Las 10 mejores películas del 2021, desde ‘Dune’ hasta ‘The Power of the Dog’
A medida que un año difícil llega a su fin y con el futuro del cine en duda, las películas se mantuvieron tan hermosas y desafiantes como siempre. La crítica de cine en jefe de The Independent, Clarisse Loughrey, cuenta los 10 mejores
Llegamos a finales de 2021 y la industria cinematográfica se balancea en el borde de un futuro desconocido. Cuando los cines reabrieron por primera vez en el Reino Unido, en mayo de este año, una encuesta descubrió que solo el 40 por ciento de la audiencia se sentía lista para regresar. Ese número ha crecido de manera lenta y constante, el lanzamiento de No Time to Die, Venom: Let There Be Carnagey Dune posicionó a octubre como el mes con el mejor desempeño del año hasta ahora.
Pero “volver a la normalidad” todavía está muy lejos y los fracasos en taquilla de películas originales como Last Night in Soho, King Richard y The Last Duelsolo crearon más incertidumbre. Todo lo que el año pasado de verdad hizo fue traernos de vuelta a la única pregunta que acecha a todo el cine moderno: ¿existe lugar para las películas orientadas a los adultos que no son de franquicia, entre todos enormes cines y sus películas de eventos de miles de millones de dólares?
Nunca nos faltan grandes películas, las que nos dan forma, nos desafían y nos conmueven, pero también es demasiado fácil que las cosas pasen desapercibidas. Se pierden en los algoritmos del servicio de streaming; se marchitan en lanzamientos cinematográficos con un número limitado de salas. Pero eso me lleva a esta lista: una colección de 10 películas, grandes o pequeñas, de ficción o no ficción, de las que me enamoré el año pasado. Quizás sientas lo mismo por ellas. Quizás te animen a descubrir algo nuevo. Pero que te sirva en un principio como un recordatorio de que, a pesar de todas las luchas del año pasado, lo único que a esta industria no le falta es imaginación.
10) Zola
“¿Quieres escuchar una historia sobre por qué esta perra y yo nos peleamos? Es un poco larga pero llena de suspenso”. Basada en una serie de tuits publicados por la bailarina exótica A'Ziah “Zola” King en 2015, acerca de un viaje caótico a Tampa con una mujer que acababa de conocer, la película de Janicza Bravo es un viaje increíble. Pero también está bien versada en la nueva realidad bifurcada provocada por las redes sociales, una en el que la vida no es solo algo para experimentar, sino para ser observada para después regurgitarla para una audiencia hambrienta y omnipresente.
Zola (Taylour Paige) a veces dirige los chistes hacia la cámara (”Empiezan a hacerlo. Fue asqueroso”). En otras ocasiones, la veremos en la esquina de un marco, con sus brazos cruzados sobre su cuerpo como un escudo. Esa es la otra Zola, la más veraz y vulnerable. Hay una precisión microscópica en la actuación de Paige, donde los monólogos se pronuncian a través del arco de una ceja o una corta respuesta sin tono. Está rodeada de personajes, interpretados por Riley Keough, Colman Domingo y Nicholas Braun, que se sienten increíbles y desconcertantemente reconocibles, incluso cuando actúan con un telón de fondo de montajes de penes y cantan “Hannah Montana” de Migos. Como argumenta Zola , ahí es donde se encuentran las mejores historias.
9) Promising Young Woman
Promising Young Woman nunca fue lo que su campaña de marketing quiso vender: sus carteles manchados con lápiz labial y el lema “llévala a casa y arriésgate”. Claro, Cassie (Carey Mulligan) tiene su rutina nocturna. Se viste, sale, se ve borracha y vulnerable. Cuando un hombre inevitablemente la lleva a casa y trata de aprovecharse de ella, ella de manera repentina saldrá de su estupor y lo confrontará con sus propios pecados. Pero Cassie no es el ángel vengador promedio. Ella no traza una línea de sangre y penitencia directo al corazón del patriarcado.
