Hermana de víctima de Uvalde ruega a legisladores de Texas por reforma sobre armas
Jazmin Cazares dio un testimonio desgarrador ante la Legislatura de Texas el jueves por la mañana, a un mes de la muerte de su hermana pequeña
La hermana adolescente de una niña de nueve años que murió en el tiroteo masivo ocurrido en Uvalde, rogó a los legisladores de Texas que aprueben leyes de control de armas, al tiempo que rompía en llanto y revelaba que estaba “aterrorizada” de regresar a la escuela para cursar su último año.
Jazmín Cazares dio un testimonio desgarrador ante el Comité de la Cámara de Representantes de Texas sobre Violencia Masiva y Seguridad Pública el jueves por la mañana, en el que describió cómo fue perder a su hermana menor Jacklyn y a su prima Annabell Rodríguez en la masacre que tuvo lugar el 24 de mayo en la Escuela Primaria Robb.
Vestida con una camiseta estampada con la foto de su hermanita, Jazmín dijo que estaba allí para honrar a quienes habían sido asesinados en el ataque, y desafió a los legisladores diciendo “ustedes también pueden honrarlos aprobando leyes de seguridad de armas”.
“Estoy aquí rogándoles que hagan algo y cambien algo, porque las personas que se suponía que debían mantenerla segura en la escuela no lo hicieron”, expresó.
“Ellos fallaron”.
La joven pidió a los legisladores de Texas que aprobaran legislación sobre verificación de antecedentes y leyes de alertas para “proteger a comunidades inocentes como la mía de estar en peligro por personas que son inestables y señalar que son amenazas”.
“No debería haber absolutamente ninguna razón por la que este asesino debería haber tenido acceso a un arma de fuego”, subrayó.
“Días después de cumplir 18 años, compró un AR-15, cientos de municiones”.
Casi al mismo tiempo que Jazmín testificaba, la Corte Suprema de EE.UU. emitió un fallo que relajó las restricciones de armas en todo el país.
El tribunal supremo de la nación anuló una ley de Nueva York que requería que los propietarios de armas de fuego demostraran una “causa justificada” (incluyendo razones de defensa propia) para obtener una licencia para portar un arma escondida, en lugar de simplemente poder portar un arma escondida para protección de la propiedad u otras razones.
La decisión fue tomada a pesar de la serie de tiroteos masivos que ha vivido el país en meses recientes, incluidos los de Uvalde y Búfalo, Nueva York, haciendo que las familias de las víctimas y los defensores del control de armas pidan mayores restricciones.
A través de su dolor, Jazmín dijo que temía por su vida y que estaba pensando si regresar o no a la escuela el próximo año académico para terminar sus estudios.
“¿Voy a sobrevivir?”, cuestionó.
Al preguntarle sobre los simulacros de tirador activo, la adolescente dijo que su escuela frecuentemente hacía cierres de emergencia, por lo que “generalmente nadie se lo tomaba en serio, hasta ese día”.
“Estábamos encerrados, así que la única información que obteníamos era a través de los medios”, contó.
“Fue aterrador... y tener que volver a la escuela el próximo año... no sé.
“Realmente es una gran decisión, y volver a la escuela no tendría que ser una gran decisión, pero lo es. Temo por mi vida si regreso.
“Me queda el último año y eso es todo. ¿Voy a sobrevivir?”, preguntó.
La reunión del comité conjunto de la Legislatura de Texas fue convocada para discutir soluciones legislativas después del tiroteo masivo del mes pasado, en el que 21 víctimas murieron.
Jacklyn, apodada “Jackie”, fue una de los 19 estudiantes entre nueve y 11 años que fueron asesinados junto a dos maestras, en lo que fue el peor tiroteo en una escuela en Estados Unidos desde el ocurrido en Sandy Hook en 2012.
Jazmín derramó lágrimas al rendir homenaje a su hermana, a quien describió como “una copia exacta de mí” que “amaba cantar, bailar y actuar”.
