Expulsados por los colonos israelíes, estos palestinos regresaron a un pueblo en ruinas
El pasado otoño, toda una comunidad palestina huyó de su diminuta aldea de Cisjordania tras las repetidas amenazas de colonos israelíes con un historial de violencia. Este verano, en un inusual respaldo de los derechos territoriales palestinos, el Tribunal Supremo de Israel dictaminó que los residentes desplazados de Khirbet Zanuta tenían derecho a regresar bajo la protección de las fuerzas israelíes.
Pero su regreso ha sido agridulce. En los meses transcurridos, casi todas las casas del pueblo, un dispensario y una escuela fueron destruidos, junto con la sensación de seguridad de la comunidad en la remota tierra desértica donde han cultivado y pastoreado ovejas durante décadas.
Aproximadamente el 40% de los antiguos residentes han optado hasta ahora por no regresar. Los cerca de 150 que han regresado duermen junto a las ruinas de sus antiguos hogares. Dicen estar decididos a reconstruir –y a quedarse– aunque los colonos intenten una vez más intimidarles para que se marchen y una orden judicial les impida cualquier nueva construcción.
“Hay alegría, pero también algunos inconvenientes", declaró Fayez Suliman Tel, jefe del consejo de la aldea y uno de los primeros en regresar para encontrarla saqueada: los tejados parecen arrancados de los edificios, las paredes quedaron desfiguradas por los grafitis.
“La situación es extremadamente miserable”, relató Tel, “pero a pesar de ello, nos mantenemos firmes y permanecemos en nuestra tierra, y si Dios quiere, este desplazamiento no se repetirá”.
El cuerpo militar israelí a cargo de los asuntos civiles en la Cisjordania ocupada indicó en un comunicado a The Associated Press que no había recibido ninguna denuncia de vandalismo israelí contra la aldea, y que estaba tomando medidas para “garantizar la seguridad y el orden público” durante el regreso de los aldeanos.
“Los palestinos erigieron ilegalmente una serie de construcciones en el lugar, por lo que se iniciaron procedimientos de ejecución de conformidad con la ley”, dice el comunicado.
Los habitantes de Khirbet Zanuta llevaban mucho tiempo sufriendo el acoso y la violencia de los colonos. Pero tras el ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre, que desencadenó la guerra en Gaza, dijeron que habían recibido amenazas de muerte explícitas de israelíes que vivían en un puesto avanzado no autorizado en lo alto de la colina, llamado Granja Meitarim. El puesto lo dirige Yinon Levi, sancionado por Estados Unidos, Reino Unido, la UE y Canadá por amenazar a sus vecinos palestinos.
Los aldeanos afirman que denunciaron las amenazas y los ataques a la policía israelí, pero que apenas recibieron ayuda. Temiendo por sus vidas, a finales de octubre recogieron todo lo que pudieron y se marcharon.
Aunque la violencia de los colonos había aumentado incluso antes de la guerra bajo el gobierno de extrema derecha del primer ministro Benjamin Netanyahu, se ha disparado desde el 7 de octubre. Más de 1.500 palestinos han sido desplazados por la violencia de los colonos desde entonces, según Naciones Unidas, y muy pocos han regresado a sus hogares.
Khirbet Zanuta constituye un raro ejemplo. No está claro si alguna otra comunidad desplazada ha obtenido permiso judicial para regresar desde el comienzo de la guerra.
Aunque los residentes cuentan con la protección legal del más alto tribunal israelí, siguen teniendo que enfrentarse a Levi y otros jóvenes del puesto avanzado de la Granja Meitarim que intentan intimidarlos.
El pastor Fayez Fares Al Samareh, de 57 años, dijo que regresó a Khirbet Zanuta hace dos semanas para encontrarse con que su casa había sido arrasada por los colonos. Los hombres de su familia se han unido a él para traer sus rebaños de vuelta a casa, explicó, pero las condiciones en el pueblo son graves.
“Los niños no han vuelto y las mujeres tampoco. ¿Dónde se quedarán? ¿Bajo el sol?”, dijo.
La vigilancia de los colonos continúa: Al Samareh aseguró que todos los viernes y sábados llegan al pueblo y fotografían a los residentes.
Videos tomados por activistas de derechos humanos y obtenidos por The Associated Press muestran a los colonos que merodean alrededor de Khirbet Zanuta el mes pasado, tomando fotos de los residentes bajo la mirada de la policía israelí.
Los grupos de defensa de los derechos humanos afirman que, al desplazar pequeñas aldeas, los colonos de Cisjordania como Levi pueden acumular vastas extensiones de tierra, remodelando el mapa del territorio ocupado que los palestinos esperan incluir en su patria como parte de cualquier solución de dos Estados.
La difícil situación de Khirbet Zanuta es también un ejemplo de la limitada eficacia de las sanciones internacionales como medio para reducir la violencia de los colonos en Cisjordania. Estados Unidos ha sancionado recientemente a Hashomer Yosh, un grupo financiado por el gobierno que envía voluntarios a trabajar en granjas de Cisjordania, tanto legales como ilegales. Hashomer Yosh envió voluntarios al puesto avanzado de Levi, según un mensaje publicado el 13 de noviembre en Facebook.
“Después de que los 250 residentes palestinos de Khirbet Zanuta se vieran obligados a marcharse, los voluntarios de Hashomer Yosh cercaron el pueblo para impedir que los residentes regresaran”, declaró la semana pasada un portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Matthew Miller.
Ni Hashomer Yosh ni Levi respondieron a una solicitud de comentarios sobre las intrusiones en el pueblo desde que los residentes regresaron. Pero Levi afirmó en una entrevista concedida en junio a AP que el terreno era suyo y admitió haber participado en la expulsión de palestinos, aunque negó haber actuado con violencia.
“Poco a poco, sientes cuando manejas por las carreteras que todo el mundo se está acercando a ti”, afirmó en ese entonces. “Están construyendo por todas partes, donde quieren. Así que quieres hacer algo al respecto”.
Los derechos legales garantizados a los residentes de Khirbet Zanuta sólo llegan hasta cierto punto. En virtud de la sentencia judicial que les permitió regresar, se les prohíbe construir nuevas estructuras en el pueblo de aproximadamente 1 kilómetro cuadrado. El tribunal dictaminó que el terreno forma parte de una zona arqueológica, por lo que cualquier nueva construcción corre el riesgo de ser demolida.
Angustiados pero no intimidados, los aldeanos están reparando las casas gravemente dañadas, el dispensario de salud y la escuela financiada por la UE, aunque no saben a ciencia cierta por quién.
“Vamos a renovar estos edificios para que estén en condiciones de recibir estudiantes antes de que llegue el invierno”, dijo Khaled Doudin, gobernador de la región de Hebrón, que incluye Khirbet Zanuta, mientras se encontraba en la escuela demolida.
“Y después seguiremos rehabilitándola”, afirmó, “para no dar a la ocupación la oportunidad de demolerla de nuevo”.