La película de Emerald Fennell, ganadora de este año del Premio de la Academia al Guión Original, es mucho más oscura, con espinas y emociones crudas. Cassie no solo está impulsada por un impulso vengativo, es una adicción que ha salido de una vieja herida. Hace años, en la escuela de medicina, su mejor amiga Nina fue agredida sexualmente. El responsable, los que lo capacitaron y los que lo protegieron, nunca enfrentaron las consecuencias. Promising Young Woman tiene su estilo surrealista, todo lleno de colores pasteles y portentosos covers de éxitos del pop, pero sus emociones están arraigadas con firmeza en nuestra brutal realidad. ¿Cómo es que las víctimas encuentran la paz, pregunta Fennell? ¿Y cómo pagan los culpables por sus acciones?
8) Night of the Kings
Dentro de las estructuras laberínticas de la penitenciaría de La Maca, en las afueras de Abidjan, la capital de Costa de Marfil, un hombre (Bakary Koné) cuenta una historia. Y, al igual que Scherezada, la heroína de One Thousand and One Nights, la historia se convierte en lo único que lo salva del abrazo de la muerte: su verdadero papel es proporcionar una distracción para los reclusos para que puedan tener lugar un traspaso pacífico del liderazgo. La Maca está gobernada por sus internos y el Dangôro, su líder, está demasiado enfermo ahora como para cumplir con sus deberes.
Aunque el marco de la película de Philippe Lacôte sirve como testimonio propio del poder de la narración para moldear la historia y el pensamiento, hay una belleza intensa en la forma en que las palabras del hombre sumergen a su audiencia (y a la de Lacôte) en el reino de las fábulas. Danza, ritual, canto, política: todos estos elementos se combinan en una serie de recreaciones que nublan la línea entre la verdad y la magia. La película cuenta con un elenco de más de 40 intérpretes, muchos de ellos actores no profesionales, entre ellos la arista feminista Laetitia Ky quien luce una de sus majestuosas y delicadas esculturas de cabello. Mientras tanto, la cámara del director de fotografía Tobie Marier-Robitaille serpentea a su alrededor, bajo su hechizo.
7) Gunda
Gunda es una telenovela porcina en secreto, un documental sobre la vida en la granja que no solo presenta de manera hermosa un entorno tan humilde, sino que extrae una sorprendente cantidad de drama de todos los vaivenes diarios. El ruso Viktor Kossakovsky comienza con una camada de lechones y, a medida que crecen, maduran sus personalidades y su jerarquía interna. Su cámara permanece siempre presente a la altura de sus ojos y se limita a los límites de su mundo. La presencia de humanos se siente solo a través de los productos de su industria: cercas de alambre, crotales y tractores. Solo en una toma percibimos la sombra de una bota. Es una experiencia extraña pero alegre y muy transportadora.
En una secuencia repentina, y violenta en lo emocional (aunque no de forma literal), recordamos el sistema al que están ligadas estas vidas, mientras el mensaje ambientalista de Kossakovsky toma de manear silenciosa a un primer plano. El actor y activista Joaquin Phoenix fue productor ejecutivo de la película por una buena razón. Aunque nunca juzga al espectador ni plantea ningún tipo de exigencia, la película otorga un peso moral necesario a los ciclos de nacimiento y muerte que la humanidad ha puesto bajo su control.
6) C’mon C’mon
C’mon C’mon es un gran abrazo de oso envuelto en celuloide. Johnny, interpretado por Joaquin Phoenix, es un periodista de radio que es muy bueno para hacer preguntas pero no tan bueno para responderlas. Él y su hermana Viv (Gaby Hoffmann) se han distanciado en los meses posteriores a la muerte de su madre, pero ahora se encuentra a sí mismo como padre temporal de su hijo Jesse (Woody Norman) después de que ella tiene que irse a ayudar a su exesposo a buscar ayuda psiquiátrica. Jesse es un niño curioso, con un yelmo de pelo ondulado y ojos oscuros y penetrantes.
