¿Quién es Julian Assange, el polarizador fundador del sitio web WikiLeaks?

Charlotte Graham-McLay,Jill Lawless
Martes, 25 de junio de 2024 13:48 EDT
JULIAN ASSANGE PERFIL
JULIAN ASSANGE PERFIL (AP)

Surgió en la escena de la seguridad de la información en la década de 1990 como un “famoso hacker adolescente” tras lo que él llamó una “infancia de juglar itinerante” que comenzó en Townsville, Australia. Pero la historia de Julian Assange, el excéntrico fundador del sitio web WikiLeaks, que hace públicos secretos, nunca fue menos extraña —o menos polarizadora— después de que sacudió a Estados Unidos y sus aliados al revelar secretos sobre cómo Estados Unidos conducía sus guerras.

Desde que Assange atrajo la atención mundial en 2010 por su trabajo con destacados medios de comunicación para publicar registros de guerra y cables diplomáticos que detallaban las malas acciones militares estadounidenses en Irak y Afganistán, entre otros asuntos, ha provocado fervor entre sus admiradores y odio entre sus detractores sin que haya mucha gente en el medio: Es visto ya sea como un héroe a favor de un gobierno abierto y transparente, o como un villano que puso en riesgo vidas estadounidenses al ayudar a sus enemigos y provocar tensos debates sobre el secreto de Estado y la libertad de prensa.

Assange, de 52 años, asistió a “37 escuelas” antes de cumplir los 14 años, escribió en su blog ya eliminado. Los detalles que contiene no son verificables de forma independiente y algunos aspectos biográficos de Assange difieren entre los relatos y las entrevistas. Una autobiografía publicada contra su voluntad en 2011, después de que se enemistara con su escritor fantasma, lo describía como hijo de titiriteros ambulantes, y dijo a The New Yorker en 2010 que el estilo de vida itinerante de su madre le impidió una educación constante o completa. Pero a la edad de 16 años, en 1987, tuvo su primer módem, expuso a la revista. Assange se convertiría en un hacker consumado que, junto con sus amigos, irrumpió en redes en Norteamérica y Europa.

En 1991, a los 20 años, Assange hackeó una terminal en Melbourne de una empresa de telecomunicaciones canadiense, lo que provocó su arresto por parte de la Policía Federal Australiana y 31 cargos penales. Tras declararse culpable de algunos cargos, evitó la pena de cárcel luego de que el juez que presidía atribuyera sus crímenes simplemente a “una curiosidad inteligente, y el placer de —¿cuál es la expresión?— navegar a través de estas diferentes computadoras”.

Después estudió matemáticas y física en la universidad, pero no completó la carrera. En 2006, cuando fundó WikiLeaks, el placer de Assange de introducirse en sistemas informáticos bloqueados se convirtió en la creencia de que, como escribió en su blog, “sólo la injusticia revelada puede responderse. Para que el hombre haga algo inteligente, tiene que saber qué pasa realmente”.

En 2010, el año de la explosiva publicación de WikiLeaks de medio millón de documentos sobre las guerras en Irak y Afganistán, el sitio web de la organización sin fines de lucro fue registrado en Suecia y su entidad jurídica en Islandia. Assange “vivía en aeropuertos”, dijo a The New Yorker, y afirmó que su empresa de medios, sin personal remunerado, tenía cientos de voluntarios.

Assange llamó a su trabajo una especie de “periodismo científico” en un artículo de opinión que escribió en 2010 para el periódico The Australian, ya que los lectores podían comparar los informes en los medios con los documentos originales que habían dado lugar a un reportaje. Entre los más potentes del depósito de archivos publicado por WikiLeaks estaba el video de un ataque con helicóptero Apache, en 2007, por parte de las fuerzas estadounidenses en Bagdad que mató a 11 personas, incluidos dos periodistas de Reuters.

Assange no estaba en contra de la guerra, escribió en The Australian.

