Cómo se le permitió al convicto Mike Tyson olvidar su pasado a cambio de un buen pago de Netflix
Antes del esperado combate entre el antiguo campeón mundial de peso pesado y Jake Paul el sábado, Declan Warrington se pregunta por qué el mundo del boxeo parece tan poco interesado en recordar los antecedentes de Tyson y su negativa a rendir cuentas por sus acciones
Era marzo de 1995 cuando Mike Tyson salió de una prisión de Indiana, tras haber cumplido menos de tres años de la condena de seis que se le impuso al ser declarado culpable de violación. Tyson, que entonces tenía 25 años, fue arrestado en julio de 1991 por agredir a Desiree Washington, de 18 años, en una habitación de hotel. A pesar de alegar su inocencia, Tyson fue declarado culpable y, en virtud de la legislación federal, aparecerá registrado como delincuente sexual por el resto de su vida.
Si bien el caso atrajo una amplia publicidad y crítica, Tyson volvió a pelear tras su puesta en libertad. Recuperó su título mundial de peso pesado y atrajo aún más polémica cuando arrancó de un mordisco parte de la oreja de Evander Holyfield en pleno combate.
Y ahora, casi 20 años después, Tyson, de 58 años, se prepara para recibir su mayor paga del boxeo. Gracias al gigante del streaming Netflix, este fin de semana se subirá al cuadrilátero para disputar un combate de 80 millones de dólares contra la estrella de YouTube Jake Paul, retransmitido en directo.
Todo lo cual lleva a preguntarse, en 2024, siete años después de que el movimiento #MeToo cobrara relevancia, ¿por qué sigue prosperando la carrera del violador convicto más famoso de todos?
En repetidas ocasiones, Tyson ha sido descrito como “manipulador” por quienes han trabajado con él. En lo que respecta a su culpabilidad, no cabe duda de que nunca ha mostrado remordimientos.
“La odio a muerte”, afirmó sobre Washington en 2003. “Ella me puso en ese estado, donde no sé. Ahora sí deseo haberlo hecho. Ahora sí que quiero violarla”.
También se ha citado a Tyson diciendo que hizo “cuatro o cinco cosas peores” de las que se lo acusa. Para evitar cualquier posible incertidumbre: cuatro o cinco cosas peores que una violación.
Fue la denuncia del comportamiento brutal y depredador de Harvey Weinstein lo que tanto contribuyó a llamar la atención sobre el movimiento #MeToo. En 2020 fue condenado a 23 años de prisión por dos delitos sexuales, y es probable que muera allí. Pero si eso cambiara, es imposible pensar que pudiera reconstruir su carrera.
En 2022, Bill Cosby insinuó que volvería a salir de gira después de que se anulara su condena por agresión sexual y quedara en libertad tras tres años en prisión. Aún no lo ha hecho.
En 2023, Kevin Spacey fue absuelto de los cargos de agresión sexual, pero su carrera no muestra signos de recuperación ni de lejos.
Tyson, en comparación, no solo ha sido perdonado, sino que ha cosechado recompensas cada vez mayores. Su primer combate tras salir de la cárcel fue contra Peter McNeeley, un adversario considerablemente menos imponente que Tyson y acostumbrado desde hacía tiempo a combatir, y le pagaron 25 millones de dólares, la cifra más alta de su carrera en aquel momento.
Su oponente del sábado en el estadio AT&T de Arlington, Texas —Jake Paul, de 27 años— nació en enero de 1997 y, lamentablemente, es uno de los ídolos de la generación Z.
Paul, en su calidad de responsable de Most Valuable Promotions, su propia empresa, ha llegado a ser aceptado como elemento positivo para el boxeo femenino, en gran parte por su influencia en la carrera de Amanda Serrano, la boxeadora y artista marcial mixta campeona del mundo del peso pluma.
