¿Por qué la gente está tan enojada con los críticos de cine por las reseñas de ‘Don’t Look Up’?
Muchas respuestas a las malas calificaciones de la película dicen que los críticos “no entendieron”. Tienen razón
¿Cómo podemos juzgar coherentemente al mundo, nuestras sociedades, instituciones, arte e incluso nuestras elecciones diarias básicas, cuando también se nos pide que aceptemos el hecho que casi todo lo que un ser humano hace es malo para nuestro planeta?
La crisis climática está empeorando de forma manifiesta. Los sistemas críticos que sustentan la vida en nuestro planeta están colapsando. Somos los culpables. Pero incluso sabiendo esto, formular una respuesta racional y consistente a nivel individual es prácticamente imposible. “¿Debería comprar estos arándanos importados ¿Los sistemas que me permiten comprar arándanos en enero también están acelerando el apocalipsis? Necesito comer algo”.
Como miembro de esta especie parasitaria destructora de planetas, encuentro estas acrobacias mentales agotadoras, al punto de adormecerme.
Y no soy el único. Como ha destacado la respuesta positiva del público a la película Don't Look Up, nuestra especie se está sintiendo cada vez más incómoda con el nivel de disonancia cognitiva que se necesita ahora para librar cada día con nuestra cordura intacta.
Uno debe lidiar con las complejas realidades y las oscuras conclusiones a las que conducen, o retirarse, a sabiendas o reconfortado por distracciones tranquilizadoras, hacia la ignorancia. De cualquier manera, es insostenible para una civilización o para el mundo natural.
Don't Look Up ha sido el proyecto más exitoso de Netflix hasta la fecha, y no es difícil ver por qué. Ofrece algo de la amplia coherencia y verdades básicas por las que todos estamos clamando. Sin embargo, hay una ira palpable en muchas de las malas reseñas de Don’t Look Up, y es debido a una razón fascinante.
Sabemos que, como sociedad, estamos fracasando por completo en encontrar significado y propósito. La película, aún sin la elocuencia que muchos críticos aparentemente hubieran preferido, ha puesto un nuevo foco en “la cicatriz que atraviesa nuestra alma colectiva”, como describe el antropólogo David Graeber el impacto psicológico del control brutal del capitalismo en su libro Bullshit Jobs: A Theory.
La película no ofrece redención. Echa una mirada en nuestra sociedad y la juzga más allá de la salvación: nuestros líderes son abyectos, los sistemas en los que trabajamos son en su mayoría inútiles y dañinos, nuestras poblaciones mal educadas solo quieren respuestas fáciles o mentiras reconfortantes. Esto es extremadamente incómodo para muchas personas, quizá sobre todo para aquellos involucrados en la película, incluyendo a aquellos en los medios de comunicación que se ocupan del entretenimiento ligero.
Además de la crisis climática, la película captura nuestra desordenada e incipiente respuesta a la pandemia del coronavirus, lo que plantea preguntas sobre la confianza en los medios, los políticos, las corporaciones, la ciencia y aquellos cuyos intereses, en última instancia, se están beneficiando.
Nos muestra el lío en el que estamos. No nos muestra cómo escapar de este desastre. Una vez más, esto nos puede hacer sentir incómodos o, irónicamente, ofrecer alivio de que al menos algunos de nosotros somos capaces de admitir lo perdidos que estamos. Pero más que eso, el intenso debate sobre la recepción crítica de la película, debería funcionar como un punto de inflexión.
Mientras nuestra especie lidia, de verdad, con si tiene futuro o no, simplemente no es lo suficientemente bueno para los que vivimos en naciones ricas mantener nuestras normas culturales existentes (las cuales, en su mayoría, surgieron de las doctrinas políticas y económicas del siglo XX).
Por su parte, los críticos no han hecho nada diferente de cómo reseñarían normalmente una película. Han revisado el guion, la actuación, las bromas y la dirección, y el contexto del filme en relación con otras, como habrían hecho con cualquier otra cinta de acción de Hollywood.
Pero lo que está emergiendo de repente es un disgusto por esta estrecha forma de pensar. Un gran número de respuestas a las pobres reseñas dicen que los críticos “no entendieron”. Tienen razón.
¿Por qué los científicos y los defensores del medio ambiente son mejores al expresar por qué la película fue tan poderosa? Es porque el lente a través del cual ven el mundo de pronto se superpone con las preocupaciones más amplias que tienen las personas sobre el estado del mundo, no el estado del cine.
Cabe señalar que no todos los críticos atacaron la cinta, y muchos de hecho reconocieron sus elementos clave, entre ellos la reseña de cuatro estrellas de mi colega Clarisse Loughrey.
La revista Empire también le dio una buena crítica al filme, aunque de alguna manera no hizo mención a que era una alegoría a la emergencia climática, tal vez ilustrando el abismo en la preocupación por el mundo natural del que trata este artículo.
A medida que la crisis climática empeora, informará cada vez más la experiencia humana, desde nuestras interacciones más fundamentales con nuestro planeta, como respirar, comer y beber, hasta nuestras relaciones, el arte, la arquitectura y la filosofía política.
En el gobierno, ha habido llamados a crear un “ministerio neto cero”, que podría funcionar en todos los departamentos para examinar las políticas y asegurarse de que funcionan en un marco medioambiental común. Esto es una buena idea que debería implementarse.
Los medios de comunicación deben adoptar un enfoque similar en general. Los críticos del futuro deben invertir más en el proyecto humano. Eso significa comprender cómo la crisis climática y el medio ambiente afectan su tema.
Debemos encontrar una nueva forma de ver lo que estamos haciendo y el mundo del que somos parte, no aparte de él.
Harry Cockburn es corresponsal de medio ambiente y editor de noticias de The Independent