Disturbios ponen a prueba al nuevo primer ministro británico
Apenas un mes después de asumir el cargo, Keir Starmer, el primer ministro británico, suena más como el fiscal que solía ser que como el líder de una nación poderosa al intentar sofocar los disturbios que han azotado al país en la última semana.
La crisis en curso presenta su primera prueba importante desde que asumió el poder el 5 de julio.
Starmer ha culpado a instigadores de extrema derecha de difundir rumores y organizar protestas que han tenido como blanco mezquitas, han señalado a comunidades minoritarias y han mostrado saludos nazis, retórica racista y ataques que han herido a más de 100 policías.
La semana pasada, comenzó a circular información falsa en las redes sociales sobre el adolescente acusado de apuñalar fatalmente el 29 de julio a tres niñas y herir a otros 10 niños y adultos en una clase de baile con temática de Taylor Swift. El sospechoso fue identificado incorrectamente como un solicitante de asilo musulmán, lo que aumentó las tensiones raciales y étnicas que causaron disturbios violentos.
“Les garantizo que se arrepentirán de haber participado en este desorden, ya sea directamente o aquellos que promovieron estas acciones en línea y luego huyeron”, dijo Starmer el domingo después de un fin de semana de violencia que incluyó una turba que irrumpió e incendió un hotel que albergaba a inmigrantes. “Esto no es una protesta. Es brutalidad organizada, violenta”.
Los disturbios han eclipsado rápidamente los planes que Starmer presentó cuando llegó al poder el mes pasado después de que su Partido Laborista tuvo una victoria aplastante ante el Partido Conservador.
El nuevo gobierno quería centrarse en revitalizar la economía y los servicios públicos, como el venerado sistema nacional de salud, que se han visto afectados por profundos recortes tras la crisis financiera de 2008, dijo Patrick Diamond, profesor de políticas públicas en la Universidad Queen Mary en Londres.
El gobierno “no quiere, idealmente, lidiar con este tipo de conflictos de identidad”, agregó Diamond. “Creo que las protestas, los disturbios son indudablemente incómodos. Los gobiernos tienen planes cuando llegan al poder, pero a menudo son obligados a salir de su curso, y esta es otra demostración de eso”.
Diamond, quien fue asesor político de los ex primeros ministros Tony Blair y Gordon Brown, ambos laboristas, comparó la situación con la crisis que enfrentó Brown cuando se encontró con su agenda abarrotada por una crisis de inundaciones tras asumir el cargo en 2007.
Starmer, quien fue fiscal jefe de Inglaterra y Gales durante el último brote importante de disturbios en 2011, respondió con un mensaje de tranquilidad respecto a que las comunidades se mantendrán seguras y los perpetradores serán castigados severamente.
También anunció planes para crear un “ejército permanente” de policías especializados en lidiar con disturbios, y para mejorar la comunicación y la cooperación entre las agencias de aplicación de la ley, ya que se cree que multitudes de manifestantes se trasladan de una ciudad a otra para generar problemas.
Una de las cuestiones políticas a las que se enfrenta Starmer es si se le percibe en control de los acontecimientos y utiliza a todo el gobierno en su respuesta para brindar servicios públicos de manera efectiva mientras lidia con cuestiones de cohesión comunitaria, dijo Diamond.
“Es una prueba temprana importante para los ministros”, agregó Diamond. “¿Ellos controlan la crisis o la crisis los controla a ellos?”.
Hasta ahora, los principales enemigos políticos de Starmer han estado unidos en la condena de la violencia y no ha habido muchas críticas a su respuesta.
James Cleverly, exsecretario del Interior, ha dicho que el gobierno debería haber sido más rápido en su respuesta a los disturbios. El conservador también ha cuestionado el propósito y la necesidad del llamado ejército de policía que Starmer ha pedido.
Nigel Farage, líder del partido populista de derecha Reform UK, que solo tiene cinco escaños en el Parlamento a pesar de haber ganado el 14% de los votos, causó polémica por decir que los alborotadores están sujetos a una “aplicación desigual de la ley” y son tratados con más dureza que otros, como los manifestantes del movimiento Black Lives Matter.