“Pero no hay nada más injusto que un gobierno que miente a su gente sobre esas guerras, y luego pide a esos mismos ciudadanos que arriesguen su vida y sus impuestos por esas mentiras”, dijo. “Si una guerra está justificada, entonces digan la verdad y la gente decidirá si la apoya”.

Los fiscales estadounidenses reportaron más tarde que los documentos publicados por Assange incluían los nombres de afganos e iraquíes que proporcionaron información a las fuerzas estadounidenses y de la coalición, mientras que los cables diplomáticos que publicó expusieron a periodistas, líderes religiosos, defensores de los derechos humanos y disidentes en países represivos.

Assange dijo en una entrevista de 2010 que era “lamentable” que las fuentes reveladas por WikiLeaks pudieran resultar perjudicadas, dijeron los fiscales. Más tarde, después de que un asesor legal del Departamento de Estado le informara del riesgo que corrían “innumerables personas inocentes” comprometidas por las filtraciones, Assange dijo que trabajaría con las principales organizaciones de noticias para ocultar con franjas negras los nombres de las personas. WikiLeaks sí expurgó algunos nombres, pero un año después publicó 250.000 cables sin ocultar las identidades de las personas nombradas en ellos.

Semanas después de la publicación del mayor archivo de documentos en 2010, un fiscal sueco emitió una orden de arresto contra Assange con base en la acusación de violación de una mujer y la acusación de acoso sexual de otra.

Assange siempre ha negado las acusaciones y, desde Gran Bretaña, luchó contra los esfuerzos para extraditarlo a Suecia para ser interrogado. Condenó las acusaciones como una campaña de difamación y un intento de trasladarlo a una jurisdicción desde donde podría ser extraditado a Estados Unidos.

Cuando falló su recurso contra la extradición a Suecia, incumplió las condiciones de su libertad bajo fianza impuestas en Gran Bretaña y se presentó en la embajada de Ecuador en Londres, donde solicitó asilo por motivos de persecución política. Allí siguieron siete años de autoexilio dentro de la embajada y uno de los capítulos más inusuales de una historia ya de por sí extraña.

Se rehusó a salir de allí porque la policía británica lo esperaba las 24 horas del día, pero Assange hizo incursiones ocasionales al balcón de la embajada para dirigirse a sus partidarios.

Una lámpara solar y una caminadora le ayudaron a mantener su salud, dijo a The Associated Press y a otros periodistas en 2013, y permaneció en las noticias debido a una avalancha de visitantes famosos, incluidas Lady Gaga y la diseñadora Vivienne Westwood. Incluso su gato se hizo famoso.

También continuó con la operación de WikiLeaks y organizó una infructuosa campaña para el Senado australiano en 2013 con el recién fundado partido WikiLeaks. Antes de que se eliminara la presencia policial británica constante fuera de la embajada en 2015, costó a los contribuyentes de Gran Bretaña millones de dólares.

Pero las relaciones con su país anfitrión se deterioraron y la embajada de Ecuador cortó su acceso a internet debido a publicaciones que Assange hizo en las redes sociales. En 2019, sus anfitriones le revocaron el asilo, lo que permitió a la policía británica arrestarlo.

El presidente de Ecuador, Lenin Moreno, anunció que decidió desalojar a Assange de la embajada después de lo que calificó como repetidas violaciones de convenciones internacionales y protocolos de la vida cotidiana. Tiempo después arremetió contra él durante un discurso en Quito, y dijo del nativo australiano que era un mimado que trataba a sus anfitriones sin respeto.

Assange fue arrestado y encarcelado, acusado de violar las condiciones de su libertad bajo fianza, y pasó los siguientes cinco años en prisión, desde donde continuó su lucha contra su extradición a Estados Unidos.

En 2019, el gobierno de Estados Unidos reveló una acusación formal contra Assange y agregó más cargos por la publicación de WikiLeaks de documentos secretos. Los fiscales dijeron que conspiró con Chelsea Manning, analista de inteligencia del ejército estadounidense, para hackear una computadora del Pentágono y divulgar cables diplomáticos secretos y archivos militares de las guerras en Irak y Afganistán. Manning había cumplido siete años de una sentencia militar de 35 años antes de recibir una conmutación del entonces presidente Barack Obama.

