Botones de pánico, bombas caseras e información filtrada: las preguntas sin respuesta del ataque al Capitolio
El comité del 6 de enero y la policía federal todavía trabajan para resolver los misterios más urgentes de ese día
Un año después de que miles de partidarios de Trump atacaron el Capitolio de los Estados Unidos, el comité especial de la Cámara de Representantes que investiga el ataque todavía busca respuestas a muchas de las preguntas sobre ese día.
El comité reanudó su trabajo este mes después de un receso por Navidad y el año nuevo, por lo que los legisladores están listos para seguir con sus esfuerzos. Intentar develar los misterios y saber la verdad sobre algunas de las preguntas más pertinentes del 6 de enero, mientras que las autoridades judiciales de Estados Unidos hacen sus propias investigaciones para responder otras cuestiones.
La respuesta a una de esas preguntas, y quizás la más pertinente para el 2022 y el futuro podría muy bien ser determinada por el mismo comité: ¿Donald Trump enfrentará alguna consecuencia concreta, más allá de un segundo juicio político por parte de la Cámara, por las acciones de sus partidarios?
El diputado Bennie Thompson, presidente del comité especial de la Cámara de Representantes que investiga el ataque y el papel que jugaron los aliados de Trump en tratar de anular los resultados de las elecciones, prometió que cualquier evidencia de actividad criminal descubierta por su equipo será enviada al Departamento de Justicia. Pero no está claro si eso dará lugar a cargos para el propio Trump, quien dijo a sus partidarios que “luchen” el 6 de enero desde un mitin frente a la Casa Blanca minutos antes de que ocurriera el ataque.
En el sistema judicial civil también se está haciendo el intento de responsabilizar a Trump personalmente por el ataque. Dos congresistas (Thompson y el diputado Eric Swalwell), así como algunos miembros de la Policía del Capitolio, intentan que Trump sea condenado a pagar una compensación por los daños.
Hasta ahora, el expresidente ha sufrido poco en el ámbito político por su papel en los eventos del 6 de enero, ya que todavía es el favorito probable para la nominación presidencial republicana en 2024.
Echemos un vistazo a algunos otros misterios aún sin resolver un año después del ataque al Capitolio:
¿Quién intentó bombardear al Comité Nacional Demócrata y al Comité Nacional Republicano?
Quizá el aspecto más preocupante de los esfuerzos en curso para responsabilizar a quienes participaron en los eventos del 6 de enero es el fracaso (hasta ahora) de las autoridades federales y de los investigadores privados aficionados en la identificación de un sospechoso que intentó hacer dos atentados con bombas en las sedes del Partido Republicano y del Partido Demócrata en Washington DC.
Las imágenes de vigilancia revelaron que un sospechoso con la cara muy cubierta dejó dos bombas caseras en las sedes de los dos principales partidos políticos de EE.UU., ubicadas en el mismo vecindario de Capitol Hill, y que su viaje nocturno para colocar ambos dispositivos en la noche del 5 de enero solo le tomó 45 minutos.
El caso no ha tenido grandes avances en meses. Los funcionarios del FBI ofrecen una recompensa de US$100.000 por información que conduzca a la captura de esta persona desconocida.
Aunque los dispositivos no explotaron ni causaron lesiones, se consideró que generaron respuestas por parte de las fuerzas policíacas federales y locales a dos lugares cerca del Capitolio durante el transcurso de los eventos del 6 de enero, lo que retrasó la respuesta a la violencia.
“La falta de arrestos hasta este momento no debe interpretarse como ‘esto no es una prioridad’. Ningún caso en el FBI se cierra hasta que haya una razón para cerrarlo”, dijo un agente retirado del FBI a The Independent en una entrevista acerca de esta investigación. “En este caso, sería el arresto de la persona que colocó las bombas. Entonces permanecerá abierto y permanecerá activo hasta que la persona sea capturada y llevada ante la justicia”.
¿Qué pasó con el botón de pánico de la diputada Ayanna Pressley?
Las oficinas de varios congresistas en el complejo de Capitol Hill tienen instalados “botones de pánico”, que les permiten convocar de forma rápida al personal de seguridad en caso de una emergencia. No todas las oficinas cuentan con estos dispositivos, pero el personal de la diputada de Massachusetts Ayanna Pressley comentó para The Hill que previamente ellos ya habían probado estos dispositivos en su oficina de Washington DC.
Sin embargo, mientras se desarrollaron los eventos del 6 de enero, su personal pronto se enteró de que esos botones habían sido desactivados o “arrancados”, como lo describió uno de los ayudantes de Pressley a una estación de noticias del área de Boston en enero pasado.
