López Obrador, el principal responsable de la tragedia migratoria en Ciudad Juárez
A López Obrador poco le importa que en el mundo su gobierno sea considerado como un grave violador de los derechos humanos de los migrantes, escribe María Luisa Arredondo
El incendio que estalló en un centro de detención del INM en Ciudad Juárez, en el que murieron 39 migrantes y decenas resultaron lesionados, es consecuencia directa de la actual política migratoria de la 4T, caracterizada por su total deshumanización en aras de servir a los intereses de Estados Unidos.
Si bien México nunca se ha caracterizado por tratar bien a los migrantes, cuando Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia prometió que implementaría una política de puertas abiertas para quienes buscaran asilo en suelo mexicano. Esas declaraciones quedaron en pura retórica cuando Donald Trump lo amagó con elevar los aranceles a las exportaciones mexicanas si no impedía el paso a los migrantes que intentaran cruzar ilegalmente a la Unión Americana.
La amenaza funcionó. Desde entonces, México se convirtió en guardián de la frontera estadounidense. López Obrador envió más de 26 mil elementos de la Guardia Nacional para cerrarle el paso a los migrantes y aceptó sin chistar recibir a todos aquellos que expulsara Estados Unidos, sin exigirle a su vecino apoyo económico para albergarlos de manera digna.
El panorama no ha cambiado con Joe Biden y las consecuencias están a la vista. Miles de migrantes de todas edades, incluso niños, deambulan por las zonas fronterizas en el desamparo absoluto. No solamente carecen de comida y de un techo, sino que son golpeados, maltratados y extorsionados tanto por el crimen organizado como por las propias autoridades.
Muchos se ven obligados a pedir limosna o a limpiar vidrios de autos para sobrevivir. Como si esto fuera un delito, las autoridades migratorias los llevan a centros de detención. Ahí, sin compasión alguna, los retienen en condiciones por demás deplorables, hacinados, sin agua ni alimentos.
Al parecer, esto fue lo que detonó el incendio en Ciudad Juárez. Varios testigos indican que un inmigrante desesperado decidió prenderle fuego a una colchoneta para exigir un trato humanitario. Pero, lejos de lograr su cometido, sucedió lo inimaginable. Como hemos visto en un vídeo que ha circulado ampliamente, al estallar las llamas, los custodios del lugar optaron por escapar y dejar encerrados tras las rejas a los migrantes detenidos, a sabiendas de que iban a morir.
Los empleados responsables de este abominable crimen, según la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, ya han sido identificados y serán debidamente castigados. Pero el problema de fondo que llevó a esta tragedia sigue sin estar resuelto.
Hasta ahora, el gobierno de la 4T no ha mencionado la responsabilidad del director general del INM, Francisco Garduño, un político muy cercano a López Obrador, que seguramente gozará de la protección presidencial.
Y, como era de esperarse, tampoco se ha hablado en Palacio Nacional del meollo del asunto: la vergonzosa política migratoria de la 4T que ha llevado a tratar a los migrantes como moneda de cambio.
Para López Obrador ha sido muy conveniente hacerle a Estados Unidos el trabajo sucio de detener y aceptar en su territorio a migrantes que quieren cruzar hacia el norte a cambio de acuerdos comerciales favorables y de que Washington trate de mantener una buena relación con México, pese a sus políticas fallidas en materia de seguridad y derechos humanos.
En este sentido, López Obrador ha optado por el pragmatismo. Poco le importa que en el mundo su gobierno sea considerado como un grave violador de los derechos humanos de los migrantes. Quienes conforman este grupo no solo son los más vulnerables y desamparados de la escala social, sino que no votan y, por lo tanto, no tienen ningún peso en la 4T.