Tradicional quema de Judas vuelve con su buen humor a México
Como cada Sábado de Gloria, los mexicanos se alistan para la tradicional “quema de Judas”
¡Atención, hombres malvados! Si los mexicanos se enteran de sus fechorías, podrían caricaturizarlos en figuras de papel maché y hacerlos estallar en mil pedazos.
La tradicional “quema de Judas” se prende en México cada Sábado de Gloria, cuando habitantes de todo el país se reúnen en los barrios para destruir figuras de cartón que fabrican artesanos locales y representan a personajes perversos. El festejo se realiza al margen de las celebraciones de Semana Santa de la Iglesia Católica y suele estar cargado de buen humor.
El investigador Abraham Domínguez explica en un artículo de la revista del Instituto Nacional de Antropología e Historia que este ritual se originó en Europa durante la Edad Media y llegó a América con la conquista española. Aunque se desconoce cuándo empezó a realizarse en este continente, los primeros registros datan del siglo XIX.
De acuerdo con Domínguez, la figura original representaba a Judas Iscariote, quien según la Biblia traicionó a Jesús. “Al explotar con cohetes, se destruye simbólicamente la maldad y traición”, explica el experto.
Muchos mexicanos, sin embargo, han ido un paso más allá. En un país donde lo usual es burlarse o reírse de los males que aquejan, algunos Judas tienen aspecto de diablito y otros son líderes políticos caricaturizados.
“Son una parodia de la idea social del mal”, dice Domínguez. “En la quema de Judas, el mal social se vuelve risible”.
Ajusticiar a los malos gobernantes (al menos con cohetes y cartón) sería imposible sin los artesanos que dan vida a los monigotes tras años de experiencia en el modelado de papel y aplicación de pintura multicolor.
Marcela Villarreal, de 50 años, lleva una década trabajando como “cartonera” y este año se unió a varios colegas para confeccionar las figuras que arderán en el barrio de Santa María la Ribera, en la capital mexicana.
Si bien la quema se realiza el Sábado de Gloria, Marcela y otros miembros de la organización Cartoneros de la Ciudad de México encabezaron desde el jueves un festival para exponer y vender su obra. La agenda incluyó talleres, conferencias, rifas y bailes.
Marcela explica que la tradición de la cartonería inició en México con Pedro Linares, un artista que pasó a la historia por sus alebrijes, figuras de papel maché que se pintan con colores vivos y representan animales o figuras imaginarias.
Según esta cartonera mexicana, modelar Judas que no se asemejan al personaje bíblico sino a gobernantes contemporáneos implica que en la quema se representa aquello que tiene gran peso en la cultura colectiva.
“Se queman como representación de eso que la gente les está recriminando”, dice. “Los encienden y es como darle salida a tu inconformidad del momento”.
Para ello, explica, tienen a un “maestro cohetero”, es decir, a un hombre especializado en encender los cohetes que destruirán a los Judas. Su papel es clave durante los festejos para evitar incendios descontrolados o estallidos que pongan en riesgo a los participantes.
Marcela y sus colegas tardaron más de dos meses en confeccionar 12 Judas para el evento en Santa María la Ribera. De éstos, sólo cinco se destinaron a la quema y el resto se exhibirán en un museo.
Dentro de cada figura, hay un esqueleto de carrizo, un material que se fabrica con palma seca y se moja para ajustar la forma. El carrizo se amarra con un hilo adherente y, una vez que está listo el armazón, se cubre con periódico y papel kraft, una suerte de cartón.
El material se mantiene unido con engrudo, una mezcla de harina y agua que se calienta y luego se deja enfriar. El paso final es pintar el Judas y esperar a que seque.
El gran protagonista del festejo de Santa María la Ribera fue un Judas que mide más de tres metros y cuyo cuerpo exhibe máscaras que representan los siete pecados capitales. Ese monigote tuvo la suerte de salvarse de los cohetes y acabará sus días en un museo.
Cartoneros de la Ciudad de México lideró el evento en este barrio por sexto año consecutivo y Marcela asegura que ha disfrutado cada uno de ellos. Lo que más le gusta de la quema de Judas, asegura, es que tantos mexicanos se reúnan para disfrutar del evento y se dé a conocer su legado.
“Es un espectáculo ver cómo se prenden los Judas, ver la emoción de la gente”, dice. “Lo más gratificante para nosotros es ver este trabajo que es parte de una tradición a partir de una unión de gente que a veces no sabe que existe”.
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