Un gran déficit fiscal podría complicar los esfuerzos para responder a la crisis, ya que el gobierno de Starmer se comprometió a pagar horas extras a la policía, celebrar posiblemente sesiones judiciales nocturnas y de fin de semana para lidiar con el aumento de casos judiciales y hacer espacio en un sistema penitenciario ya sobrepoblado para más de 500 reclusos adicionales.
El día de los apuñalamientos en la ciudad costera de Southport, en el noreste del país, Rachel Reeves, secretaria del Tesoro, había anunciado un “agujero negro” recién descubierto de 22.000 millones de libras esterlinas (28.000 millones de dólares) en las finanzas públicas dejado por la administración anterior.
“El lamentable estado del sistema de justicia penal que el nuevo gobierno laborista ha heredado de los conservadores hace que esta difícil situación sea especialmente complicada en términos de falta de plazas disponibles en las prisiones, un atraso realmente grave en los tribunales que limita cómo se pueden procesar los casos”, explicó Cassia Rowland, investigadora sénior del Institute for Government, un grupo independiente de expertos que a través del análisis busca hacer más eficiente al gobierno. “Todas estas cosas afectarán la capacidad de la policía para responder a los disturbios y el desorden y mantener la ley y el orden en las calles”.
Más de 400 personas han sido arrestadas por violencia en más de dos docenas de pueblos y ciudades, y alrededor de 100 han sido acusadas. Pocas han sido puestas en libertad bajo fianza, ya que algunos jueces han dicho que no quieren correr el riesgo de que un acusado sea liberado y se reincorpore a los disturbios.
Con casos que se tramitan rápidamente para una justicia expedita, que es como Starmer respondió en 2011, algunos de quienes se declararon culpables en su comparecencia inicial ya han sido sentenciados.
Un hombre que golpeó a un policía en la cara afuera de una mezquita de Southport el día después del apuñalamiento fue sentenciado el miércoles a tres años de prisión. Otros dos miembros de la turba recibieron penas de prisión de al menos 20 meses.
Antes de que comenzaran los disturbios el 30 de julio, el gobierno había anunciado planes para liberar reclusos antes de su fecha de excarcelación para hacer espacio en las prisiones abarrotadas a partir del mes próximo. Es posible que tengan que hacerlo antes de lo previsto, opinó Rowland.
Aunque un sistema de justicia penal sobrecargado tiene la capacidad de manejar una oleada de casos en el corto plazo, Rowland dijo que se necesitan acciones urgentes para evitar un colapso en el futuro.
“Si la gente, por ejemplo, sale a saquear, comete daños criminales muy graves o provoca incendios, es arrestada y luego liberada porque no hay dónde ponerla, eso envía un mensaje bastante malo sobre la capacidad de la policía y el sistema en general para mantener la ley y el orden”, agregó.
El problema inicial de detener la violencia eventualmente dará paso a otras realidades políticas detrás del desorden, en particular, cómo lidiar con una crisis migratoria que enfrenta Europa respecto a gente que arriesga su vida en peligrosas travesías marítimas desesperada por escapar de las inundaciones, el hambre, la guerra y la pobreza.
La retórica de la ultraderecha y populista se ha centrado en prevenir la inmigración, con manifestantes que cantan “detengan los barcos”, el eslogan que usó el ex primer ministro Rishi Sunak en su promesa de poner un alto a la marea de embarcaciones pequeñas e inestables que transportan migrantes a través del Canal de la Mancha.
“Se trata de una manifestación de violencia dirigida contra los inmigrantes”, dijo Anand Menon, director de U.K. in a Changing Europe, un grupo académico de expertos que brinda análisis imparcial sobre los problemas críticos que enfrenta el Reino Unido. “Refuerza el hecho de que hay una parte de la población que está profundamente preocupada por la inmigración. Por eso creo que el verdadero desafío para el Partido Laborista será … su capacidad y sus planes para abordar los debates más amplios sobre la inmigración”.