En ese momento, Scott Morrison, entonces primer ministro de Australia, dijo que no tenía planes de intervenir en el caso de Assange y lo calificó como un asunto de Estados Unidos. El mismo año, los fiscales suecos retiraron la acusación de violación contra Assange porque había transcurrido demasiado tiempo desde que se hizo la acusación, nueve años antes.

Mientras el caso sobre su extradición siguió su curso en los tribunales británicos durante los años siguientes, Assange permaneció en la prisión de Belmarsh, donde, según dijo su esposa a la BBC el martes, se encontraba en un “estado terrible” de salud.

Assange se casó en la cárcel con su pareja, Stella Moris, en 2022, tras una relación que comenzó durante los años de Assange en la embajada de Ecuador. Assange y la abogada nacida en Sudáfrica tienen dos hijos, nacidos en 2017 y 2019.

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Lawless informó desde Londres.

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A veces las cosas son como son, y a veces no. O viceversa. (Sometimes things are what they are, and sometimes they’re not. Or viceversa.) —ary

On Tuesday, June 25, 2024 at 07:47:54 AM CST, Lopez, Gabriela glopez@ap.org wrote:

Hola Ary! Te paso el REP de hoy, muchas gracias!

SLUG: AS--Julian Assange-WikiLeaks-Profile

Who is Julian Assange, the polarizing founder of the secret-spilling website WikiLeaks?

By CHARLOTTE GRAHAM-McLAY and JILL LAWLESS

WELLINGTON, New Zealand — He emerged on the information security scene in the 1990s as a “famous teenage hacker” following what he called an “ itinerant minstrel childhood” beginning in Townsville, Australia. But the story of Julian Assange, eccentric founder of secret-spilling website WikiLeaks, never became less strange — or less polarizing — after he jolted the United States and its allies by revealing secrets of how America conducted its wars.

Since Assange drew global attention in 2010 for his work with prominent news outlets to publish war logs and diplomatic cables that detailed U.S. military wrongdoing in Iraq and Afghanistan, among other matters, he has provoked fervor among his admirers and loathing from his detractors with little in-between — seen either as a persecuted hero for open and transparent government, or a villain who put American lives at risk by aiding its enemies, and prompting fraught debates about state secrecy and freedom of the press.

Assange, 52, grew up attending “37 schools” before he was 14 years old, he wrote on his now-deleted blog. The details in it are not independently verifiable and some of Assange’s biographical details differ between accounts and interviews. A memoir published against his will in 2011, after he fell out with his ghostwriter, described him as the son of roving puppeteers, and he told The New Yorker in 2010 that his mother’s itinerant lifestyle barred him from a consistent or complete education. But by the age of 16, in 1987, he had his first modem, he told the magazine. Assange would burst forth as an accomplished hacker who with his friends broke into networks in North America and Europe.

In 1991, aged 20, Assange hacked a Melbourne terminal for a Canadian telecommunications company, leading to his arrest by the Australian Federal Police and 31 criminal charges. After pleading guilty to some counts, he avoided jail time after the presiding judge attributed his crimes to merely “intelligent inquisitiveness and the pleasure of being able to – what’s the expression? – surf through these various computers.”

He later studied mathematics and physics at university, but did not complete a degree. By 2006, when he founded WikiLeaks, Assange’s delight at being able to traverse locked computer systems seemingly for fun developed into a belief that, as he wrote on his blog, “only revealed injustice can be answered; for man to do anything intelligent he has to know what’s actually going on.”

In the year of WikiLeaks’ explosive 2010 release of half a million documents about the wars in Iraq and Afghanistan, the non-profit organization’s website was registered in Sweden and its legal entity in Iceland. Assange was “living in airports,” he told The New Yorker; he claimed his media company, with no paid staff, had hundreds of volunteers.

