Huelga expone tensiones entre metas de Biden de combatir el cambio climático y apoyar a sindicatos
Dos de los principales objetivos del presidente Joe Biden —luchar contra el cambio climático y expandir la clase media al apoyar a los sindicatos— entraron en colisión en el crucial estado electoral de Michigan, luego de que el sindicato United Auto Workers se declarara en huelga contra las grandes automotrices del país.
El paro involucra a 13.000 trabajadores hasta el momento, menos de una décima parte del total de miembros del sindicato, pero es una dura prueba para la capacidad de Biden de mantener unida a una coalición política expansiva y discordante durante su campaña por la reelección.
El mandatario trata de darle un impulso rápido al mercado de vehículos eléctricos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar que China consolide su control sobre una industria en crecimiento. Su legislación emblemática, conocida como Ley de Reducción de la Inflación, incluye miles de millones de dólares en incentivos para que haya en las calles más automóviles que no contaminen.
Algunos en el UAW —siglas en inglés del sindicato— temen que la transición genere una pérdida de empleos, ya que los vehículos eléctricos requieren menos personas para ensamblarlos. Aunque habrá nuevas oportunidades en la producción de baterías de alta capacidad, no hay garantía de que esas fábricas estarán sindicalizadas, y con frecuencia su construcción está siendo planificada en estados más hostiles a los sindicatos.
“El presidente se encuentra en una posición realmente difícil”, dijo Erik Gordon, profesor de la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan. “Lo que necesita para ser el presidente más partidario de los trabajadores de la historia y el presidente más ecológico de todos los tiempos es una varita mágica”.
El sindicato exige fuertes aumentos y mejores prestaciones, y está elevando la presión con su huelga selectiva. Brittany Eason, quien ha trabajado durante 11 años en la planta de ensamblaje de Ford en Wayne, Michigan, dijo que a los trabajadores les preocupa que “las computadoras y los vehículos eléctricos los expulsen”.
“¿Cómo esperas que las personas trabajen con tranquilidad si temen perder su empleo?”, expuso Eason, quien planeaba participar en las protestas de los huelguistas este fin de semana. El advenimiento de los vehículos eléctricos podría ser inevitable, agregó, pero es necesario hacer cambios “para que todos puedan sentirse seguros en sus trabajos, sus hogares y todo lo demás”.
Biden reconoció el viernes la tensión en declaraciones desde la Casa Blanca, y dijo que la transición a la energía limpia “debería ser justa y un ganar-ganar para los trabajadores que arman los autos y las empresas automotrices”.
El presidente envió a altos asesores a Detroit para ayudar en las negociaciones, e instó a las gerencias a hacer ofertas más generosas al sindicato, diciendo que “deberían ir más lejos para asegurarse de que las ganancias corporativas récord signifiquen contratos récord”.
Como parte de sus demandas, el UAW quiere representar a los empleados en las fábricas de baterías, lo que tendría un efecto dominó en una industria que ha visto sus cadenas de suministro trastornadas por los cambios tecnológicos.
“Las baterías son el tren motriz del futuro”, dijo Dave Green, director regional del sindicato en Ohio e Indiana. “Nuestros trabajadores en las áreas de motores y transmisiones necesitan poder hacer la transición a la nueva generación”.
No obstante, los ejecutivos están interesados en mantener a raya los costos laborales mientras sus empresas se preparan para competir en un mercado global. China es el fabricante predominante de vehículos eléctricos y baterías.
“La huelga del UAW —y, de hecho, el ‘verano de huelgas’— es el resultado natural del enfoque del gobierno de Biden de hacer que ‘todo el gobierno en su conjunto’ promueva la sindicalización a toda costa”, explicó Suzanne Clark, directora general de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
Algunos grupos ambientalistas, conscientes de que los obreros son cruciales para asegurar el apoyo a los programas climáticos, han expresado su apoyo a la huelga.
“Estamos en un momento realmente decisivo en la historia de la industria automotriz”, dijo Sam Gilchrist, subdirector de difusión nacional del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales.
Las políticas presidenciales han incrementado lo que está en juego con la huelga, que podría dañar la economía de cara a un año electoral, según cuánto dure y si se extiende. Además, se centra en Michigan, un lugar clave de la victoria de Biden en 2020 y crucial para sus posibilidades de obtener un segundo mandato.
El expresidente Donald Trump, favorito para la nominación republicana, ve una oportunidad para abrir una brecha entre Biden y los trabajadores. Emitió una declaración en la que dice que Biden “asesinará a la industria automotriz estadounidense y acabará con innumerables empleos sindicalizados de trabajadores automotrices para siempre, especialmente en Michigan y la región centro-norte de Estados Unidos. No existe una ‘transición justa’ frente a la destrucción del medio de sustento de estos trabajadores y la aniquilación de esta preciada industria estadounidense”.
En una entrevista en el programa “Meet the Press” de la cadena NBC, Trump declaró que “los autos eléctricos se van a fabricar en China”, no en Estados Unidos, y agregó que “los trabajadores automotrices están siendo traicionados por sus líderes”.
Los comentarios de Trump no le han valido ningún respaldo de Shawn Fain, presidente del UAW.
“Ese no es alguien que represente a la clase trabajadora”, dijo a MSNBC este mes. “Él forma parte de la clase multimillonaria. No debemos olvidar eso. Y eso es en lo que nuestros miembros necesitan pensar cuando vayan a votar”.
Ammar Moussa, portavoz de la campaña de Biden, dijo que Trump “dirá literalmente lo que sea para distraer la atención de su largo historial de incumplir promesas y fallarle a los trabajadores estadounidenses”. Hizo notar que Trump habría dejado que las empresas automotrices quebraran durante la crisis financiera en lugar de rescatarlas como lo hizo el presidente Barack Obama en aquella época.
Pero también hay desacuerdos entre Biden y los trabajadores.
Cuando el Departamento de Energía anunció un préstamo de 9.200 millones de dólares para establecer plantas de baterías en Tennessee y Kentucky —parte de una iniciativa conjunta de Ford y una compañía surcoreana—, Fain dijo que el gobierno federal estaba “financiando activamente una competición a la baja con miles de millones (de dólares) de dinero público”.
Madeline Janis, codirectora ejecutiva de Jobs to Move America, una organización de políticas estratégicas en cuestiones ambientales y de los trabajadores, dijo que la Casa Blanca necesita hacer más para aliviar los desafíos laborales.
“No tenemos suficientes trayectorias profesionales para que la gente se vea a sí misma en este futuro y abandone sus empleos en industrias que están provocando que nuestro planeta esté en crisis”, añadió.
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El periodista de The Associated Press Joey Cappelletti contribuyó a este despacho desde en Lansing, Michigan.