Invasión de Ucrania provoca realineamiento global

En vísperas del primer aniversario de la invasión rusa a Ucrania, el campo de batalla se ha estrechado y la resistencia tenaz ha obligado a Moscú a reducir sus objetivos militares, pero las consecuencias diplomáticas de la guerra aún reverberan en el mundo

David Rising
Sábado, 18 de febrero de 2023 09:21 EST
UCRANIA-GUERRA DIPLOMACIA GLOBAL
UCRANIA-GUERRA DIPLOMACIA GLOBAL (AP)

En vísperas del primer aniversario de la invasión rusa a Ucrania, el campo de batalla se ha estrechado y la resistencia tenaz ha obligado a Moscú a reducir sus objetivos militares, pero las consecuencias diplomáticas de la guerra aún reverberan en el mundo.

La guerra ha reformado las alianzas globales, despertado antiguos miedos e insuflado nueva vida en la OTAN y los lazos entre Europa y Estados Unidos.

La invasión ha provocado un acercamiento entre Moscú y Beijing, así como los estados parias de Irán y Corea del Norte. También ha suscitado interrogantes sobre la soberanía, la seguridad y el empleo del poder militar, e intensificado los temores sobre los planes de China para Taiwán.

“La guerra pone de relieve la interrelación entre la diplomacia y el empleo de la fuerza desde un punto de vista en el que nadie ha pensado desde hace muchos, muchos años”, destaca Ian Lesser, vicepresidente del instituto de investigaciones alemán Fondo Marshall.

La invasión de las fuerzas rusas el 24 de febrero de 2022 “significó el fin total del mundo posterior a la Guerra Fría”, declaró el mes pasado el primer ministro japonés Fumio Kishida, durante un discurso en la Universidad Johns Hopkins. “Ha salido a la luz que la globalización y la interdependencia por si solas no garantizan la paz y el desarrollo en todo el globo”.

El presidente ruso Vladimir Putin asegura que Ucrania es una “parte integrante” de la historia rusa que jamás alcanzó una “verdadera categoría de Estado”, la misma posición que sostiene el presidente chino Xi Jinping sobre Taiwán, una isla autónoma reclamada por Beijing.

Seis meses después de la invasión de Ucrania, China emitió un libro blanco sobre Taiwán donde dice que la isla “ha sido parte integrante del territorio de China desde tiempos antiguos”. El documento dice que Beijing aspira a la “reunificación pacífica”, pero que “no renunciará al empleo de la fuerza”.

Las intenciones de China hacia Taiwán datan de mucho antes de la guerra en Ucrania, pero Beijing ha elevado la presión en el último año, incluso con el lanzamiento de misiles balísticos sobre la isla y a aguas japonesas en agosto, tras la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense Nancy Pelosi a Taipéi.

Si Occidente permite que Rusia tenga éxito en Ucrania, China podría sentirse envalentonada con su visión de un orden internacional “divergente del nuestro y que jamás podemos aceptar”, alertó Kishida.

El primer ministro japonés prometió usar la presidencia japonesa del G7 este año para fortalecer “la unidad de los países afines” contra la agresión rusa. “Si permitimos que quede impune este cambio del "statu quo" por la fuerza, sucederá en otras partes del mundo, incluso en Asia”, advirtió.

Una invasión china a Taiwán sería mucho más complicada que el ataque de Rusia a Ucrania, explica Euan Graham, un experto radicado en Singapur del International Institute for Strategic Studies (Instituto Internacional de Estudios Estratégicos o IISS, por sus siglas en inglés).

“El desempeño incompetente de Rusia en el campo de batalla en Ucrania da qué pensar a cualquier alto mando militar o político en China acerca de una aventura en una escala mucho más ambiciosa en Taiwán”, agrega Graham.

Pero el miedo es real. La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, se refirió a la guerra en Ucrania al anunciar en diciembre la extensión del servicio militar.

“Han aprendido de Ucrania la lección de que se debe tener una reserva militar más grande si se produce un conflicto”, dice Graham.

Corea del Norte, que ha amenazado con usar preventivamente sus armas nucleares en una amplia gama de situaciones hipotéticas, ya era motivo de preocupación en la región, pero la insinuación rusa de que podría usar sus armas nucleares en Ucrania despertó nuevos temores.