En vez de estar juntas en casa disfrutando de las vacaciones de verano, como debería de ser, tenía que estar allí hoy para pedir a los legisladores que eviten que otras familias sean destrozadas por la violencia armada.
“Esta mañana, alrededor de las 5:30 am, me senté en la cama de mi hermana y lloré. Lloré y lloré”, continuó.
“Tal vez un minuto después, me sequé las lágrimas y me subí al auto y viajé cuatro horas para llegar aquí.
“No debería tener que estar aquí... No se supone que deba estar aquí ahora. Se supone que debo estar en casa viendo una película con mi hermana. Es verano”, lamentó.
Jackie quería ir a París para su graduación, reveló Jazmín a los legisladores. Ahora ella tiene planes de ir cuando se gradúe el próximo año, en honor de su hermana.
Tras la masacre, su padre, Javier Cazares, habló sobre cómo se apresuró a llegar a la escuela luego de enterarse de los reportes sobre el tiroteo.
Javier rogó a los policías que entraran en la escuela, y luego, a medida que aumentaba su frustración con la agonizante espera, se le impidió encargarse él mismo del asunto y salvar a su hija.
“Muchos de nosotros estábamos discutiendo con la policía, ‘Tienen que entrar. Tienen que hacer su trabajo’”, declaró a The Washington Post en aquel momento.
“Estábamos listos para ir a trabajar y entrar corriendo”.
La respuesta policial a la masacre está actualmente al centro de múltiples investigaciones locales, estatales y federales, pues se supo que los oficiales esperaron 77 minutos desde que comenzó el tiroteo hasta que finalmente entraron al aula y mataron a tiros al atacante, Salvador Ramos.
Se cree que esta respuesta tardía costó vidas. Una de las maestras murió mientras era trasladada al hospital, y tres niños sucumbieron a sus heridas tras llegar a él para ser atendidos.
El martes, el director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, Steve McCraw, testificó en una audiencia del Senado de Texas y dijo que había suficientes oficiales armados en el lugar para detener al atacante, apenas tres minutos después de que comenzara el tiroteo.
Pero, en cambio, la policía esperó una hora, 14 minutos y ocho segundos, ya que el comandante en el lugar, el jefe de la policía del distrito escolar de Uvalde, Pete Arredondo, no envió a los oficiales al salón de clases.
“Tres minutos después de que el sujeto entrara al pasillo oeste, había una cantidad suficiente de agentes armados con chalecos antibalas para aislar, distraer y neutralizar al sujeto”, aseguró.
“Lo único que impidió que un pasillo de oficiales dedicados entraran a los salones 111 y 112 fue el comandante en escena, quien decidió poner las vidas de los agentes por encima de las vidas de los niños.
“Los oficiales tenían armas. Los niños no tenían ninguna. Los oficiales tenían chalecos antibalas. Los niños no tenían ninguno.
“Los oficiales tenían entrenamiento. El sujeto no tenía ninguno.
McCraw, quien dirige una investigación estatal en torno a la respuesta policial, calificó a esta como un “fracaso abyecto”, pues mencionó que el jefe Arredondo esperó a que llegaran radios, armas y llaves en lugar de enviar a los agentes a las dos aulas contiguas.
El jefe Arredondo ha señalado anteriormente que mucho del retraso se debió a que estaba esperando a que le dieran las llaves de la puerta del salón de clases.
McCraw cuestionó esto, e indicó que hasta ahora, la investigación muestra que la puerta no estaba cerrada, pero que las imágenes de vigilancia revelan que ni un solo agente trató de abrirla.
Incluso si estaba cerrada con llave, la policía tuvo acceso a una palanca en cuestión de minutos, que pudo haber sido usada para forzar la puerta, testificó.
El miércoles por la noche, el jefe Arredondo fue puesto en licencia administrativa, mientras continúan las investigaciones.