“Demócratas deben adaptarse a cultura ‘woke’”: Analistas opinan sobre desastre para la izquierda en Virginia
No se han hecho esperar las interpretaciones de las causas e implicaciones de la derrota de Terry McAuliffe por muy pocos votos
Los demócratas siguen asimilando su derrota en las elecciones para gobernador de Virginia, y los comentaristas políticos ya han dado algunas opiniones sobre las causas de esta derrota y lo que significa para el futuro del partido.
Entre las causas más probables están la izquierda progresista y el fracaso en la aprobación de la agenda de Biden en el Congreso. Sin embargo, otros señalan que, de hecho, el resultado está más o menos en línea con el comportamiento de Virginia en las elecciones menores del año anterior, y que si hay que creer en las encuestas de salida, la dinámica subyacente de las coaliciones electorales de ambos partidos muestra pocas señales de cambio.
A medida que se asimilaban los resultados, el presentador de MSNBC Joe Scarborough intervino en su programa Morning Joe con este diagnóstico: la aceptación de los demócratas de la llamada cultura woke los perjudica de manera inevitable ante los ojos de votantes a los que de otro modo podrían ganarse.
“La gente dice, 'oh, ganó con base en algo que no es real, que no existe, CRT (teoría crítica de la raza) o cultura woke, como quieras llamarlo'... La gente dice, 'oh, es porque [los votantes] son racistas'. No, son demócratas de toda la vida y hablan de lo que sucede en los campus universitarios”, dijo.
Al parecer de Scarborough, muchos demócratas no pueden ver la gravedad de este problema porque la intensidad del discurso en torno a él sofoca la disidencia pública. “Adondequiera que vayamos, cuando nadie está observando, cuando las cámaras están apagadas, cuando la gente no se preocupa de que otra gente los llame intolerantes, es lo que sucede”, afirmó. "Eso ocurrió anoche en Virginia".
Sin embargo, Scarborough no representa la opinión dominante de lo que provocó la derrota de Biden. Muchos analistas de corte progresista, incluidos algunos en su propia compañía, ven la contienda de manera diametralmente distinta.
Joy-Ann Reid, presentadora de The ReidOut, tuiteó que la estrategia que el republicano Glenn Youngkin implementó en su exitosa campaña ya ha hecho maravillas por la derecha durante mucho tiempo.
“El problema de McAulliffe fue que A) la narrativa general del estado de ánimo es mala para los demócratas y para Biden, y B) Youngkin, como el republicano que es, llenó el vacío con un miedo rudimentario a lo que amenaza la preciada narrativa histórica de una gloriosa historia de grandeza y bondad blancas, cristianas e inquebrantables. Eso es algo fácil de hacer en EE.UU., donde una parte de la población siempre ha valorado el dominio de un grupo, en lugar de la democracia y el progreso compartido”.
Ella también defendió a los progresistas de las acusaciones de que era su agenda la que socavaba las posibilidades de Terry McAuliffe. "Los demócratas progresistas son de los pocos que defienden de manera enérgica al tipo de personas que estarían de verdad abiertas a votar por los demócratas y que los recompensarían si estos lograran resultados", escribió. “Pero por hacer eso, reciben una paliza de su partido y de la prensa de Beltway. Estamos en ese punto”.
El punto de Reid sobre el factor racial se ve confirmado por el desglose del resultado en cada condado, que mostró una brecha partidista pronunciada entre los condados más blancos y los menos blancos de Virginia. Otros datos mostraron que los patrones de votación cambiaron de manera drástica entre las mujeres blancas en particular; mientras que aquellas con títulos universitarios se inclinaron ligeramente hacia los demócratas, las que no los tienen se inclinaron de manera drástica hacia el lado opuesto.
Además de las divisiones raciales, que sin lugar a dudas pasaron a primer plano cuando Youngkin atacó de forma explícita la teoría crítica de la raza y la cultura woke como supuestos enemigos del estilo de vida estadounidense, también está el fracaso de los demócratas hasta ahora para lograr que se apruebe la agenda de Joe Biden en el Congreso, algo por lo que los moderados y los progresistas ya se culpan unos a otros.
"La incapacidad del partido para aprobar el programa económico de Biden ha hecho mucho daño", escribió el comentarista político Zachary D Carter. “Desde marzo, el mensaje constante que los votantes han recibido de los demócratas en Washington ha sido 'creemos que esto es muy importante para tu familia y no podemos lograrlo'”.
Otros, sin embargo, señalaron algunos factores estructurales que hicieron que las elecciones fueran difíciles para los demócratas, independientemente de la dinámica interna de la contienda. Amy Walter del Cool Political Report argumentó que debido a que el Partido Republicano de Virginia elige a sus nominados a través de un sistema de convenciones, Youngkin se salvó de “una elección primaria larga y prolongada en la que Trump y sus partidarios tendrían una mayor presencia”. Trump respaldó a Youngkin pero no hizo campaña a su favor, lo que dificulta que los demócratas lo etiqueten como un trumpista absoluto.
Mientras tanto, Derek Thompson de The Atlantic, señaló que durante casi cinco décadas, el partido que ostenta la presidencia ha perdido la gubernatura de Virginia de manera casi invariable.
Sin embargo, si bien la participación fue alta para los estándares de unas elecciones menores, las predicciones de que eso ayudaría necesariamente a los demócratas no resultaron precisas.
Como señaló el politólogo Michael McDonald, “la participación es importante para el futuro de los demócratas. Su base no está desmoralizada por lo que sucede en DC; siguen votando en las mismas cantidades que los ayudaron a ganar en 2017 y 2018, si no es que más. La diferencia es que los republicanos se movilizan aún más”.
Algunos analistas también tienen la teoría de que el resultado puede indicar problemas más profundos para los demócratas, y que van más allá de lo que sucedió en el ciclo de elecciones menores. Trip Gabriel, del New York Times, por ejemplo, escribió que los resultados de las elecciones del martes “se presagiaron hace un año, cuando la reprimenda de los habitantes de los suburbios a Trump no se tradujo en una votación negativa, y los demócratas perdieron escaños en la Cámara y sufrieron aplastantes derrotas en las contiendas legislativas. Ninguna de las cámaras que los demócratas buscaron pasó a su control, a pesar de que Biden ganó muchos de los distritos que si cambiaron su voto".
Las declaraciones oficiales de los propios demócratas del Congreso parecían indicar una atmósfera de circunspección sobre qué pasos a seguir, al menos en apariencia. Algunos enfatizaron la necesidad de aprobar la legislación de Biden, mientras que otros, sobre todo Nancy Pelosi, insistieron en que la decisión de Virginia no cambia la agenda del partido.
Joe Biden, sin embargo, tuvo su propio análisis. En sus declaraciones durante la cumbre de la COP26 en Glasgow, antes de volar de regreso a casa y tras enterarse de los resultados de las elecciones, Biden descartó la idea de que el estancamiento de los demócratas en el Congreso fuera el factor decisivo en la contienda, en la que él había predicho de manera audaz que McAuliffe ganaría.
"No creo, y no he visto ninguna evidencia que lo apoye, que si hago las cosas bien o mal o si se aprueba mi agenda o no, esto tendrá un impacto real en la victoria o la derrota", declaró en una rueda de prensa. "Incluso si hubiera aprobado mi agenda, no diría que ganamos porque la agenda de Biden se aprobó".