Corea del Sur, protegida por el “paraguas nuclear” estadounidense, amplió el año pasado las operaciones militares con las fuerzas estadounidenses que se habían reducido durante el gobierno de Donald Trump. Seúl está pidiendo nuevas seguridades de que Washington empleará rápidamente su armamento atómico en caso de un ataque nuclear norcoreano.

Corea del Norte ha brindado un apoyo militar enérgico a su vecino Rusia. El año pasado, Estados Unidos acusó a Pyongyang de proveer proyectiles de artillería a Rusia.

Irán también da ayuda militar a Rusia, proporcionándole los drones portadores de bombas utilizados para atacar usinas y sitios civiles en toda Ucrania.

Los aliados occidentales han colaborado estrechamente en sus respuestas a la guerra, pero han enfrentado el reto diplomático de convencer al resto del mundo sobre el significado de la invasión.

Apenas un puñado de países asiáticos han tomado medidas duras contra Moscú y muchos se abstuvieron en una resolución de Naciones Unidas que condenó el ataque.

Semanas antes de la invasión, China proclamó su amistad “ilimitada” con Rusia. Beijing se ha negado a criticar la guerra y ha aumentado sus compras de petróleo y gas, lo que ayuda a Moscú a contrarrestar las sanciones occidentales.

No obstante, hay indicios de “líneas de falla complejas” en la relación China-Rusia, advirtió Jude Blanchette, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), en una conferencia de prensa telefónica.

Durante conversaciones en septiembre en Uzbekistán, el presidente chino expresó a Putin “preocupaciones” no especificadas con respecto a la invasión, aunque al mismo tiempo prometió dar “fuerte apoyo” a los “intereses medulares” de Rusia.

“Creo que si Xi Jinping pudiera chasquear los dedos, le gustaría ver que termine la guerra, pero de manera tal que Putin continúe en el poder y Rusia siga siendo un socio estratégico fuerte”, agregó Blanchette.

India, fuertemente dependiente de Rusia para su equipamiento militar, también se abstuvo en la resolución de la ONU y sigue comprando petróleo ruso.

Sin embargo, a medida que su rival regional China se acerca a Rusia, India se ha vuelto discretamente hacia Estados Unidos, sobre todo dentro de la asociación Quad, que incluye a Japón y Australia, apunta Viraj Solanki, un experto del centro IISS.

En Europa, la invasión ha revitalizado a la OTAN tras una andanada de críticas del entonces presidente Trump que llevó al presidente francés Emmanuel Macron a declarar que la alianza había sufrido “muerte cerebral”.

Los países miembros y aliados de la OTAN se han unido para ayudar a Ucrania, modificando normas que prohibían la exportación de armas a países en conflicto. Lo más notable, quizás, es que Alemania superó sus tabúes de la post-Segunda Guerra Mundial para enviar tanques Leopard.

La guerra impulsó a Finlandia y Suecia a solicitar su ingreso a la OTAN, algo que la mayoría de los expertos cree que sucederá en los próximos meses.

El año pasado, la OTAN señaló por primera vez a China como reto estratégico, aunque no un adversario directo. La alianza advirtió sobre las ambiciones militares crecientes de Beijing, su retórica agresiva y el estrechamiento de sus relaciones con Rusia.

Más allá de la OTAN, la guerra puso de manifiesto la importancia de la relación entre Estados Unidos y la Unión Europea, que según Lesser ha sido “absolutamente crucial” para las sanciones y el control de las exportaciones.

China sostiene que fue Estados Unidos el que inició la crisis ucraniana, en parte a través de la expansión de la OTAN hacia los países de Europa oriental. Beijing ha criticado a la alianza por insinuar que la guerra podría influenciar las acciones de China en Asia.

“La OTAN asegura ser una organización regional, pero sigue abriendo territorio y campo, agitando conflictos, creando tensión, exagerando amenazas y alentando el enfrentamiento”, aseguró el jueves el vocero de la cancillería china Wang Wenbin.

Las consecuencias a largo plazo de la guerra son difíciles de predecir, pero según Lesser una cosa es indiscutible: le será “muy difícil a Rusia recuperarse del daño a su reputación en muchos niveles”.

Un grupo de países como Siria, Corea del Norte, Irán y Venezuela “puede sentirse inclinado a seguir apoyando a Rusia”, añade, pero en términos de diplomacia más amplia, la reputación de Rusia “ha sufrido un golpe tremendo”.

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Los periodistas de The Associated Press Lorne Cook en Bruselas y Jon Gambrell in Dubái contribuyeron a este reportaje.

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