“Todos los botones de pánico en mi oficina habían sido arrancados, la unidad entera”, dijo Sarah Groh, jefa de gabinete de la congresista.
Otra congresista, la diputada Mary Gay Scanlon, informaría más tarde que sus botones tampoco funcionaban en ese momento.
El asunto fue presentado a la Policía del Capitolio, quienes seguían investigando en abril de 2021, cuando la oficina de Pressley publicó el siguiente comunicado: “El asunto ha sido planteado a las agencias relevantes y en estos momentos está bajo investigación. La seguridad de la congresista, su familia y nuestro personal sigue siendo nuestra máxima prioridad y, por órdenes de la congresista, el Sargento de Armas supervisó la instalación de nuevos botones anticoacción en toda la oficina después del ataque”.
The Independent se comunicó con la oficina de Pressley para solicitar una actualización sobre esta investigación y recibió el mismo comentario sobre la investigación en curso.
¿Alguien en Capitol Hill sabía que los alborotadores planeaban atacar el edificio?
La cuestión de la información filtrada ha sido la más perniciosa en el Capitolio desde el motín, ya que ningún otro misterio sin respuesta relacionado con el 6 de enero ha erosionado tanto la confianza entre los miembros del Congreso en un entorno ya de por sí divisivo.
Un miembro del personal de la Cámara declaró para The Independent sobre Capitol Hill después de los disturbios: “Puedes sentir la tensión con personas a las que no conoces. La gente ya no sentía que estaban todos allí por la misma razón, algo que solía unir al personal del Congreso, sin importar su partido. Lo mismo ocurre con los congresistas".
La diputada demócrata de Nueva Jersey Mikie Sherrill fue la primera en plantear las acusaciones de que, antes de lo ocurrido, algunos miembros republicanos de la Cámara podrían haber dado “recorridos” por el Capitolio a los partidarios de Trump que horas después participaron en el ataque.
Sherrill declaró en los días posteriores a los disturbios que el 5 de enero vio cuando “miembros del Congreso acompañaron a grupos que se desplazaban por el Capitolio”, haciendo un “reconocimiento para el día siguiente”.
Después, decenas de miembros demócratas de la Cámara redactarían una carta donde exigían a las fuerzas del orden que investiguen “el comportamiento sospechoso y el acceso dado a los visitantes al Complejo del Capitolio” antes del ataque.
Hasta ahora se han hecho pocos avances en ese lado, pero el año pasado el Atlanta Journal-Constitution informó que los registros de teléfonos celulares obtenidos por el FBI mostraban contactos entre miembros del Congreso y algunos partidarios de Trump que irrumpieron en el Capitolio.
Aún no se ha acusado a ningún miembro del Congreso de cometer algún delito, pero algunas personas le han pedido a la diputada Lauren Boebert su renuncia por tuitear que el personal de seguridad sacó del recinto a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, mientras se desarrollaba el ataque a la Cámara.
¿Hubo coordinación entre los organizadores de la manifestación y los participantes de los disturbios con la finalidad de atacar al Capitolio?
Dos manifestaciones ocurrieron en Washington, DC el día del ataque al Capitolio: una coordinada con los aliados más cercanos del presidente justo afuera de la Casa Blanca en la Elipse, y otra más lejos fuera del propio Capitolio de los Estados Unidos.
Si uno o ambos equipos de liderazgo de esos grupos estuvieron en contacto con cualquiera de las personas o grupos que participaron en los eventos más graves del 6 de enero, esto podría implicar problemas legales importantes para los organizadores de la manifestación, y grandes dolores de cabeza en el ámbito político para los republicanos, pues ya no tendrían margen para negar que los atacantes no fueron inspirados por las acciones o la retórica del presidente.
También sería un acontecimiento en particular preocupante para el grupo de representantes republicanos dado que al menos un miembro estuvo en contacto directo con los organizadores de la manifestación “Stop the Steal” que tuvo lugar en los terrenos del Capitolio.
Ali Alexander, el activista de derecha responsable de planificar la manifestación en Capitol Hill, fue uno de los muchos llamados a comparecer ante el comité del 6 de enero, y en la declaración que preparó para los legisladores negó cualquier conexión con el ataque en sí.
“No tuve nada que ver con la violencia o la infracción de la ley que ocurrió el 6 de enero”, dijo Alexander, quien agregó: “No tuve nada que ver con la planificación. No tuve nada que ver con la preparación. Y no tuve nada que ver con la ejecución. Cualquier sugerencia de lo contrario es falsa en todos los hechos. Cualquiera que sugiera que tuve algo que ver con las actividades ilegales del 6 de enero está equivocado. O se equivocan o mienten”.