‘Andor’ concluye con una segunda temporada que nos recuerda que no hay revolución sin sacrificio
La conclusión de esta historia de Star Wars “para adultos” es una experiencia inmersiva que mantiene al espectador al borde del asiento a medida que la Alianza Rebelde se solidifica y el Imperio extiende sus raíces en la galaxia

En 1973, cuando George Lucas concibió la idea de Star Wars, no contemplaba que su obra se iba a convertir en una de las franquicias cinematográficas más colosales y apreciadas del mundo. Desde los planetas alienígenas, la rebelión contra el Imperio y la dualidad de los Jedi y los Sith, Lucas creó un universo que, casi 50 años después, sigue vigente en la consciencia colectiva.
Sin duda, es probable que la relevancia se mantenga gracias al inagotable material que se ha producido —y se sigue produciendo— después de la trilogía original. Pero también se sostiene por las innovaciones en efectos especiales, la trascendencia de los personajes y los temas universales que plantea. El reto de un fenómeno de tal magnitud es que requiere expansión constante, lo que inevitablemente impide satisfacer a todos los seguidores.
Se sabe que las precuelas de los años 2000 no fueron bien recibidas por los fans en un principio (basta con recordar el caso de Jake Lloyd, quien interpretó al joven Anakin Skywalker y decidió renunciar a la actuación por el hostigamiento y hasta las amenazas de muerte que recibió tras La amenaza fantasma). Con el pasar de los años, la trilogía protagonizada por Ewan McGregor, Hayden Christensen y Natalie Portman ha logrado consolidar su lugar dentro del fandom, pero el nuevo material ha resultado decepcionante (la trilogía de El despertar de la fuerza) o ha pasado sin pena ni gloria como para atraer nuevas audiencias.
Sin embargo, la esperanza resurgió en 2016, con el estreno de Rogue One: una historia de Star Wars. Los guionistas Chris Weitz y Tony Gilroy construyeron una historia sobre la misión rebelde para robar los planos de la Estrella de la Muerte que resonó con gran parte de la comunidad de fans y ultimadamente dio pie a la creación de la serie Andor.

De manera inesperada, la primera temporada —centrada en el reclutamiento de Cassian Andor en la Alianza Rebelde— fue alabadísima tanto por la crítica como por los aficionados, y llegó a ser considerada como una versión “para adultos” de Star Wars. La construcción de mundos, el desarrollo de los personajes y el contexto político y social sobre la lucha entre los rebeldes y el Imperio fueron tan bien logrados que la serie se convirtió en la mejor calificada de la franquicia, según Rotten Tomatoes.
Ahora, tres años después del estreno de la serie en Disney+, el actor mexicano Diego Luna concluye el camino de Cassian Andor al integrarse a la rebelión liderada por Luthen Rael (Stellan Skarsgård). La segunda temporada se estructura en cuatro arcos de tres episodios, que se estrenarán cada semana a partir del 22 de abril. En ellos, se explorarán los cuatro años previos a los eventos de Rogue One.

Si los primeros 12 episodios de la primera temporada dejaron la vara muy alta, la nueva temporada logra mantenerla al mismo nivel. En términos de producción, bajo la dirección de arte de Luke Hall, el resultado es simplemente exquisito. Se construyeron 140 sets, grabaron en 24 locaciones distintas, diseñaron más de 700 vestuarios, inventaron 152 criaturas y 30 droides, y ejecutaron más de 4.100 tomas de efectos visuales. A esto se suma la música de Brandon Roberts, heroica y dramática cuando la historia lo exige, pero que en algún punto te muestra lo divertido que es salir de fiesta con Mon Mothma en Chandrila.
¿El resultado? Una experiencia inmersiva que mantiene al espectador al borde del asiento a medida que la Alianza Rebelde se solidifica y el Imperio extiende sus raíces en la galaxia.
Uno de los aspectos más destacados de Andor es el impecable guion, que escribieron los hermanos Tony y Dan Gilroy, Stephen Schiff, Beau Willimon y Tom Bissell. Si la primera temporada nos regaló memorables monólogos interpretados con conmovedora intensidad por Skarsgård (Luthen), Fiona Shaw (Maarva Andor) y Andy Serkis (Kino Loy), esta segunda entrega brilla más por la calidad de sus diálogos e interacciones colectivas.
El secreto del éxito narrativo, según admite Tony Gilroy, es que se inspira en eventos y revoluciones reales a lo largo de nuestros 6.000 años de historia humana. “Queremos contar una historia que parezca real y verosímil; solo coincide con que ocurre en una galaxia muy, muy lejana”, señaló.
Por supuesto, además de un guion brillante, es indispensable contar con un elenco que lo ejecute con precisión. Dejando de lado el importante legado que representa la presencia de dos actores latinos en el universo de Star Wars, Diego Luna y Adria Arjona (Bix Caleen) encarnan a sus personajes con una convicción que transmite el conflicto interno de sus respectivos ideales. Por supuesto que Skarsgård ofrece otra actuación magistral como el líder rebelde Luthen Rael y comparte momentos conmovedores con Elizabeth Dulau en su personaje de Kleya Marki. Y Genevieve O’Reilly no se queda atrás como Mon Mothma, mientras la acompañamos en su transición a un papel más decisivo en la rebelión.

