“Mi madre dijo que si lo dejaba, la vergüenza destruiría a la familia”: el silenciamiento del abuso en el sur de Asia
Un informe reciente reveló que siete de cada diez sijs sufren abusos a manos de una pareja o familiar. Minreet Kaur pregunta qué se puede hacer
Fue el miedo a la vergüenza lo que impidió que Samina Khan* denunciara el abuso que había sufrido por años. Pero nunca salió de su cabeza. “La idea de lo que me hizo me persiguió toda la vida. Estaba muy asustada como para decirle a alguien porque si lo hacía, me silenciarían. En la comunidad, esto se barre debajo de la alfombra”.
El abuso sobre Shamina ocurrió en la casa de su familia, a manos de un pariente masculino, cuando era una niña. “Me desvestía, me tocaba por todas partes, me violaba, y luego se iba casualmente mientras mis padres estaban sentados en otra habitación”, cuenta a The Independent.
Jasminder Kaur*, madre de dos hijos, se casó obligada a los 17 años. Durante su relación, sufrió abuso emocional y económico de parte de su esposo, a quien le tenía que suplicar por dinero, y sus suegros se burlaban de ella, pues la consideraban “demasiado occidental”.
“Cuando bebía, me golpeaba y me violaba. Se lo confesé a mi madre, y me dijo que es lo que las mujeres tenían que soportar y que si lo dejaba, separaría a la familia y la vergüenza sería demasiada. No tenía a nadie con quien hablar. Sufrí en silencio por años”.
Ahora de 29 años, Jasminder se mudó de un refugio de mujeres a un pequeño apartamento propiedad de las autoridades locales. Su familia la ha repudiado. Dice que ella y muchas otras mujeres punjabíes nunca habrían acudido a la policía debido a la vergüenza que traerían sobre sus familias.
Les dije a mis padres que tenía que salir de ahí, pero me dijeron que esa era mi vida
Shamina y Jasminder no están solas. Un informe publicado a fines del año pasado por Sikh Women's Aid que encuestó a 674 mujeres, encontró que hasta siete de cada 10 sufrieron abuso por parte de una pareja o familiar. Solo un tercio de las víctimas había revelado los incidentes a familiares y amigos.
Freedom Charity es una organización que trabaja para generar conciencia, ayuda y apoyo en relación con matrimonios forzados, violencia basada en el deshonor y mutilación genital femenina. Kuldeep*, quien vive en Midlands, Inglaterra, y trabaja como cuidadora, los contactó luego de ser obligada a casarse a los 17 años. Kuldeep dice que ha sufrido abuso emocional, físico y económico a manos de su suegra, mientras su esposo miraba y no hacía nada.
“No podía salir de allí”, dice ella. “Quería que mi vida terminara”. Eventualmente, con la ayuda de Freedom Charity, Kuldeep escapó, cambió su identidad y ahora vive escondida. Pero dice que hay una recompensa por su cabeza. “Les dije a mis padres que necesitaba salir de ahí, pero me dijeron que esa era mi vida. No querían aceptar que estaba sufriendo, era demasiado vergonzoso”, cuenta.
Muchas mujeres sijes señalan no poder buscar el apoyo de sus familias por la vergüenza que se percibe que el divorcio o el abuso acarrea sobre ellas. Esto pone a las víctimas en una posición sumamente precaria, imposibilitadas de escapar y en riesgo de ser aisladas de sus amigos y familias si lo hacen, pero sabiendo que si se quedan podrían ser asesinadas. Para muchas víctimas, el rechazo que experimentan cuando se acercan a la comunidad puede vivirse como una repetición del abuso inicial.
Desde que publicaron sus hallazgos, Sikh Women's Aid menciona estar recibiendo llamadas a diario. Sahdaish Pall, cofundadora y líder del servicio, dice a The Independent: “Estas llamadas van desde personas que quieren hablar y compartir sus experiencias de abuso sexual infantil o abuso doméstico, a aquellas que han llegado aquí con una visa conyugal y no entienden la ley de este país, y aquellas que se acercan porque el apoyo que han tenido de parte de los servicios no especialistas no ha sido suficiente. Debido a la demanda, nos hemos dado cuenta de que este es un grave problema en la comunidad del sur de Asia”.
A muchas no les queda otra opción más que romper con sus comunidades, sus redes y sus propias familias
Surwat Sohail, directora ejecutiva de Roshni, una organización que brinda asesoría especializada consciente de la comunidad para víctimas de abuso doméstico, explica cómo la vergüenza y el silencio en torno al abuso es un problema. “El tema de la “vergüenza y honor” es un problema sistemático y profundo que impide que las mujeres busquen ayuda y que muchas sigan sufriendo en silencio. Esta es la mayor barrera que enfrentamos cuando animamos a las víctimas a buscar ayuda. Frecuentemente enfrentan el ostracismo de su comunidad, así como de los miembros de sus familias. A muchas no les queda otra opción más que romper con sus comunidades, redes y sus propias familias”.
Mindeep Singh Sohal, director de Gurdwara Aid, una organización sij que crea conciencia sobre el abuso familiar, explica cómo el sesgo cultural y la idea de mantener el “honor” agravan dicho abuso: “La desinformación juega con las emociones de la comunidad y hay una falta de educación y una falta de habilidades para lidiar con esto que resulta en una falta de voluntad para alzar la voz y una falta de conciencia sobre a quién acudir en busca de ayuda”.
Un portavoz del Consejo de Jefes de la Policía Nacional mencionó a The Independent que “el abuso doméstico es un crimen terrible que afecta a demasiadas personas en el Reino Unido. Estamos trabajando con varios académicos y organizaciones benéficas para ayudarnos a entender cómo los periodos de confinamiento han afectado tanto a las víctimas como la conducta de los perpetradores, y esta investigación será usada para mejorar la respuesta policiaca y apoyar mejor a las personas afectadas.
“Durante los periodos de encierro, la policía respondió a reportes de abuso doméstico y trabajó duro para asegurar a las víctimas y arrestar a los perpetradores cuando fuera necesario. Todos los reportes de abuso doméstico se toman sumamente en serio; para cualquiera que esté viviendo abuso: estamos aquí para apoyarte. Por favor, llámanos y te ayudaremos. En caso de emergencia, siempre llama al 999”.
Cuanto más se habla de esto, más se levanta el tabú y más probable es que las mujeres se sientan capaces de alzar la voz y buscar ayuda. “Por demasiado tiempo, las mujeres punjabíes han sufrido en silencio. Se ha permitido que la violencia y el abuso de género ocurran sin oposición”, sentencia Pall.