en Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial era de 15 kilotones.
Los dispositivos son compactos: se emplean en bombas, misiles y proyectiles de artillería, por lo que podrían transportarse con discreción en un camión o avión. Aliaksandr Alesin, analista militar independiente radicado en Minsk, dijo que las armas utilizan contenedores que no emiten radiación y podrían haber sido transportadas por aire a Bielorrusia sin que la inteligencia occidental las detectara.
“Caben fácilmente en un avión de transporte Il-76 convencional”, señaló Alesin. “Hay docenas de vuelos al día, y es muy difícil rastrear ese vuelo en especial. Los estadounidenses podrían fallar en monitorearlo”.
Bielorrusia tiene 25 instalaciones subterráneas que se construyeron durante la Guerra Fría para misiles de rango intermedio con ojivas nucleares, las cuales pueden resistir ataques de misiles, confirmó Alesin. Sólo cinco o seis de ese tipo de depósitos podrían realmente almacenar armamento nuclear táctico, agregó, pero las fuerzas armadas operan en todos ellos para engañar a la inteligencia occidental.
En la primera etapa de la guerra, Putin mencionó su arsenal nuclear al comprometerse repetidas veces a utilizar “todos los medios” necesarios para proteger a Rusia. Recientemente ha moderado sus declaraciones, pero su alto lugarteniente Dmitri Medvédev sigue insinuando la posibilidad con una facilidad aterradora.
Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, y presidente sustituto de Rusia entre 2008 y 2012 debido a que Putin se vio restringido por los límites al mandato presidencial, despliega amenazas casi diarias según las cuales Moscú no titubeará en utilizar sus armas nucleares.
En un artículo reciente, Medvédev declaró que “el apocalipsis no sólo es posible, sino bastante probable”, y la única manera de eludirlo es ceder ante las exigencias rusas.
Al mundo le espera un enfrentamiento “mucho peor que durante la crisis de los misiles de Cuba porque nuestros enemigos han decidido realmente vencer a Rusia, la mayor potencia nuclear”, escribió.
Muchos comentaristas occidentales desestiman esas afirmaciones, calificándolas de fanfarronadas.
Putin parece haber moderado su retórica nuclear desde que China le envió señales de que así lo hiciera, dijo Keir Giles, experto en Rusia en Chatham House, un centro de investigación sin fines de lucro.
“El disgusto evidente de China sí tuvo efecto y podría haber estado acompañado de mensajes privados a Rusia", declaró Giles a The Associated Press.
La doctrina de defensa de Moscú prevé una respuesta nuclear frente a un ataque atómico o incluso un ataque con armas convencionales que “amenace la existencia misma del Estado ruso”. Esta formulación vaga ha llevado a algunos expertos rusos a pedirle al Kremlin que explique con más detalle esas condiciones y obligue a Occidente a tomarse más en serio esas advertencias.
“La posibilidad de emplear armas nucleares en el conflicto actual no debe ocultarse”, dijo Dmitry Trenin, quien fue director del Centro Carnegie en Moscú durante 14 años antes de incorporarse al Instituto para la Economía Mundial y las Relaciones Internacionales, financiado por Moscú.
“La perspectiva real, no teórica, de ello debería crear estímulos para detener el agravamiento de la guerra y, a la larga, preparar el terreno para un equilibrio estratégico en Europa que fuese aceptable para nosotros”, escribió recientemente.
Las creencias occidentales de que Putin está mintiendo con respecto a la posibilidad de usar armas nucleares son "un espejismo extremadamente peligroso”, dijo Trenin.
Serguéi Karaganov, destacado experto ruso en asuntos internacionales que asesora al Consejo de Seguridad de Putin, dijo que Moscú debería hacer que sus amenazas nucleares fuesen más específicas para “quebrar la determinación de Occidente” y obligarlo a dejar de apoyar a Ucrania en el intento de ésta por recuperar zonas en poder ruso por medio de una lenta contraofensiva.
“Es necesario restablecer el miedo de que haya una intensificación nuclear; de lo contrario, la humanidad está condenada”, advirtió, y sugirió que Rusia establezca una “escala” de acciones crecientes.
Desplegar armas nucleares en Bielorrusia fue el primer paso, dijo Karaganov, y quizás el paso siguiente sea advertir a los residentes de etnia rusa en países que apoyan a Ucrania que evacúen las zonas cercanas a instalaciones que podrían ser blancos nucleares.
Si lo anterior no funciona, Karaganov sugirió un ataque nuclear a Polonia, alegando que Washington no se atrevería a responder del mismo modo para proteger a un aliado de la OTAN, por temor a desatar una guerra mundial.
