UE y el bloque sudamericano Mercosur sellan acuerdo de libre comercio tras 25 años de negociaciones

Guillermo Garat
Viernes, 06 de diciembre de 2024 08:06 EST

La Unión Europea y el Mercosur, el bloque sudamericano conformado por Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, sellaron el viernes un acuerdo comercial tras más de dos décadas de negociaciones que permitirá la creación de una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo.

La firma se produce en el marco de la cumbre de los líderes del Mercosur que se celebra en Montevideo y tras una reunión la víspera entre el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

“Nos paramos juntos en un escenario mundial como socios... significa más trabajos y buenos trabajos, más elecciones y mejores precios”, dijo Von der Leyden en rueda de prensa.

Agregó que “el Mercosur traerá beneficios significativos a los consumidores y las empresas a ambos lados, facilitará la inversión europea... esto traerá grandes oportunidades de negocios”.

En 2019, ambos bloques anunciaron un borrador del tratado, pero las divergencias sobre cuestiones ambientales, económicas y políticas retrasaron su aprobación final, en medio de una fuerte oposición, sobre todo de Francia. Pese al consenso alcanzado en la capital uruguaya, para que entre en vigor el acuerdo aún deberá ser ratificado por los 27 Estados miembros de la Unión Europea, así como por el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales de los países implicados.

De concretarse, el acuerdo entre la UE y el Mercosur crearía una de las áreas de libre comercio más grandes del mundo, abarcando a más de 700 millones de personas y representando casi el 25% del Producto Interno Bruto mundial.

Las negociaciones entre los bloques iniciaron en 1999 y, 20 años después, se anunció un acuerdo inicial que nunca llegó a ser ratificado debido a que la UE reclamó mayores garantías de que los países latinoamericanos cumplirían con estándares ambientales y laborales más estrictos.

A lo largo de las conversaciones, Francia —que tiene la mayor industria agrícola de Europa— ha sido el principal opositor al acuerdo, una postura que fue acompañada por otros países como Polonia, Austria y Holanda. Por otro lado, entre los principales impulsores del tratado destaca Alemania, que ve en Sudamérica un mercado clave para su sector automotriz y es respaldada por España, Italia y Portugal.

Si es ratificado, el acuerdo UE-Mercosur supondría la reducción de aranceles y barreras comerciales entre los bloques y facilitaría a las empresas de ambos lados exportar bienes.

Para los europeos significaría aranceles más bajos para productos como automóviles, maquinaria y productos químicos, en tanto que los países sudamericanos tendrían un acceso privilegiado a los mercados de la UE para sus exportaciones agrícolas, como el azúcar y la carne de res y de aves de corral, ya que lograrían eliminar en un 70% los aranceles de los productos exportables.

Sin embargo, algunos de los que han sido testigos de las décadas de vaivenes del acuerdo comercial no están celebrando todavía, pues el camino hasta una eventual entrada en vigor todavía es largo.

“Cualquiera que tenga un poco de memoria es escéptico. Parece que ya hemos pasado por eso antes. Han presentado líderes, han declarado la victoria y han celebrado y, sin embargo, siempre parece haber un problema”, dijo Brian Winter, vicepresidente de Americas Society/Council of the Americas, con sede en Nueva York.

En ese marco, el canciller de Uruguay, Omar Paganini, reconoció que la efectiva puesta en marcha del acuerdo y sus beneficios aún dependen de varias etapas, como la revisión de distintos organismos y la ratificación individual de los países.

“Es un proceso que demora, demora un año, un año y medio para poder entrar en vigencia”, explicó a los periodistas. “La parte comercial la tiene que aprobar las autoridades de la Unión Europea y las autoridades de cada país del Mercosur”.

Además, hay otras adendas referentes a otros temas, como en materia ambiental y laboral, que igualmente tienen que ser aprobados por los respectivos órganos reguladores de cada país, cuyas etapas pueden ser distintas según los procesos de cada país, agregó el canciller.

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Las periodistas de AP Nayara Batschke e Isabel Debre colaboraron en esta nota.

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