¿Cuáles son las principales diferencias entre la insurrección de Brasil y la del 6 de enero en EEUU?
En ambos incidentes, partidarios descarriados de líderes populistas de derecha irrumpieron en edificios gubernamentales en protesta por un fraude electoral imaginario
Brasil se tambalea tras una extraordinaria jornada de violencia política el domingo, durante la cual miles de simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro irrumpieron en el Congreso del país, la Corte Suprema y el palacio presidencial en la capital Brasilia.
Alrededor de 300 alborotadores fueron arrestados por el tumulto, que ocurrió una semana después de que el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva (conocido como Lula) prestó juramento como sucesor de Bolsonaro luego de derrotarlo en las elecciones presidenciales de octubre.
Una vez que las fuerzas de seguridad restablecieron el orden y se dispersó el gas lacrimógeno, un enojado Lula tachó a los aspirantes a insurrectos de “neofascistas” y prometió castigarlos con “toda la fuerza de la ley”. Otros líderes en todo el mundo hicieron eco de su denuncia, desde Joe Biden y Rishi Sunak hasta Olaf Scholz.
Por su parte, Bolsonaro, actualmente refugiado en Florida, ha condenado los “saqueos e invasiones de edificios públicos”, pero ha refutado como “infundada” la acusación de Lula de que él es responsable del asalto a la democracia, a pesar de que el conservador insistió repetidamente en que una conspiración nacional le había robado las elecciones y se negó a reconocer la derrota.
“Las manifestaciones pacíficas, dentro de la legalidad, forman parte de la democracia”, él tuiteó. “Sin embargo, depredaciones e invasiones de edificios públicos como las que ocurrieron hoy, así como las que la izquierda ejerció en 2013 y 2017, son excepciones a la regla”.
“A lo largo de mi mandato siempre me he mantenido dentro de las cuatro líneas de la constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad”.
“Además, rechazo las acusaciones infundadas que me atribuyó el actual jefe del poder ejecutivo en Brasil”.
Las escenas desagradables del domingo inevitablemente invitaron a la comparación con los disturbios en el Capitolio de Estados Unidos del 6 de enero de 2021, que tuvieron lugar dos años y dos días antes. Durante dicha insurrección, los simpatizantes mal informados de Donald Trump sitiaron el complejo legislativo en Washington D.C., después de haber sido engañados de manera similar por la falsa afirmación del presidente saliente de que las elecciones de noviembre de 2020 habían sido manipuladas en su contra, sin que proporcionara ninguna prueba y perdiendo múltiples casos judiciales sobre el tema.
Los eventos de ese vergonzoso día en la historia estadounidense vieron a grupos violentos de extrema derecha, incluidos los Oath Keepers, Proud Boys y creyentes en el culto de QAnon, pelear con la policía y asaltar las oficinas de los legisladores, quienes huyeron aterrorizados por sus vidas. Los agresores destrozaron los pasillos del Congreso, amenazando con tomar rehenes y linchar al vicepresidente Mike Pence por negarse a cooperar con su complot.
La imagen de una horca improvisada erigida en el distrito de Capitol Hill permanecerá en la memoria por mucho tiempo.
El golpe fallido en Brasilia fue alimentado de manera similar por un demagogo populista, a menudo apodado “el Trump de los trópicos”, cuyas afirmaciones deshonestas y cuya promoción de la desinformación se amplificaron en las cámaras de eco de las redes sociales, provocando así el saqueo de las oficinas del palacio de Planalto, ventanas rotas y la violación de la sede de la democracia.
Atacaron a los policías, al igual que a los periodistas. Afortunadamente, Marina Dias de The Washington Post escapó sin heridas graves después de que la multitud la tirara al suelo y la agrediera.
Para completar el panorama, el exjefe de estrategia de la Casa Blanca de Trump Steve Bannon no perdió el tiempo en celebrar a los manifestantes como “luchadores por la libertad” en Gettr, e insistió en que Lula se había robado las elecciones.
Ali Alexander, organizador de la reunión Stop the Steal en D.C. bromeó: “NO denuncio las visitas improvisadas al Capitolio sin previo aviso por parte del pueblo”.
Aunque los paralelismos entre los dos eventos son claros y obvios, también hay unas diferencias fundamentales entre las acciones de la multitud brasileña a favor de Bolsonaro y los ataques al Capitolio en 2021.
Cuando los partidarios de los republicanos atacaron el Capitolio estadounidense, fue para evitar la certificación formal de los resultados de las elecciones por parte de una sesión conjunta del Congreso presidida por Pence varias semanas antes de que Biden asumiera el cargo como el 46º presidente de los Estados Unidos.
Esta vez, la insurrección se produjo una semana después de que Lula ya había prestado juramento el día de Año Nuevo, una ceremonia de la que Bolsonaro decidió ausentarse, así como Trump rechazó la toma de posesión de Biden en desafío de precedentes históricos y sutilezas políticas establecidas.
Los simpatizantes de Bolsonaro, que vestían el amarillo y el verde de la bandera del país y de la icónica selección nacional de fútbol, arremetieron desesperadamente después de que quedó claro que sus llamamientos a los militares para que intervinieran y organizaran un golpe de estado no darían frutos, a pesar de que muchos acamparon fuera de las bases militares y bloquearon carreteras durante semanas en protesta por el resultado de las elecciones.
Afortunadamente, su comportamiento no ha resultado (hasta ahora) en ninguna muerte reportada, algo que no se puede decir de los disturbios en el Capitolio, después de los cuales cinco personas perdieron la vida.
Muchos que vieron lo que sucedió en la capital brasileña en las redes sociales el domingo por la noche estaban emocionados por la comparación e incluso sugirieron que los manifestantes tenían su propio “Q Shaman” inspirado en el notorio partidario de Trump, Jacob Angeli Chansley, quien usó un tocado de piel con cuernos de bisonte y pintura de guerra mientras acechaba los pasillos del poder hace dos años, convirtiéndose en el cartel internacional de la crisis política en el proceso.
Sin embargo, como señaló el periodista de la BBC Shayan Sardarizadeh, el doble brasileño fue fotografiado en un mitin diferente en Sao Paolo en septiembre de 2021.
El punto final de distinción con la insurrección frustrada en Washington es que las negaciones de Bolsonaro de una participación directa son marginalmente más creíbles que las de Trump, dado que al menos estaba fuera del país cuando tuvo lugar el ataque.
El estadounidense, sin embargo, se había dirigido a la multitud “Stop the Steal” desde el parque Ellipse momentos antes de que marcharan hacia el Capitolio con un feroz discurso en el que instó a sus acólitos a “luchar como el infierno” o arriesgarse a perder su país.
De manera reveladora, hasta ahora Trump ha mantenido un silencio poco característico sobre los acontecimientos en el hemisferio sur tan claramente inspirados en su propio vergonzoso ejemplo.
Traducción de Michelle Padilla