En momentos como estos, queda claro cuánto significa la Reina para muchos
Nos guste o no, Su Majestad ha sido nuestra estrella del norte, la guardiana de los estándares nacionales, y ha brindado certeza durante siete décadas, dice Salma Shah
Lo más cerca que estaremos en verdad de la magia es estar en presencia de la Reina. Hablo por experiencia personal. Hace poco tuve el honor de asistir al servicio del centenario de la Legión Británica Real en la Abadía de Westminster, Inglaterra. Una ocasión que ya era importante adquirió aún más importancia y solemnidad gracias a la presencia de Su Majestad. Ella no hizo nada aparte de aparecer y tomar asiento y, sin embargo, cuando la gente se puso de pie, se pararon un poco más erguidos y cuando cantamos “Dios salve a la reina”, decíamos cada palabra con diez veces más fuerza. Su efecto mágico es poderoso.
A algunos les disgusta la monarquía, pero a la gran edad de 95 años, incluso los republicanos más duros hacen una excepción con respecto a nuestra jefa de estado reinante más longeva. Pocos pueden dudar de que ha hecho un buen trabajo durante sus casi 70 años en el trono, durante los cuales ha logrado adaptarse y evolucionar, al tiempo que de alguna manera se ha mantenido igual. Ciertamente ha encarnado lo que Walter Bagehot llamó la “rama digna de la constitución” al asegurar el liderazgo constante y consistente del esplendor y las circunstancias británicas.
Quizás esta sea la razón del mini estallido de histeria ante la noticia de que ella necesita tomarse las cosas con un poco de calma. Si estuviéramos hablando de cualquier nonagenario normal, tendríamos pocas razones para cuestionar el hecho de que días completos de eventos probablemente no sean las tareas más fáciles de manejar para alguien de esa edad. En su lugar, intentamos encontrar el significado oculto de los detalles del acontecimiento para ver si se pueden obtener pistas sobre su estado de salud. Aquí está el factor crítico, chicos: ¡Es vieja!
Tal es la preocupación por su salud que los pequeños placeres están siendo eliminados de su rutina. Según los informes, sus paseos matutinos con su perro y su Martini vespertino han sido sacrificados para mantenerla en óptimas condiciones físicas. Qué aburrimiento le debe haber llegado de repente a la soberana.
Sí, por supuesto que su salud es de una importancia constitucional única y claro que no puede ser tratada como una persona común más, pero en realidad, chequeos médicos o no, sencillamente no queremos tener que lidiar con un simple hecho: nos acercamos al final de su reinado. Así que nos entregamos a una actividad de sublimación clásica: la preocupación frenética.
Al proyectar esta ansiedad incesante en las minucias de los compromisos de la Reina, preocupándonos por si está en la iglesia o no, estamos retrasando la pregunta inevitable: ¿qué vamos a hacer cuando ella se haya ido?
Nos guste o no, ella ha sido nuestra estrella del norte, la guardiana de los estándares nacionales, y ha brindado certeza durante siete décadas. Como seres humanos que anhelan la estabilidad, no podemos soportar la incertidumbre que crearán su vacio en el trono. A través de ella, remontamos las generaciones y la historia mundial. Ella es el puente vivo hacia una era pasada y al mismo tiempo nos allana un camino futuro; ella es todas nuestras contradicciones, mezcladas y racionalizadas en un sombrero de colores brillantes.
Es una titán, quizás la persona más famosa del mundo, y su dedicación y disciplina a su papel y su conducta han sido nada menos que ejemplares. Su discreción y economía de personalidad le han permitido ser todo para todas las personas, dándole un estatus único en los corazones y mentes no solo de sus propios súbditos sino de personas de todo el mundo.
No estamos preparados para enfrentar ninguna fragilidad en ella. Su poder simbólico es tal que una debilidad en la monarca es un dolor que sentimos todos. Esto puede sonar como una hipérbole, pero estamos apegados a nuestra familia real, ellos reflejan y dan forma a nuestra historia nacional. Ella le importa mucho a su gente porque representa lo mejor de todos nosotros.
Pero al menos por el momento, ¿podemos simplemente darle un descanso al tema y a ella también? El momento no parece ser ahora: Como ella misma comentó, uno es tan joven como se siente. Mientras tanto, ¡Dios salve a la Reina!