Si este fue el intento de Liz Truss por salvarse, para mañana se habrá ido
“¡RENUNCIA!”: todos en la sala lo pensaron y al menos 200 personas se lo gritaron
Hace tres semanas, la primera ministra no podía abrir la boca sin hundir aún más la libra esterlina. Ahora no puede abrir la boca sin que todos se mueran de risa. Sí, es claro que las cosas van mejorando.
Los comentaristas habían repetido sin cesar que esta edición del evento Prime Minister’s Questions, que tiene lugar en la Cámara de los Comunes, sería de gran importancia. Pero este tipo de acotamientos son bastante bobos. Se trata tan solo de un poco de teatro y nunca cambia nada. Liz Truss no está en juicio, sobre todo porque el veredicto ya se ha emitido. Ahora solo aguarda su sentencia y, si fuera sensata, que no lo es, estaría ansiosa por que todo terminara lo más rápido posible. Lo cual aún podría ocurrir, pero nadie parece querer tirar de la palanca.
Pero una cosa que tenía que hacer era tratar de convencer a sus propios parlamentarios para que la apoyaran un poco más y esperaran que las cosas mejoraran, lo cual no hizo y ellos no lo harán.
La estrategia más reciente de la primera ministra, ante aún más evidencia de todo lo que ha hecho mal y cuánto ha perjudicado a todos, es señalar que se ha disculpado, como si lo que la gente espera de sus líderes es que se arrepientan del dolor que le han causado.
De manera un tanto preocupante, cuando Keir Starmer le preguntó a Truss sobre una próxima biografía de ella, y si “out by Christmas [sale en Navidad]” es el título o la fecha de lanzamiento, las carcajadas fueron menos fuertes para la pregunta que para la respuesta.
“He sido muy clara”, respondió ella, y hace su tic nervioso ahora habitual de extender su brazo derecho como si señalara una amplia sección. “He sido muy clara en que lo lamento, y he cometido errores, pero lo correcto en esas circunstancias es…”
“¡RENUNCIAR!” Todos en la sala lo pensaron y al menos 200 personas lo gritaron. Fuera lo que fuera lo que dijo en realidad, nadie lo escuchó y de todos modos solo se habría olvidado. Da la casualidad de que, mientras ella hablaba, uno de sus asesores especiales era suspendido e investigado por informar de forma anónima comentarios groseros y dañinos sobre exministros del gabinete. No hace falta decir que ese tipo de cosas no ayudan cuando ya te estás aferrando a lo que te queda de vida. También puede justificar la afirmación de que uno de los trabajos más recientes de la persona en cuestión fue dar consejos de comunicaciones al príncipe Andrew.
A su lado estaba sentada su flamante canciller. Por una desafortunada coincidencia, hizo una de esas entrevistas alegres con The Times sobre sus libros y películas favoritas, la cual se publicó esta mañana, pero uno sospecha que se realizó hace algún tiempo.
“Mi obra favorita es King Lear”, se lee en la casual entrevista. “Nadie es perfecto, y es conmovedor ver a los más grandes ser derribados de forma tan dura por el orgullo o los errores. Y no solo porque lo he visto con cinco primeros ministros durante mi tiempo en el cargo”.
Querrás decir seis, Jeremy. Su rostro permaneció inexpresivo en todo momento, se puso tenso solo en un momento bastante importante, cuando escuchó a la primera ministra anunciar que estaba “absolutamente comprometida con el triple cerrojo en las pensiones”. Este es un compromiso que se ha negado a asumir, y tampoco lo ha hecho el portavoz de la primera ministra. Por lo tanto, parece posible, si no probable, que la primera ministra solo dijera lo que se le vino a la mente para que desapareciera el problema, lo cual no sucederá.
Keir Starmer también señaló que hace una semana, a todo lo que él preguntaba, ella respondía con una crítica al plan del Partido Laborista de ofrecer apoyo en las cuentas de energía solo hasta el próximo abril, en lugar de abril de 2024. Y al final, una semana después, el gobierno conservador había decidido hacer justo eso.
“Estamos siendo honestos”, dijo Truss. “Nos sinceramos con el público”. Pero el público en realidad no siente que lo sean, sino todo lo contrario.
Todas estas respuestas se recibieron con un silencio ensordecedor. No hace mucho tiempo, las PMQ (Prime Minister’s Questions, preguntas que le hacen al mandatario británico en el Parlamento) se volvieron bastante dolorosas de ver, ya que los propios parlamentarios de Jeremy Corbyn estaban sentados detrás de suyo sin emitir sonido alguno, mientras él seguía con el trámite de un liderazgo que camina muerto como zombi, y eso es justo lo que pasa aquí.
Aunque da para reírse, también es inquietante. El momento climático crucial de cualquier comedia es cuando el protagonista no puede escapar de la situación en la que se encuentra, aunque de una forma u otra le gustaría, se encuentre en las oficinas de Wernham Hogg o en un rascacielos de Peckham. (Por esta época el próximo año, seremos millonarios).
Liz Truss está atrapada solo porsí misma. Podría salir en cualquier momento, pero no puede. La pregunta que se repite es: ¿cuál es su función? Ahora que le han quitado todo lo que quiere hacer con el poder, exagera su fanatismo. Lo único que de verdad quiere es ser primera ministra. Todo lo demás viene en un segundo plano muy lejano. (En 2016, su pasión por el Brexit no llegó lo bastante lejos como para correr el riesgo de perder y estar del lado equivocado de David Cameron. Le gusta pensar en sí misma como una agitadora, pero en este aspecto crucial, y de hecho en todos los aspectos, es mucho menos recalcitrante que Rishi Sunak, aunque está demasiado cegada por su propia grandeza para verlo).
En un momento, uno de sus compañeros de partido se volvió hacia otro y susurró, en voz muy alta, “inútil”. Esto fue mientras gritaba los viejos eslóganes de Peter Mandelson acerca de ser “una luchadora, no alguien que renuncie”. Esto, para que conste, se refiere a que Mandelson ganó la reelección en Hartlepool en 2001 a pesar de varios escándalos. Es un gran salto de ahí a continuar como primera ministra a pesar de haber incendiado por completo toda su credibilidad política e intelectual.
Ella es de hecho inútil. El único uso que le queda es sentarse allí mientras sus compañeros deciden cómo deshacerse de ella, la mayoría de los métodos habituales ahora están fuera de los límites, porque lo han hecho muy mal. Pero con el tiempo lo resolverán, y eso será todo. Entonces será el turno de alguien más de ser humillado de forma ritual, y lo mejor que pueden esperar es que no les vaya tan mal como a ella.