Meghan y Harry eran la última esperanza de la familia real para una monarquía moderna
Mientras los Sussex regresan al Reino Unido para celebrar el jubileo de platino de la Reina, Emma Mackenzie analiza el potencial que se perdió cuando decidieron dejar la familia real
Cuando Meghan Markle y el príncipe Harry se casaron en 2018, las posibilidades para el futuro de la familia real parecían infinitas. Su apariencia fue, para muchos, un soplo de aire fresco y aportó una personalidad emocionante a sus compromisos oficiales. Ajena a la mayoría de las luchas privadas de los Sussex, la decepción pública cuando decidieron dar un paso atrás como miembros activos de la familia real fue palpable.
Todo parecía empezar muy bien. Promocionados junto con el duque y la duquesa de Cambridge como los “Fab Four”, parecía que una nueva generación de miembros de la realeza estaba lista para tomar el control y llevar a la monarquía en una dirección diferente. Una que podría haber proporcionado una variedad muy necesaria en la monotonía de la programación habitual de la realeza. Meghan, una actriz confiada y carismática familiarizada con la vida pública, parecía encajar perfecto en la vida en un centro de atención tan deslumbrante. En la superficie, asumió su nuevo papel como un pato en el agua. Fue solo más tarde que las dificultades privadas que ella y Harry vivieron durante este periodo salieron a la luz.
Si bien muchos estaban encantados de ver a una mujer de raza mixta casarse con un miembro de la familia real, el racismo que Meghan dice que sufrió demostró ser más de lo que razonablemente podía soportar. Aunque para muchos británicos, Meghan representaba algo con lo que por fin podrían conectarse en un establishment que es el epítome de los valores pasados de moda, no sintió que recibió el apoyo necesario para manejar su nueva vida. Al hablar con Oprah el año pasado, Meghan dijo que lamentaba “creer [en el palacio] cuando dijeron que estaría protegida”. Si bien admitió que le advirtieron sobre el intenso escrutinio de la prensa sensacionalista antes de hacer pública su relación, parece que fue aún más poderoso de lo que esperaba.
Si hubiera recibido el apoyo necesario de la institución, quizás la historia hubiera terminado de otra manera. Tanto el silbato para perros (en política, un mensaje en código que solo puede ser percibido y comprendido por ciertos grupos) como el racismo explícito que se encuentran a lo largo de la cobertura de Meghan comprensiblemente la desgastaron. Del mismo modo, el hecho de que se la viera como una presencia intrínsecamente modernizadora solo por su origen racial habrá traído sus propias presiones. En retrospectiva, parece injusto haber esperado que Meghan asumiera esa carga, solo con enamorarse.
Las afirmaciones del príncipe Harry sobre el racismo dentro de la familia real provocaron un intenso debate y crearon ondas de choque de controversia. También dejó a gran parte del país sintiéndose desanimado. Después de todo, las cosas seguían como siempre.
Después de la explosiva entrevista de la pareja con Oprah, el palacio emitió un comunicado que decía que “los recuerdos pueden variar” sobre el tiempo de los Sussex como miembros de la realeza. Que la familia real, según se informa, le dijo a Meghan que era libre de continuar con su carrera como actriz es un excelente ejemplo de esto. Harry lo vio como si su familia se negara a garantizar la seguridad de su nueva esposa al renunciar a la responsabilidad de pagar por la seguridad que tanto necesitaba. El palacio puede haber interpretado esto de manera diferente, que en cambio fue un intento de proteger a Meghan de toda la fuerza de la atención de la prensa que viene con la vida real”.
La verdad tal vez se encuentra en algún punto intermedio: la “reducción” de la monarquía ha estado en proceso durante mucho tiempo. El contribuyente se ha cansado de los costos asociados con la familia real extendida y el palacio puede haber estado ansioso por encontrar una forma de evitar aumentar los costos de seguridad y garantizar la felicidad de Meghan en su nuevo matrimonio. Sin embargo, el racismo que alimenta el odio hacia Meghan “cambió el nivel de las amenazas de muerte”, contó el príncipe Harry. La intensidad era tal que al inicio podría haber parecido más seguro para la pareja operar dentro de la monarquía que fuera de ella. Cuando nació su hijo Archie y, afirman, rechazaron un título y la seguridad que conlleva, puede haber aumentado la sensación de traición y falta de apoyo que sintió la pareja.
La vida en California podría ofrecer más flexibilidad y tiempo lejos del centro de atención, pero como figuras públicas, el atractivo de Meghan y Harry radica en que permanecen al menos algo visibles. Los informes de que filman una nueva serie documental “en casa” como parte de su contrato de varios años con Netflix podrían indicar que se sienten más cómodos al aprovechar su visibilidad con un nivel de control creativo. En estas circunstancias podrán contar sus propias historias, sin preocuparse tanto de que factores externos dicten su narrativa. El próximo libro de memorias de Harry será otra oportunidad para esto, aunque aún no se ha confirmado la fecha de lanzamiento. Heart of Invictus será la primera oferta de Sussex de su productora, Archewell Productions, para Netflix. La serie documental “seguirá la preparación de los competidores” para los recientes juegos de Invictus.
Harry declaró en una entrevista en abril que California ya se sentía como en su “hogar” y que la pareja había sido recibida con “los brazos abiertos” en el estado. Mientras buscan su independencia financiera a través de sus proyectos apasionantes, da una idea de cuál podría haber sido la nueva dirección para la monarquía. En cambio, la nueva ola terminó tan rápido como había comenzado. Para la familia real, quizás volver a la normalidad era una apuesta más segura. Lidian con la controversia en torno a la salida de Sussex desde hace algún tiempo.
Meghan y Harry están “emocionados y honrados de asistir a las celebraciones del Jubileo de Platino de la Reina”, expresó su portavoz. Esta reunión familiar será observada con entusiasmo y servirá como otro recordatorio del potencial que se perdió cuando los Sussex dieron un paso atrás. Las sospechas que ahora existen de actitudes racistas dentro de la familia real solo agravan la sensación de que las viejas actitudes imperialistas en realidad nunca se quedaron atrás. Al mirar más allá del jubileo, podría ser posible tener más optimismo sobre lo que le depara el futuro a la familia real. En cambio, sabemos lo que probablemente obtendremos: más de lo mismo.