“Si armamos la estrategia de intimidación adecuada e incluso su implementación, el riesgo de un ataque nuclear de represalia, o cualquier otro, en nuestro territorio se reduciría al mínimo”, dijo. “Sólo si un demente que odia a su propio país ocupa la Casa Blanca se arriesgaría Estados Unidos a atacar ‘en defensa’ de los europeos y generar una respuesta, sacrificando a Boston por Poznan".
El Consejo de Políticas Exteriores y de Defensa, con sede en Moscú, un panel de militares de alto rango y expertos en política exterior que incluye a Karaganov, tachó sus comentarios de “una amenaza directa a toda la humanidad”.
Si bien analistas partidarios del Kremlin plantearon escenarios así, Lukashenko, el gobernante bielorruso, dice que el objetivo de albergar armas nucleares rusas en su territorio es desalentar una agresión de Polonia.
Alegó que varias armas nucleares fueron transportadas por aire a Bielorrusia sin que la inteligencia occidental se diera cuenta, y que el resto llegará más adelante este año. Funcionarios en Moscú y Minsk dijeron que aeronaves bielorrusas Su-25 de ataque a tierra podrían transportar las ojivas nucleares, o bien, ser colocadas en misiles Iskander de corto alcance.
Giles, de Chatham House, dijo que el objetivo del despliegue era “consolidar el control de Putin sobre Bielorrusia” y que no le ofrecía a Moscú ninguna ventaja militar con respecto a colocarlos en el enclave ruso de Kaliningrado en el Báltico, que tiene frontera con Polonia y Lituania.
Occidente debería reconocer que se trata de una estratagema “que tiene mucho más que ver con las ambiciones de Rusia para Bielorrusia que con cualquier efecto genuino sobre la seguridad europea más allá de eso”, dijo Giles.
Algunos observadores cuestionan incluso la veracidad de que el despliegue en Bielorrusia haya ocurrido realmente.
Miles Pomper, investigador sénior del Centro James Martin para el Estudio de la No Proliferación de Armas, en el Instituto Middlebury, cuestionó la afirmación de Lukashenko de que las armas nucleares fueron trasladadas por aire de manera encubierta a Bielorrusia. Dijo que normalmente son enviadas por tren, y que no hay señales “de los elementos de apoyo que uno vería que acompañan los cargamentos de armas”.
Otros apuntan que Rusia pudo haber desplegado las armas sin respetar los protocolos que se usaron en la década de 1990, cuando Moscú quería mostrarle a Occidente que su arsenal nuclear estaba seguro en medio de la agitación económica y política en el país.
Valery Karbalevich, analista militar bielorruso, dijo que guardar en secreto esos detalles podría ser una estrategia del Kremlin para “presionar y chantajear de forma permanente a Ucrania y Occidente. Lo desconocido asusta más que la certeza”.
Alesin, el analista radicado en Minsk, alegó que Estados Unidos y la OTAN podrían estar restándole importancia al despliegue de armamento nuclear en Bielorrusia porque supone una amenaza que para Occidente es difícil de contrarrestar.
“El balcón nuclear bielorruso penderá sobre una zona extensa de Europa. Pero prefieren fingir que no existe tal amenaza, y que el Kremlin sólo intenta asustar a Occidente”, advirtió.
Si Putin decide utilizar armas nucleares, podría hacerlo desde Bielorrusia con la esperanza de que una respuesta occidental esté dirigida a ese país en lugar de a Rusia, señaló Alesin.
La oposición política a Lukashenko advierte que un despliegue así convierte a Bielorrusia en rehén del Kremlin.
Mientras que Lukashenko considera que esas armas son “un paraguas nuclear” que protege al país, “convierten a Bielorrusia en un blanco”, dijo la lideresa opositora exiliada Sviatlana Tsikhanouskaya, quien intentó desbancar al líder autoritario en unas elecciones en 2020 ampliamente consideradas fraudulentas.
“Nuestro mensaje al mundo es que se requieren medidas preventivas, presión política y sanciones para resistir el despliegue de armas nucleares en Bielorrusia", manifestó. "Por desgracia, todavía no hemos visto una reacción firme de Occidente”.
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Yuras Karmanau en Tallin, Estonia, Jill Lawless en Londres y Ellen Knickmeyer en Washington contribuyeron a este reportaje.
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The Associated Press recibe apoyo para su cobertura de seguridad nuclear de la Carnegie Corporation of New York y la Fundación Outrider. La AP es la única responsable de todo el contenido.