La guerra de Ucrania es una “fiebre del oro” para los fabricantes de armas occidentales, según los expertos
La invasión de Ucrania no es el primer conflicto que los gobiernos occidentales utilizan para mostrar sus armas a posibles compradores, escribe Andrew Buncombe
Los fabricantes de armas occidentales se apresuran a sacar provecho de los miles de millones de dólares de ventas en una “fiebre del oro” creada por la invasión rusa de Ucrania, y el probable aumento de la militarización de Europa que seguirá, dicen los expertos de la industria.
EE.UU. y otros países occidentales ya están aportando grandes sumas para ayudar a Ucrania a defenderse a corto plazo, y facilitando la obtención de armas como los sistemas de misiles Stinger, Javelin y Stormer.
Empresas como Raytheon Technologies han visto aumentar el precio de sus acciones hasta un 15 por ciento en los últimos seis meses, ya que ésta y otros gigantescos fabricantes de armas asisten a reuniones clasificadas con el Pentágono para evaluar cómo pueden beneficiarse del deseo de Ucrania y de su carismático presidente, Volodymyr Zelensky, de armarse contra la invasión rusa.
En Gran Bretaña, el Ministerio de Defensa acogió recientemente una visita de funcionarios ucranianos y organizó un viaje al centro de pruebas militares de Salisbury Plain, para ver el misil Stormer en acción.
Sin embargo, los expertos afirman que, aunque esas ventas iniciales solo representan modestas oportunidades para las empresas de armamento, es la perspectiva de una Europa cada vez más militarizada en los años y décadas venideros, donde estará la verdadera bonanza. Esto es algo de lo que ya hablan los altos cargos de los fabricantes de armas cuando se dirigen a los accionistas y a los medios de comunicación empresariales.
Las naciones, incluida Alemania, fundamentalmente pacifistas desde el final de la Segunda Guerra Mundial, buscan ahora remodelar todo su ejército a raíz de las acciones de Rusia.
Alemania ya ha hecho un pedido de 35 cazas F-35, el avión de combate más moderno del mundo, al fabricante estadounidense Lockheed Martin.
La medida se produjo después de que el canciller alemán, Olaf Scholz, dijera que Berlín aumentaría su gasto militar con un pago único de US$113.000 millones, y se comprometiera a dedicar el 2 por ciento de su presupuesto anual al gasto en armas.
“Al atacar a Ucrania, Putin no solo quiere erradicar un país del mapa mundial, sino que está destruyendo la estructura de seguridad europea”, explicó Scholz a los legisladores alemanes en febrero, en lo que representó el mayor cambio en su política exterior desde hace 70 años.
William Hartung, experto en el comercio internacional de armas, comenta a The Independent que estas oportunidades representan una “fiebre del oro” para la industria.
“Están en condiciones de beneficiarse de muchas maneras”, señala Hartung.
“La administración [de Biden] ha gastado unos US$ 3.200 millones en ayuda armamentística a Ucrania, y aunque gran parte de esa cantidad procede de las existencias actuales, toda ella va a ser repuesta mediante contratos del Pentágono. También es posible que se repongan algunas de las armas suministradas por los aliados”.
Y añade: “Y luego, cuando Europa empiece a gastar más, las empresas de EE.UU. se beneficiarán de ello”.
Hartung, autor de Prophets of War: Lockheed Martin and the Making of the Military-Industrial Complex (Profetas de la guerra: Lockheed Martin y la creación del complejo militar-industrial) e investigador principal del Quincy Institute for Responsible Statecraft, afirma que antes de la invasión los fabricantes de armas ya preveían un año rentable.
Sin embargo, la decisión de Putin de invadir Ucrania y asustar a algunos países de la OTAN y otros países europeos haciéndoles creer que podrían ser su próximo objetivo, ha dado un gran impulso a la industria.
Mientras que las empresas individuales han obtenido buenos resultados como consecuencia de ello, todo el sector se ha beneficiado; en EE.UU., el fondo S&P de Aeroespacial y Defensa ha experimentado un aumento de al menos el 11 por ciento.
En un artículo escrito por Hartung y Julia Gledhill, analista del Centro de Información de Defensa del Project On Government Oversight, un grupo de vigilancia con sede en Washington DC, y publicado por Common Dreams, ambos citaban a Gregory Hayes, director general y presidente de Raytheon Technologies, que “presumía” de los beneficios que su empresa iba a obtener como resultado del conflicto.
“No nos disculpamos por hacer estos sistemas, por hacer estas armas. El hecho es que son increíblemente eficaces para disuadir y hacer frente a la amenaza que los ucranianos están viendo hoy”, subrayó Hayes a la Harvard Business Review, un mes después de la invasión.
“Creo que, de nuevo, reconociendo que estamos ahí para defender la democracia, el hecho es que finalmente veremos algún beneficio en el negocio con el tiempo”.
Hartung explica a The Independent que muchos traficantes de armas tratan de envolverse en las ideas de la democracia cuando presentan sus productos. Sin embargo, afirma que la mayoría son totalmente transaccionales y se contentan con vender armas a regímenes autoritarios como Arabia Saudí y Nigeria.
La semana pasada, el Pentágono restó importancia a una reunión clasificada entre los altos cargos de ocho grandes fabricantes de armas: Boeing Defense, Space & Security, L3Harris Technologies, Raytheon Technologies, BAE Systems, Lockheed Martin Corporation, Huntington Ingalls Industries, General Dynamics y Northrop Grumman.
El portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby, afirmó a los periodistas que era “parte de una conversación normal, programada y rutinaria”. Pero en la reunión participaron los directores generales de las empresas y las conversaciones fueron clasificadas.
Cuando se le preguntó sobre lo que se había discutido, el Pentágono envió a The Independent un comunicado en el que se decía que la reunión había sido presidida por la subsecretaria de Defensa, la doctora Kathleen Hicks, quien aseguró a los directores generales que “la Administración Biden está trabajando sin descanso para satisfacer las peticiones prioritarias de ayuda a la seguridad de Ucrania, retirando armas de los stocks de EE.UU. cuando están disponibles, comprando directamente a la industria para su rápida entrega a Ucrania, y facilitando la transferencia de armas de los aliados y socios cuando sus sistemas se adaptan mejor a las necesidades de Ucrania”.
En marzo, el gobierno de Biden propuso un presupuesto para el Pentágono en 2023 de US$813.000 millones, lo que supone un aumento del 4 por ciento, US$31.000 millones, con respecto al paquete de gastos de 2022 que el presidente promulgó ese mes. Es probable que el Congreso aumente esa cifra, como hizo en 2022.
El gobierno británico también ha mantenido reuniones con funcionarios de la industria de defensa, y ha recibido a representantes de Ucrania para una exhibición de las supuestas proezas de los lanzadores de misiles blindados conocidos como Stormers, y producidos por BAE Systems Platforms and Services.
Un portavoz del Ministerio de Defensa del Reino Unido confirmó que hubo una exhibición de las armas durante la visita de los funcionarios ucranianos. Al parecer, el Reino Unido aceptó enviar las armas a Ucrania.
“Durante la visita, la 3ª División del Ejército británico y los Royal Marines hicieron una demostración de una serie de equipos y opciones para un mayor apoyo militar, incluyendo sistemas de misiles defensivos y vehículos de movilidad protegida”, aseveró el Ministerio de Defensa.
Esta no sería la primera vez que el gobierno del Reino Unido utiliza un conflicto real como una oportunidad para mostrar las armas de fabricación británica.
En 2011, cuando Gran Bretaña, como parte de un consorcio de cuatro países detrás del Eurofighter Typhoon, estaba tratando de cerrar un acuerdo con la India por valor de US$11.000 millones para 126 aviones, recibió a periodistas indios en eventos en lugares como RAF Fairford, en el sur de Inglaterra.
Según informaron los reporteros, los Eurofighters habían “superado” a los Rafale de Dassault Aviation de Francia en las salidas contra las fuerzas del exdictador libio Muammar Gaddafi. Al final, India compró los aviones a Francia.
Cuando le preguntaron por las ventas a Ucrania, un portavoz de BAE Systems respondió que la empresa “no comentaba las operaciones con clientes”.
Y al ser cuestionado sobre la afirmación de que la industria estaba aprovechando una “fiebre del oro”, el portavoz rechazó la valoración y comentó: “Seguimos trabajando estrechamente con nuestros clientes gubernamentales para entender y apoyar sus necesidades”.
Raytheon Technologies no respondió a las preguntas.
Un portavoz de Lockheed Martin citó los recientes comentarios públicos del director general Jim Taiclet, quien dijo que el “mundo ha cambiado claramente con la invasión de Rusia en Ucrania”.
“Una gran potencia mundial cruzó una frontera internacional reconocida para tomar un territorio por la fuerza y, como resultado, el valor de una fuerte disuasión a la guerra como instrumento de la estrategia geopolítica de la nación no ha sido tan grande desde mediados del siglo XX”, expresó.
“Así que aquí, en Lockheed Martin, estamos y hemos estado posicionando agresivamente nuestra empresa como una empresa de disuasión utilizando el F-35, y nuestras otras plataformas principales, como pioneros”.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha complicado y dificultado enormemente la labor de quienes abogan por soluciones diplomáticas a este tipo de conflictos.
En marzo, la CAAT (Campaña contra el Comercio de Armas), con sede en el Reino Unido, emitió una declaración en la que denunciaba la invasión rusa de Ucrania y afirmaba que parecía haber cometido crímenes de guerra.
“Sin embargo, rechazamos los llamados a una mayor militarización de Europa como respuesta. El militarismo ha creado esta crisis y más militarismo no es la solución”, añadió.
“Los miembros europeos de la OTAN ya gastan casi cinco veces más que Rusia en sus ejércitos, y se ha demostrado que el poder militar ruso está muy por debajo de lo que muchos creían”.
El coordinador de investigación del CAAT, Samuel Perlo-Freeman, recalca a The Independent que su grupo no “quiere ver un retorno a Europa de los campos armados opuestos”.
“Occidente sigue siendo abrumadoramente más poderoso militarmente que Rusia. Tenemos que buscar formas de desescalar esa situación. Con Putin en el poder no es una cuestión fácil”, afirma.
“Pero cuanto más tiempo tengamos este estado de alerta elevado, el aumento de la militarización, con Rusia viendo un Occidente mucho más poderoso a sus puertas, y la OTAN y Occidente viendo una Rusia extremadamente agresiva y militarista, esa no es una buena receta para que las cosas puedan cambiar”.
Aunque su grupo está consternado por las atrocidades cometidas en Ucrania, “tenemos que pensar a largo plazo en cómo se puede desescalar esta situación, cómo podemos trabajar para la desmilitarización mutua” una vez que la situación actual termine.
Y añade: “Tenemos que reconstruir las líneas de comunicación que existían en la Guerra Fría, cuando había sistemas ideológicos absolutamente opuestos, y una Unión Soviética mucho más poderosa de lo que es ahora Rusia”.