Los tractores vuelven a las calles antes de las elecciones europeas con apoyo de la ultraderecha
El partido de ultraderecha Interés Flamenco había preparado una manifestación en los pintorescos campos al sur de Bruselas, antes de los cuatro días de elecciones de la Unión Europea que comienzan el jueves. El objetivo estaba claro: lamentar cómo los agricultores perderían terreno fértil a manos de lo que describen como ecologistas controladores que intentan convertirlas en una zona de bosque, acabando con el estilo de vida tradicional.
También era otro ejemplo de cómo grupos populistas y de ultraderecha de todo el bloque de 27 naciones han convertido el campo en una herramienta.
En un último esfuerzo el martes, grupos agrícolas activistas de más de media docena de países se reunían en Bruselas en una demostración de fuerza que esperaban acabara con el Pacto Verde Europeo, un acuerdo progresista, y mantuviera la influencia que agricultores y ganaderos han tenido durante años a la hora de decidir qué se hace con la tierra. También ahí estaba claro el impacto de la ultraderecha, con representantes de varios países de la UE en una protesta que reunió a cientos de tractores.
En la pequeña protesta de la semana pasada al sur de la capital, el agricultor Eduard Van Overstraeten refunfuñaba que “como agricultor te han convertido en un número”. De las 60 hectáreas (148 acres) donde antes cultivaba trigo, maíz y patatas, dijo que se había visto obligado a vender un cuarto —incluida su casa— para ayudar a formar un cinturón de bosques en torno a Bruselas, que se convertirá en un espacio natural continuado para mejorar la biodiversidad y combatir la polución.
Relatos similares de descontento, centrado en los límites al empleo de estiércol y pesticidas o en la obligación de mantener terrenos agrícolas como impolutos espacios naturales en beneficio de aves y abejas —y a la larga, de la población en general— han hecho que esa influyente base electoral se desplace de los conservadores democristianos hacia los márgenes más a la derecha.
“Nadie nos defiende, de modo que otros tienen que llegar al poder”, dijo Van Overstraeten.
Y del mismo modo que un adinerado centro de estudios fundado por el autoproclamado antiprogresista primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ayudó a organizar la manifestación del martes y otras previas en Bruselas, el pujante partido flamenco lo hace a nivel local.
“Buscan otro partido que traiga una historia creíble. Y esos somos nosotros”, dijo Klaas Slootmans, parlamentario de Interés Flamenco. “Es de sentido común que hay que proteger a los agricultores y el suministro de alimentos”.
Es el punto decisivo de una disputa política agraria que enfrenta a los ecologistas, verdes y buena parte de la izquierda contra las fuerzas populistas y de ultraderecha: ¿se protege a los agricultores y el suministro de alimentos dando vía libre a los agricultores para que trabajen como mejor les parezca? ¿O poniéndoles límites e imponiendo estrictas regulaciones para recortar la polución y fomentar una vida más cercana a la naturaleza que contenga los excesos del cambio climático?
Pero en el último año, los argumentos científicos han quedado en un segundo plano, relegados por el ruido en la calle.
Un detalle crucial es que los partidos de centro, en especial los democristianos, han empezado a desviarse hacia la derecha tras meses de protestas constantes en todo el bloque. A menudo, cientos de tractores bloquearon núcleos económicos cruciales o muchas de las grandes ciudades europeas, como París y Madrid.
Mientras crecían los estragos asociados al cambio climático, con sequías, olas de calor, inundaciones e incendios, la UE intentaba imponer estrictas normas dentro de su Pacto Verde para que el bloque alcanzara la neutralidad de emisiones de efecto invernadero para 2050. La agricultura supone más del 10% de las emisiones de efecto invernadero de la UE, por ejemplo a través del óxido nitroso de los fertilizantes, el dióxido de carbono de los vehículos y el metano del ganado.
Durante años, la UE estuvo en la vanguardia del planeta en regulación medioambiental, lo que le dio mucho prestigio en el escenario internacional pero le hizo perder a su base de ganaderos y agricultores, cada vez más sumidos en un sinfín de normas que en ocasiones señalaban cuándo podían sembrar y cosechar, e incluso implicaban vigilancia por satélite. Era material para la extrema derecha, que protestó en el Parlamento Europeo y en un sinfín de manifestaciones contra las intromisiones burocráticas.
Tanto a nivel europeo como nacional, los ambiciosos planes ya se han visto frenados. En Holanda, los planes de la nueva coalición de gobierno están llenos de medidas que en su mayoría asumen las demandas de los agricultores y rechazan las de los ecologistas. La coalición está liderada por el partido de extrema derecha de Geert Wilders.
La oleada de desafío ha hecho que muchos alcancen un nivel de activismo agrario que no se había visto en décadas. La Fuerza de Defensa de Agricultores Holandeses (FDF), que convocó la marcha del martes, suele referirse a sus miembros como “guerreros” y algunas de las manifestaciones han incluido violencia.
La marcha del martes pretendía ser el apogeo de las protestas de los últimos meses, con rumores de que habría hasta 100.000 manifestantes. La cifra final fue una fracción de eso.
Jos Ubels, número dos del FDF, culpó a la intervención de la naturaleza. Buena parte de Europa occidental registra su primavera más húmeda en la historia reciente e incluso a principios de junio, hay terrenos sin sembrar y las plagas causan destrozos, dijo. “El tiempo lo ha hecho imposible”.