EEUU dona equipos de seguridad militar, camiones y motores de lanchas a Ecuador ante violencia
Ecuador recibió nuevos equipos de seguridad para combatir la violencia que azota al país como parte de la cooperación de Estados Unidos al Ejército ecuatoriano que, desde hace dos semanas, lidera las funciones de seguridad interna desde que se declaró el estado de “conflicto armado interno”.
Una misión de alto nivel estadounidense se encuentra en Ecuador hasta el viernes, donde ha mantenido reuniones con el presidente Daniel Noboa, con ministros del área de seguridad y defensa y jefes militares y policiales. Está encabezada por el asesor presidencial para las Américas, Christopher Dodd.
En un acto con la comandante del Comando Conjunto Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, las autoridades ecuatorianas recibieron la donación de equipos tecnológicos y de seguridad para militares, que incluyen seis camiones para logística y transporte, 44 motores para embarcaciones, sistemas operativos para lanchas, ambulancias, montacargas y otros.
Además, está previsto que haya capacitaciones a los ecuatorianos sobre su funcionamiento.
“Este es el testimonio de la colaboración conjunta (…) de nuestra alianza”, destacó Richardson, en un evento en un recinto militar de Guayaquil, donde resaltó que así “podremos combatir a las organizaciones criminales transnacionales que nos afectan a ambas partes”.
Frente a los militares ecuatorianos, la comandante estadounidense aseguró que es “un honor” trabajar de la mano “para fortalecer el mismo equipo, el equipo de la democracia”.
El jefe del comando conjunto de Ecuador, el almirante Jaime Vela, respondió que las fuerzas armadas y Ecuador “se lo agradecen, al mismo tiempo que nos comprometemos a seguir desarrollando las capacidades de nuestra institución armada” en beneficio del país y de sus habitantes. Aseguró que “este equipo militar será utilizado para conseguir la paz”.
Parte de la donación se entregó también a la Secretaría de Gestión de Riegos, mientras el resto del material estadounidense será distribuido en otras unidades militares del país.
Más temprano, el gobierno ecuatoriano realizaba proceso de destrucción de cerca de 22 toneladas de cocaína, el mayor decomiso efectuado en el país, mientras rige un estado de guerra interna declarado por el gobierno para combatir la creciente delincuencia.
Videos a los que tuvo acceso The Associated Press muestran un camión rodeado de un fuerte contingente de militares con armas largas y luego a un grupo de personas descargando los bultos con la droga vestidos con trajes de protección, gafas y máscaras. El sitio de la destrucción se mantiene en reserva por razones de seguridad.
El Ministerio del Interior informó en su cuenta de X, antes Twitter, que en cumplimiento de una orden judicial y mediante la técnica de encapsulamiento procederá a la destrucción de la droga e indicó que el proceso tomará unas 11 horas. No se precisó a qué grupo delictivo pertenecía el cargamento.
Tras verificar el peso y el tipo de sustancia —clorhidrato de cocaína—, se prosiguió con la trituración del material y mezcla que se endurece para su destrucción, explicó a los medios el director de Antinarcóticos de la Policía, general William Villaroel.
El jefe antinarcóticos detalló que la piscina donde se encapsula la droga “ha tenido una duración de siete años, en los cuales se ha depositado algunas toneladas”, que no precisó. Villaroel calificó a esta y otras acciones como golpes “durísimos” a los grupos criminales.
El encapsulamiento consiste en la pulverización de los alcaloides para mezclarlos con cemento, cal, acelerantes de concreto y otro tipo de residuos —como medicina caducada o artículos de contrabando destruidos— que se introducen en hormigoneras industriales o molinos, explicó a AP el experto Edmundo Mera, exsubsecretario Técnico de Sustancias Catalogadas Sujetas a Fiscalización. La mezcla de hormigón luego se deposita en celdas de seguridad o piscinas.
De acuerdo con las autoridades, el territorio ecuatoriano se ha convertido en un centro de almacenamiento y exportación de drogas, especialmente cocaína, hacia Estados Unidos y Europa. En el país operan violentas bandas locales relacionadas con poderosos cárteles de Colombia y México.
Entre el domingo y el lunes integrantes del ejército y la policía descubrieron una propiedad rural en las inmediaciones de la población de Vinces, 201 kilómetros al suroeste de la capital, donde hallaron la cocaína, el mayor decomiso en un solo golpe en la historia del país.
El operativo se produjo en el marco de la guerra interna declarada desde el 9 de enero por el presidente Daniel Noboa al crimen organizado, vinculado con el narcotráfico, que desde el año 2021 ha desatado una incontenible espiral de violencia marcada por asesinatos, secuestros, extorsiones y otros delitos en todo el país.
El estado de guerra interna implica que grupos combinados de la policía y las Fuerzas Armadas realicen reiteradas requisas en las cárceles, muchas controladas por las mafias criminales, y permanentes retenes en calles y carreteras.
También está vigente un estado de excepción que restringe derechos como los de reunión y movilización y un toque de queda que afecta a buena parte de las principales ciudades en diferentes horarios de la noche.
Noboa había asegurado durante su campaña que uno de los principales ejes de acción de su gobierno sería el combate a las bandas criminales, pero poco después de su asunción el 23 de noviembre se desató una oleada de violencia que llegó a su pico cuando un grupo armado irrumpió en vivo en un canal de televisión con explosivos.
Consultada en la red de televisión de Teleamazonas acerca de los dueños de la droga o de la propiedad donde fue incautada la ministra de Gobierno, Mónica Palencia, aclaró que “las investigaciones, una vez incautada la droga o cuando hay cualquier delito, inclusive los delitos flagrantes, inmediatamente pasan a tener carácter reservado”.
Durante 2021 en Ecuador se decomisaron 210 toneladas de drogas, cifra que cayó levemente a 201 en 2022 y que repuntó a 211 el año pasado.
Por años Ecuador había sorteado el hecho de estar en medio de dos de los más grandes productores de droga —Colombia y Perú— pero la situación cambió conforme la delincuencia organizada comenzó a instalarse en el país.