Mike Mills, el guionista y director de la película, sabe desde hace tiempo lo desarmadoras que pueden ser las emociones no forzadas. Cuando Jesse le hace a Johnny el tipo de preguntas que parecen fáciles para los jóvenes: “¿Por qué no estás casado?”, las respuestas salen todas revueltas. Phoenix está en su mejor momento aquí, juguetón y vulnerable, mientras que el director de fotografía Robbie Ryan usa un rico blanco y negro que evoca la fotografía callejera de Lee Friedlander, familiar y un poco mágica. No es que la vida se ponga más difícil, parece argumentar C'mon C'mon, sino que cada año trae consigo un poco menos de claridad.
5) Dune
Dune parece ya haber cumplido su misión: su éxito en taquilla trajo consigo un aumento en las ventas de la novela de 1965 de Frank Herbert, y revitalizó su legado de la misma manera que la trilogía de The Lord of the Rings de Peter Jackson lo hizo con el trabajo de J.R.R. Tolkien. La historia de Herbert sobre los nobles feudales que libran la guerra por Arrakis, la única fuente de una poderosa droga conocida como especia, está repleta de ideas contradictorias que los académicos todavía desentrañan hasta el día de hoy. Para Villeneuve, sus intereses parecen residir justo en donde el colonialismo y la religión chocan, en específico, en el armamentismo de las creencias para controlar a una población.
Villeneuve permite que el terrible y sofocante peso del destino que infecta a su protagonista, el joven noble Paul Atreides, en un camino para convertirse en el omnisciente Kwisatz Haderach, se filtre en cada cuadro. Se puede ver en la paleta estéril y apagada del mundo natal de Paul, Caladan, y en la neblina salpicada de oro de Arrakis. Las figuras atraviesan vastos paisajes, mientras enjambres miniatura de naves espaciales se juntan como insectos invasores. Villeneuve ha creado una película de una amplitud tan literal y emocional que abruma los sentidos.
4) Minari
Este año, los Globos de Oro se fueron más abajo cuando descalificaron a la hermosa y tierna Minari de la carrera por Mejor Película (Drama). Dado que su familia central de inmigrantes a menudo conversa en coreano, fue tratada solo como una película en un idioma extranjero, a pesar de estar dirigida por un estadounidense (Lee Isaac Chung), producida por compañías estadounidenses y ambientada en el estado de Arkansas. Minari es, de hecho, una película muy estadounidense que lucha con la imagen folclórica del país de sí mismo como una tierra prometida o, como lo llama el patriarca de la película, Jacob Yi (Steven Yeun), un “jardín del Edén”.
Una idea se apoderó de Jacob: trasladó a su familia de California al sur rural, donde espera cultivar el tipo de verduras que sus compatriotas coreano-estadounidenses tienen tantas dificultades para conseguir. Y así, los Yis, Jacob, su esposa Monica (Han Ye-ri) y sus dos hijos, se despiden de la relativa estabilidad, con su trabajo regular y una comunidad unida. La película de Chung, ambientada en los años ochenta, tiene la energía suave y nebulosa de un recuerdo. El corazón de un inmigrante es un campo de batalla entre el pasado y el presente, un hogar que alguna vez fue y un hogar que es ahora. Y Minari permite que esas ideas se manifiesten en un mundo de signos y símbolos, los mismísimos bloques con los que se construyó el mito estadounidense.
3) Nomadland
En su discurso tras ganar el Óscar a Mejor Directora, Chloé Zhao eligió una frase del texto chino Three Character Classic : “La gente, al nacer, es inherentemente buena”. La belleza frágil y humanista de la película yace en la firme creencia de la directora Chloé Zhao de que la comunidad puede ser un bálsamo para todos los males. Basada en el libro Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century de Jessica Bruder de 2017, la película presenta a varias de las personas de la vida real mencionadas en el libro: estadounidenses mayores que adoptaron un estilo de vida transitorio, que viven en cámpers y remolques mientras buscan un trabajo estacional. Pero Zhao nunca juega con su dolor. En cambio, envuelve este mundo alrededor de su audiencia como si fuera una manta, dándoles la bienvenida a través de las características familiares de su galardonada estrella, Frances McDormand.