He called his work a kind of “scientific journalism,” Assange wrote in a 2010 op-ed in The Australian newspaper, in which readers could check reporting against the original documents that had prompted a story. Among the most potent in the cache of files published by WikiLeaks was video of a 2007 Apache helicopter attack by American forces in Baghdad that killed 11 people, including two Reuters journalists.

Assange was not anti-war, he wrote in The Australian.

“But there is nothing more wrong than a government lying to its people about those wars, then asking these same citizens to put their lives and their taxes on the line for those lies,” he said. “If a war is justified, then tell the truth and the people will decide whether to support it.”

U.S. prosecutors later said documents published by Assange included the names of Afghans and Iraqis who provided information to American and coalition forces, while the diplomatic cables he released exposed journalists, religious leaders, human rights advocates and dissidents in repressive countries.

Assange said in a 2010 interview that it was “regrettable” that sources disclosed by WikiLeaks could be harmed, prosecutors said. Later, after a State Department legal adviser informed him of the risk to “countless innocent individuals” compromised by the leaks, Assange said he would work with mainstream news organizations to redact the names of individuals. WikiLeaks did hide some names but then published 250,000 cables a year later without hiding the identities of people named in the papers.

Weeks after the release of the largest document cache in 2010, a Swedish prosecutor issued an arrest warrant for Assange based on one woman’s allegation of rape and another’s allegation of molestation.

Assange has always denied the accusations and, from Britain, fought efforts to extradite him to Sweden for questioning. He decried the allegations as a smear campaign and an effort to move him to a jurisdiction where he might be extradited to the U.S.

When his appeal against the extradition to Sweden failed, he breached his bail imposed in Britain and presented himself to the Ecuadorian Embassy in London, where he claimed asylum on the grounds of political persecution. There followed seven years in self-exile inside the embassy — and one of the most unusual chapters in an already strange tale.

Refusing to go outside, where British police awaited him around the clock, Assange made occasional forays onto the embassy’s balcony to address supporters.

With a sunlamp and running machine helping to preserve his health, he told The Associated Press and other reporters in 2013, he remained in the news due to a stream of celebrity visitors, including Lady Gaga and the designer Vivienne Westwood. Even his cat became famous.

He also continued to run WikiLeaks and mounted an unsuccessful Australian senate campaign in 2013 with the newly founded WikiLeaks party. Before a constant British police presence around the embassy was removed in 2015, it cost U.K. taxpayers millions of dollars.

But relations with his host country soured, and the Ecuadorian Embassy severed his internet access after posts Assange made on social media. In 2019, his hosts revoked his asylum, allowing British police to arrest him.

Ecuador’s President Lenin Moreno said he decided to evict Assange from the embassy after “repeated violations to international conventions and daily-life protocols.” He later lashed out at him during a speech in Quito, calling the Australian native a “spoiled brat” who treated his hosts with disrespect.

Assange was arrested and jailed on a charge of breaching bail conditions and spent the next five years in prison as he continued to fight his extradition to the United States.

In 2019, the U.S. government unsealed an indictment against Assange and added further charges over WikiLeaks’ publication of classified documents. Prosecutors said he conspired with U.S. Army intelligence analyst Chelsea Manning to hack into a Pentagon computer and release secret diplomatic cables and military files on the wars in Iraq and Afghanistan. Manning had served seven years of a 35-year military sentence before receiving a commutation from then-President Barack Obama.

At the time, Australia’s then-Prime Minister Scott Morrison said he had no plans to intervene in Assange’s case, calling it a matter for the U.S. The same year, Swedish prosecutors dropped the rape allegation against Assange because too much time had elapsed since the accusation was made over nine years earlier.

As the case over his extradition wound through the British courts over the following years, Assange remained in Belmarsh Prison, where, his wife told the BBC on Tuesday, he was in a “terrible state” of health.

Assange married his partner, Stella Moris, in jail in 2022, after a relationship that began during Assange’s years in the Ecuadorian Embassy. Assange and the South Africa-born lawyer have two sons, born in 2017 and 2019.

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Lawless reported from London.

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