La gran realidad detrás del último ataque de Trump contra Zelensky por el posible acuerdo de paz con EE. UU.
La mejor opción de Donald Trump ahora es abandonar sus supuestas conversaciones de paz, escribe el editor de asuntos mundiales Sam Kiley


Fiel a su estilo, Donald Trump volvió a victimizar al presidente de Ucrania y a ponerse del lado de Vladímir Putin después de que Volodymyr Zelensky reiterara que Crimea nunca podrá ser entregada a Rusia.
El presidente estadounidense tenía razón cuando afirmó en su última publicación en las redes sociales que “no hay nada de qué hablar aquí” en lo que respecta a Crimea, pero no por las razones que expone en su característico desvarío.
Zelensky “no reconocerá legalmente la ocupación [rusa] de Crimea”, no porque sea intransigente, sino porque la constitución establece que no puede hacerlo.
Pero se le escapó ese matiz a Trump, que dejó a los académicos estadounidenses advirtiendo una posible crisis constitucional después de que emitiera un número récord de decretos durante sus primeros 100 días de mandato.
Desde la perspectiva de Ucrania, lo que haga el presidente estadounidense en casa no importa. Pero lo que haga con Ucrania podría destrozar la estrategia.

La última vez que Trump arremetió contra Zelensky, también suspendió la ayuda militar a Ucrania y más tarde cortó el flujo de inteligencia en tiempo real. Esto último ocurrió al mismo tiempo que Rusia lanzó una campaña de gran éxito para expulsar a las tropas ucranianas del saliente de Kursk, dentro de territorio ruso.
Trump manifestó que la insistencia de Zelensky en aferrarse a Crimea era “muy perjudicial” para las negociaciones de paz con Rusia, ya que Crimea se perdió hace años bajo los “auspicios del presidente Barack Hussein Obama, y ni siquiera es un punto de discusión”.
Pues, resulta que sí es un punto de discusión. La invasión rusa y la anexión ilegal de la península constituyeron una violación del derecho internacional, y Estados Unidos y la mayoría de las naciones del planeta siguen considerándolas como tal.
“Nadie le pide a Zelensky que reconozca a Crimea como territorio ruso, pero si quiere Crimea, ¿por qué no lucharon por ella hace 11 años, cuando fue entregada a Rusia sin que se disparara un tiro?”, cuestionó Trump.

Pero Zelensky no era presidente entonces, y había poderosas fuerzas de una quinta columna dentro del entramado político y de seguridad de Ucrania que socavaron un esfuerzo de defensa. Además, Ucrania tenía derecho a recibir apoyo defensivo de Estados Unidos y el Reino Unido en virtud de los términos del memorando de Budapest cuando renunció a su vasto arsenal nuclear. En cambio, ambos países rechazaron e incluso bloquearon la ayuda letal durante años.
Ucrania, por su parte, improvisó un ejército y luchó contra las tropas apoyadas por Rusia y las fuerzas invasoras en todo el Donbass antes de que las líneas del frente quedaran prácticamente congeladas en 2015.
Pero esto no le importa a Trump, porque considera que Crimea, y gran parte del este de Ucrania, pertenecen a Rusia por naturaleza. En parte porque fue conquistada, y en parte porque los rusos dicen que la quieren.
“La zona también alberga, desde muchos años antes del ‘traspaso de Obama’, importantes bases de submarinos rusos”, prosiguió. Por esa misma razón, Varsovia, Praga y Tallin también son territorio ruso, que es lo que piensa Putin.
“Son las declaraciones incendiarias como las de Zelensky las que hacen tan difícil resolver esta guerra”, aseguró Trump. “¡No tiene nada de lo que presumir! La situación para Ucrania es funesta: puede tener paz o luchar otros tres años antes de perder todo el país”.

Militarmente hablando, Ucrania está mejor que cuando Trump suspendió la ayuda militar y la inteligencia hace un par de meses. Se debe a que Europa, incluida la Unión Europea, se han estado preparando para el momento en que Trump vuelva a tener una rabieta. Ahora son mayores donantes que Estados Unidos a Ucrania, y se han apresurado a cubrir futuras carencias en inteligencia, telecomunicaciones y armamento.
Rusia, mientras tanto, ha ido perdiendo impulso en el campo de batalla. El Kremlin envía ahora legiones frías y perdidas de mercenarios africanos y chinos a luchar en una guerra de drones en la que Ucrania lleva ventaja. Putin se equivocó rotundamente cuando dijo que Zelensky es un hombre “sin herramientas”.
Lo que más le conviene a Rusia en este momento es un alto al fuego.
El presidente estadounidense manifestó: “No tengo nada que ver con Rusia, pero tengo mucho que ver con querer salvar a un promedio de 5.000 soldados rusos y ucranianos a la semana que mueren sin motivo alguno”. Si ese fuera su verdadero punto de vista, respaldar a Ucrania con el poder que necesita para poner fin a la guerra abatiendo a la maquinaria militar rusa salvaría vidas ucranianas y, en última instancia, rusas y europeas.
Trump ha adoptado los términos de Rusia como propios en todos los aspectos de su llamado proceso de paz.
Ucrania lo sabe. Europa lo sabe. Su mejor opción, ahora, es abandonar sus frustradas conversaciones en nombre del Kremlin y mantener el flujo de ayuda militar. Al menos podrá decir “lo intenté”. Y la historia será amable con sus intentos de acabar con lo que él llama un “total DESASTRE”.
Traducción de Michelle Padilla