La “manzana” de Adán y el “fruto prohibido” de Claudia Sheinbaum: ¿quién sucederá a López Obrador?
Es un secreto a voces que la designación del próximo candidato presidencial de Morena saldrá de Palacio Nacional pero, ¿qué características debe de cumplir? Soledad Villa escribe sobre el tema
Faltan casi dos años para finalizar el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, es tiempo de iniciar las campañas presidenciales.
En el partido oficialista ya hay varios que han levantado la mano, tres de ellos, que se consideran los más fuertes, se reunieron el fin de semana en el Estado de México para llamar a acuerdos y proyectar unidad.
En el discurso, el candidato se elegirá a través de una encuesta abierta a los ciudadanos, sin embargo, no son pocos los analistas, como Jorge Zepeda Patterson, que afirman que la última palabra estará en boca del propio presidente actual.
En este contexto la pregunta es, ¿quién es el sucesor ideal a ojos del mandatario que se califica a sí mismo como el "presidente más atacado (por la prensa) de la historia de México"?
Es casi un hecho que debe pertenecer a las filas de los cercanos a López Obrador, si no desde sus inicios, sí desde su primer intento por llegar a la presidencia (lo consiguió al tercero); y representar en consecuencia, los "valores" en los que ha basado su discurso.
AMLO sucedió a Enrique Peña Nieto, quien hoy se perfila como el último presidente del PRI, cuyo sexenio dio algunos de los peores escándalos de corrupción como el de la llamada Casa Blanca y la Estafa Maestra. El voto de castigo reflejó mucho del hartazgo social ante esa élite.
La campaña de Morena estuvo fincada en una supuesta lucha contra la corrupción y la prioridad del pueblo antes que las élites. "No puede haber gobierno rico y pueblo pobre", repitió AMLO como mantra.
Pero López Obrador no es de origen "humilde", desciende de un inmigrante español hacendado del sureste mexicano, sin embargo, no ha perseguido la acumulación de bienes, como la mayoría de los políticos, incluso de muchos que lo acompañan.
Esa es una primera característica que el "elegido" debe cumplir, con lo que Marcelo Ebrard queda descartado. No son desconocidas las investigaciones de desvío de recursos que resurgieron con la tragedia de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, que lo llevaron a vivir en el "exilio" (lujo de por medio) en París, tras terminar su gestión al frente del gobierno de la capital.
Ebrard ha recibido donaciones y herencias millonarias, entre joyas, obras de arte y hasta una casa. La declaración patrimonial del secretario de Relaciones Exteriores dista mucho de ser sencilla, como requiere el próximo “siervo de la nación”.
Otra de las cartas que juega en su contra, es la facilidad con que se desenvuelve en el extranjero, algo que para el mandatario no es prioridad. Prefiere alguien que enaltezca la riqueza nacional. “La mejor política exterior es una buena política interior”, ha dicho en repetidas ocaciones Andrés Manuel.
Quedan entonces Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López Hernández, ambos seguidores de AMLO desde hace al menos dos décadas. Ambos ajenos a mostrarse en ropa de diseñador o a vacacionar en lujosos destinos. Ambos firmes en sus convicciones. Sheinbaum no dudó en tramitar el divorcio de Carlos Ímaz, cuando su imagen se convirtió en un lastre. Adán no dudó en acudir al llamado de AMLO cuando éste necesitó de una figura "conciliadora" que no le cuestionara en ningún tema.
Sin embargo, entre ambos hay una diferencia que terminará por decantar el corazón de Andrés Manuel. Uno es hombre y la otra mujer.
Es tan sencillo como la visión religiosa y conservadora del presidente mexicano que en más de una ocasión ha declarado que a las mujeres corresponden las tareas de cuidado porque los hombres son "más desapegados".
El secretario de Gobernación suma además la ventaja de ser "paisano, amigo y compañero entrañable" del presidente (así lo ha definido), e hijo de un notario tabasqueño que se convirtió en uno de los aliados clave del joven Andrés Manuel cuando rompió con el PRI para construir una alternativa política en su tierra natal. También es un hombre conservador y de ideas casi inamovibles, como el propio AMLO.
Claudia es, al contrario, científica de formación con una consecuente inclinación “progresista” que a López Obrador no siempre le agrada. Sin embargo, ha sido siempre fiel discípula del hoy mandatario pues el crecimiento de su carrera está fincado en el de él mismo. Es divorciada, no tiene hijos y sus ideas son “liberales” hasta donde permite la visión del gobierno central. Muchos “contras” en su perfil.
Si bien en esta administración hay "paridad" en los cargos públicos, aquellos que en realidad tienen peso, como el manejo de la Secretaría de Hacienda, de Comunicaciones y Transportes o la Comisión Federal de Energía, están en manos de un varón. Por su parte, es de conocimiento público la opinión que tiene el presidente tabasqueño del movimiento feminista, el único que ha conseguido enfrentarle durante estos tres primeros años para exigir mayores acciones para frenar los feminicidios y la violencia contra las mujeres.
Los (des)tapados están calentando motores, sin embargo, como hizo notar Manuel Olid Uranga, columnista de La Lista, hay algunos que ya salieron con ventaja.