La historia no solo se nutre de la perspectiva rebelde, sino también del avance del Imperio Galáctico. Uno de los grandes logros de la serie es la profundidad con que retrata la maquinaria del Imperio y a sus funcionarios. Por ejemplo, la supervisora del Buró de Seguridad Imperial, Dedra Meero (Denise Gough), quien se ve involucrada en una dinámica con el subinspector Syril Karn (Kyle Soller) e ilustra la cotidianidad que también vive el lado “oscuro”. Revela que la maldad no surge de la nada; como bien dijo Nemik en su manifiesto, “la tiranía exige esfuerzo constante”. Requiere de años de paciencia y semillas plantadas poco a poco hasta que produces una sociedad que persigue el éxito personal a costa de la explotación y el sometimiento de poblaciones.

En esto, la narrativa de Andor es excepcional. Procura dar matices a ambos bandos. Los mismos agentes del Imperio que reprimen y amenazan a civilizaciones enteras para obedecer órdenes del emperador Palpatine, también tienen familias y se enamoran y soportan tensas reuniones en la oficina con sus jefes malencarados. Por el otro lado, quienes buscan la libertad, lo hacen desde el exilio, sin paz y sin poder disfrutar la vida que anhelan construir.
Los cuatro arcos narrativos de la nueva temporada están cargados de tensión y decisiones cada vez más apremiantes y peligrosas, con algunos destellos cómicos, que te preparan para los eventos de Rogue One. Pero, como advirtió el esposo de Mon Mothma, Perrin Fertha, “te enfrentarás al dolor”, aunque también “aprenderás a superar la nube constante de tristeza”.
Sobra decir que no es entretenimiento para ver de fondo mientras se hace home office. Requiere atención plena, ya que cada línea de diálogo y cada escena reflejan lo que está en juego para cada personaje. Si bien la historia principal es la de Cassian, cada uno de los otros personajes tiene un papel esencial en el desarrollo de la trama, ya sea impulsando la rebelión o perpetuando el dominio del Imperio.
Por supuesto, la serie no es perfecta. El proyecto, que originalmente contemplaba cinco temporadas, al final se redujo a dos, lo que provoca algunos saltos temporales que pueden sentirse abruptos (aunque la narrativa está tan bien estructurada que rara vez se perciben vacíos importantes). Asimismo, algunos personajes desaparecen sin mayor explicación y ciertos elementos argumentales quedan sin resolución. A título personal, cabe señalar que la seriedad con la que se aborda la historia reduce la presencia de criaturas emblemáticas del universo Star Wars. Si bien no son vitales, se extrañan figuras como Chewbacca o Jabba el Hutt que sí tienen una trascendencia en la trama.
En última instancia, resulta admirable cómo la serie logra construir personajes tan complejos y desarrollar una trama tan rica e inmersiva que, pese a conocer el destino de Cassian Andor, el espectador permanece completamente involucrado. El contexto que aporta esta historia añade una nueva capa de profundidad a los eventos de Rogue One.

Más allá de que la segunda temporada invite a un maratón de los 24 episodios junto con Rogue One, también ilustra el conjunto de sacrificios que por desgracia se necesita para conseguir nuestro sueño de libertad. El viaje de nuestros héroes plantea una pregunta inevitable: ¿vale la pena vivir en la falsa “comodidad” de la represión o es preferible renunciar a la paz aparente para escapar? Más que nunca resuenan las palabras de Luthen: “Destruyo mi vida para crear un amanecer que sé que nunca veré”.
Los primeros tres capítulos de la segunda temporada de ‘Andor’ ya están en Disney+.