Por decirlo de otro modo, muchos de los que lo verán el sábado —Netflix invirtió considerables sumas de dinero para la transmisión— habrán nacido después de la salida de prisión de Tyson y lo sintonizarán principalmente por Paul. Pero hay muchos otros que estarán allí para ver a Tyson, muy conscientes de su culpabilidad y que seguirán idealizando sus recuerdos de él en su intimidante y siempre entretenido apogeo.
El cambio de imagen de Tyson se vio favorecido en gran medida por su cameo en la comedia de 2009 ¿Qué pasó ayer? Eso siguió al documental Tyson, de 2008, en el que, entre lágrimas y con la voz quebrada por la emoción, reflexionó sobre la influencia de su antiguo entrenador y mentor, Cus D’Amato, fallecido cuando Tyson tenía 19 años. Una noticia de 2009 incluso lo describía como “mimoso” y un “hombre cambiado”.
Una de las narrativas de la actual mitología de Tyson gira en torno a hasta qué punto ha sufrido. Nació y creció en las condiciones más difíciles en Brownsville, Brooklyn; sufrió acoso escolar de niño; en 2014 habló de cómo abusaron sexualmente de él a los siete años; de adulto, el villano promotor de boxeo Don King lo manipuló y se aprovechó de él.
Los observadores de la carrera de Tyson se preguntan a menudo cómo habría sido esa trayectoria si D’Amato hubiera vivido para guiarlo, o si no hubiera caído en las maquiavélicas garras de King.
Del mismo modo que Tyson no podía estar preparado para todo lo que el mundo le iba a deparar, Washington tampoco podía estarlo para Tyson. Tampoco hay forma de que sus intentos de recuperarse de su trauma se hayan visto favorecidos por el hecho de que Tyson siga insistiendo en que nunca ha sido violada.
En sus memorias, Undisputed Truth, publicadas en 2013, relata los preparativos de su juicio.
“Pasé la mayor parte de las seis semanas transcurridas entre mi condena por violación y la sentencia viajando por todo el país y cortejando a todas mis novias”, comienza el prólogo. “Fue mi forma de despedirme de ellas. Y cuando no estaba con ellas, rechazaba a todas las mujeres que se me insinuaban. Dondequiera que iba, había mujeres que se me acercaban y me decían: ‘Vamos, no voy a decir que me violaste. Puedes venir conmigo. Te dejaré filmarlo’”.
“Más tarde me di cuenta de que era su forma de decir: ‘Creemos que no fuiste tú’. Pero no me lo tomé así. Me indignaba y respondía de manera grosera. Aunque decían lo que decían por apoyo, yo sufría demasiado para darme cuenta. Yo era un tipo ignorante, loco y amargado que tenía mucho que madurar”.
Pero el mundo del boxeo parece ahora poco interesado en recordar el pasado de Tyson.
En los prolegómenos de la pelea entre Tyson y Paul, Katie Taylor defenderá su título indiscutible del peso welter júnior contra Serrano. Su primer combate, en abril de 2022, como evento principal en el histórico Madison Square Garden de Nueva York, es uno de los más célebres de la era moderna.
La revancha se está utilizando cínicamente para ayudar a legitimar el desacertado evento principal que, sin embargo, atraerá a una audiencia de millones de personas en todo el mundo.
Y mientras todo esto ocurre, el equipo legal de Tyson se prepara para luchar contra una demanda civil en curso que acusa a Tyson de violar y agredir a una mujer hace más de 30 años. Tyson niega las acusaciones de la demanda, que se presentó inicialmente en enero de 2023, antes de que se insinuara una pelea entre él y Paul y de que se produjera el cuantioso pago.
Paul es un empresario de éxito e identificó a Tyson como un oponente comercializable, lo que plantea interrogantes sobre hasta qué punto eso lo hace positivo para las mujeres en su deporte.
En cuanto a Tyson, ¿el interés por el combate del sábado significa también que el mundo ha olvidado quién ha sido? De lo contrario, ¿qué indica eso de los aficionados y las emisoras que están dispuestos a financiar un acontecimiento así?
Traducción de Michelle Padilla