Nomadland es tan diferente a los ganadores de Mejor Película a los que estamos acostumbrados. Es tranquila, donde otras alardean. Prefiere miradas o palabras sencillas a los monólogos. Donde ocurre la transformación, es interna y no a través de un desfile de pelucas y maquillaje. Con su tercera película, Zhao se ha establecido como una de nuestras más grandes practicantes de la docuficción: encuentra lo cinematográfico que ya existe en la vida cotidiana, en lugar de transformar lo cotidiano hasta que lo considera digno de su cámara.
2) The Power of the Dog
El magnífico western cargado de erotismo de Jane Campion, adaptado de la novela de Thomas Savage del mismo nombre, se sitúa contra las escarpadas líneas de las montañas de Montana. Campion, sin embargo, optó por utilizar a su natal Nueva Zelanda como sustituto de los Estados Unidos. La belleza de cuento de hadas de ese país confiere una cualidad extraña e inescrutable al paisaje, que eleva toda la película a un nivel de emoción constante y elevada. Cuando la pareja de recién casados de la película, George (Jesse Plemons) y Rose (Kristen Dunst), encuentran un momento de tranquilidad para abrazarse, la imagen de esos dos amantes, fundidos en uno, se siente tan hermosa como efímera. Las montañas que los rodean y los protegen podrían, en cualquier momento, volverse agudas, hostiles y peligrosas.
Pero cuando el hermano de George, Phil (Benedict Cumberbatch, vulnerable de manera fenomenal) camina por ese mismo paisaje, todo el lugar parece levantarse en un ataque de represalia. Su único impulso es dominar y controlar a quienes lo rodean, ya sea George, Rose o el hijo de Rose, Peter (Kodi Smit-McPhee), cuyo delicado ojo para las flores de papel y las pequeñas criaturas esconde muchísimo. Campion tiene una habilidad innata para expresar la textura del deseo, ya sea que viva en la tierra, en un pañuelo bordado o en una cuerda de cuero trenzado. Puede encontrar el punto exacto en el que se cuaja y se convierte en violencia, o donde se cultiva y se deja florecer.
1) First Cow
Meek's Cutoff, y ahora First Cow , los dos retratos audaces y perceptivos de las primeras eras de los Estados Unidos de Kelly Reichardt, deberían tratarse como un nuevo estándar en el cine histórico. Sus ideas sobre el período están arraigadas de manera firma y apasionada en un desdén por la colonización y la opresión, mientras se burla de forma hábil del mito cultural de que alguna vez hubo un oeste que domar o conquistar. Y en First Cow, todo viene empaquetado en forma de un solo bovino, el primero en llegar a los campos desbaratados de Oregon, donde ahora es la preciada posesión de un terrateniente local (Toby Jones). Su leche es la promesa contaminada de un futuro mejor: extraída con un balde todas las noches por dos colonizadores, Cookie (John Magaro) y King-Lu (Orion Lee), que la utilizan para hacer deliciosos pasteles aceitosos para vender a los comunidad. Pero para la audiencia de Reichardt, toda esperanza es efímera cuando se les recuerda que la película comenzó con una toma de dos esqueletos, uno al lado del otro.
Pero Reichardt nunca ha sido cínico. La profunda dulzura de First Cow proviene de los pequeños detalles que construye en la amistad de Cookie y Lu. La pareja cae en una especie de dicha privada y doméstica: un refugio dentro de un mundo colérico y despiadado. Cookie hornea, mientras Lu corta leña. Las actuaciones de Magaro y Lee se conectan de manera tan sincera entre sí que escucharlos hablar es sentirse invitados a su mundo. First Cow comienza con una cita de William Blake: “El pájaro es un nido, la araña una telaraña, la amistad del hombre”. Es posible que Estados Unidos no haya sido su hogar, pero aun así encontraron uno dentro de cada uno de ellos.