Alemania, otrora potencial industrial mundial, ha dejado de crecer
La economía alemana sigue sin crecer
La economía alemana sigue sin crecer, según cifras reveladas el viernes. El país que debería ser el centro neurálgico industrial de toda Europa se debate entre los altos precios de la energía, los crecientes costos de los préstamos y un rebote demorado de China, un socio comercial crucial.
La producción económica alemana se estancó en el trimestre abril-junio, informó la Oficina Federal de Estadísticas. Esto sigue a una caída del 0,4% en el último trimestre de 2022 y del 0,1% en el primero de este año, a medida que el choque energético de la guerra rusa en Ucrania repercutió en la mayor economía de Europa.
El Fondo Monetario Internacional pronosticó esta semana que Alemania será la única de las grandes economías del mundo que decrecerá este año, en medio del escaso crecimiento mundial, el alza de las tasas de interés y la amenaza de la inflación creciente.
La economía alemana ha sufrido varias dificultades graves. Ante todo, su dependencia a largo plazo del gas natural ruso para alimentar la industria se le volvió en contra cuando la invasión de Ucrania le significó la pérdida de la mayor parte del suministro de Moscú y el aumento de costos para industrias energía-intensivas como la metalúrgica, la automotriz, el vidrio y los fertilizantes.
El alza de las tasas de interés del Banco Central Europeo se ha hecho sentir en proyectos de construcción que dependen de los préstamos. Mientras tanto, el rebote de China, el principal socio comercial de Alemania, después del fin de las drásticas restricciones del COVID-19 ha sido menor de lo que se esperaba.
El rendimiento de la economía en el segundo trimestre “dista de ser satisfactorio”, dijo el vicecanciller y ministro de Economía, Robert Habeck.
Exhortó a que se apruebe su propuesta de poner tope a los precios de la energía para la industria con ayuda del gobierno, que ha sido recibida con escepticismo en la coalición gobernante, e invertir más en energías renovables y otras tecnologías orientadas hacia el futuro.
“Alemania necesita un impulso orientado hacia las inversiones y aliento para nuestra industria energía-intensiva”, afirmó.
Los factores a largo plazo como el envejecimiento de la población, el retraso en el uso de la tecnología digital en los negocios y el gobierno, el exceso de burocracia que demora el lanzamiento de negocios y proyectos de construcciones públicas, así como las escasez de mano de obra calificada, también pesan sobre la economía.
Pero la desaceleración no se parece a una recesión clásica porque el empleo abunda, las empresas se disputan la mano de obra y se quejan de la falta de capacitación. La tasa de desempleo fue de apenas 2,9% en mayo, muy por debajo del 6,5% de la eurozona y una de las más bajas desde que se llevan estadísticas.
Carsten Brzeski, economista jefe de ING para la eurozona, calificó la situación alemana de “lenta recesión” en la que la economía se encuentra “atrapada en la zona gris entre el estancamiento y la recesión”.
Dijo el viernes que los datos recientes “no son un augurio favorable para la actividad económica en los próximos meses”.
“De hecho, el poder adquisitivo débil, los libros adelgazados de pedidos industriales, el impacto de la política monetaria más agresivamente apretada de las últimas décadas y la desaceleración prevista de la economía estadounidense apuntan todos a una actividad económica débil”, escribió Brzeski en una nota.
Los males de Alemania suscitan comparaciones con finales de la década de 1990, cuando los altos costos laborales frenaban la competitividad del país. Una serie de reformas del mercado laboral bajo el entonces canciller Gerhard Schroeder en 2003-2004 ayudó a restaurar el crecimiento y la posición de Alemana como una potencia exportadora de maquinaria industrial y vehículos al resto del mundo.
El superávit de cuenta corriente de Alemania de 290.000 millones de dólares, el índice más amplio del comercio exterior, era el más alto del mundo en 2019, según el instituto de investigaciones Bruegel de Bruselas. Fue superior al 7% del PIB durante seis años consecutivos, pero cayó a 4,2% el año pasado.