Por hablar de la arrogancia masculina, se olvidaron de Jada Pinkett Smith
¿Se detuvo Will Smith por un momento para preguntarle a su esposa si quería que subiera al escenario? ¿Esperó él para saber cómo se sentía ella realmente acerca de la terrible broma de Chris Rock?
Siempre se espera que los Óscar sean un espectáculo: la alfombra roja, los vestidos etéreos y frondosos, los conmovedores discursos de aceptación, a menudo completamente carentes de autoconciencia; el escándalo, los fragmentos de la fiesta posterior, golpear en el escenario a otra celebridad porque dijo algo sobre tu “señora”. Espera, ¿qué?
Sucedió: Will Smith (sí, el Will Smith) se levantó de su asiento en los Óscar, no en un bar, ni en un club de trabajadores, ni en un vagón repleto de un tren, sino en los Óscar, y abofeteó al comediante Chris Rock porque este último hizo un chiste subido de tono sobre su esposa, Jada Pinkett Smith.
Así es como sucedió: Rock hizo un chiste malo (y barato) acerca de que Pinkett Smith parecía que podría interpretar a GI Jane en GI Jane 2, aparentemente en referencia a su cabeza rapada. En 2018, ella reveló que le habían diagnosticado alopecia y dijo que cuando empezó a perder mechones de cabello “estaba literalmente temblando de miedo”.
Al escuchar la broma de mal gusto, Smith subió al escenario y golpeó a Rock en la mandíbula, antes de regresar a su asiento y advertirle: “Mantén el nombre de mi esposa fuera de tu maldita boca”.
Aparentemente, la mayoría de las personas presentes pensaron que el altercado estaba planeado, pero la ira acerada y latente de Smith parece haber acabado con esa idea. ¿En cuanto a los que miramos desde casa? Lo admito: como mujer, me hizo voltear los ojos.
¿Por qué? Bueno, porque muchas mujeres habrán estado en situaciones casi exactamente como esta (aunque cambien las celebridades y el glamour por estar afuera de una tienda de kebab a las 2 am) y en lugar de parecer un gesto de protección o romántico, para mí se siente grosero y desgarbado, hasta misógino. Señala a las mujeres como doncellas que necesitan un hombre que las defienda con los puños cuando las mujeres son bastante capaces de defenderse en las cuestiones de combate verbal, gracias.
Si Rock hubiera hecho algún tipo de movimiento físicamente agresivo hacia Pinkett Smith, entonces tal vez estaría pensando en las cosas de manera diferente. Pero la idea de que la arrogancia de Smith en el escenario en uno de los eventos de más alto perfil del año estuvo justificada y que no se podía confiar en Pinkett Smith para a) ignorar los comentarios de Rock, sin importar cuánto le hayan dolido, o b) montar una respuesta mordaz por su cuenta, simplemente no me sienta bien.
Es algo similar a... “deja de ver a mi señora”; una pelea lugareña en un bar malo con pisos de linóleo pulido e hileras de luces. Se trata de pegarle a alguien en la boca porque asumes que las mujeres están indefensas, que necesitan protección; que la única forma de solucionar una situación desagradable es sacando sangre.
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Es un duelo ancestral de pistolas al amanecer con hombres en el centro de la narrativa, encendidos por la sed de sangre; y es más que eso, porque es usar a una mujer como excusa para pelear.
La mujer real en el centro de los titulares, y sus sentimientos al respecto, se olvidan, en realidad. ¿Se detuvo Smith por un momento para preguntarle a su esposa si quería que subiera al escenario? ¿Esperó él para saber cómo se sentía ella realmente acerca de la terrible broma de Rock? ¿No es del todo plausible que Smith, al actuar de la manera en que lo hizo, haya empeorado mucho más una mala ocurrencia?
Como mujer, la idea de que un hombre pelee por mí (o para mí) me inquieta y me obliga a asumir una postura que no tomo con naturalidad, un papel que nunca he pedido: el de “damisela en apuros”. Es material de los cuentos de hadas, pero no hace que me derrita, me hace sentir un poco avergonzada. Y nunca, nunca querría que alguien a quien amo resulte lastimado por las palabras estúpidas e irreflexivas de otra persona.
Defiéndanos, por todos los medios, pero pregúntennos cómo queremos que lo hagan primero. No eliminen nuestras opciones ni las descarten porque creen que saben más. Si hacen eso, terminan siendo tan malos como la persona que nos faltó al respeto en primer lugar.