Lo que sabemos de “Emma y las otras señoras del narco”
El nuevo libro de la periodista mexicana, Anabel Hernández, revela que los narcotraficantes no podrían materializar su poder y riqueza sin la complicidad de artistas, deportistas, políticos y, sobre todo, mujeres, ya que la mayoría de ellas no solo apoyan con presuntas actividades ilegales, sino que los legitiman a través de su belleza y, las más famosas, con su influencia.
Hace unas semanas, comenzó a circular un libro que tiene impreso en su portada el rostro de una de las mujeres más queridas y también temidas de México, el de Emma Coronel Aispuro, pareja sentimental del otrora capo más poderoso e influyente del país azteca, Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo”.
Se trata del libro “Emma y las otras señoras del narco”, autoría de la periodista mexicana, Anabel Hernández, quien se ha consagrado como una de las reporteras de investigación más prolíficas en el tema de la delincuencia organizada en su país natal. Hernández no solo ha publicado grandes investigaciones respecto a los nexos que hay entre la cúpula política y los cárteles de la droga en México, también se ha sumergido en el mundo del hampa para hablar cara a cara con los protagonistas de esas historias.
En ese material, Hernández quiere dejar un precedente de la función de las mujeres en el narcotráfico. Hace unos días, durante su presentación en la Feria del Libro de Guadalajara (FIL), en México, la autora explicó que las féminas “son algo más que muñecas de la mafia”, ya que la mayoría de ellas no solo apoyan con actividades ilegales, sino que los legitiman a través de su belleza y, las más famosas, con su influencia.
Anabel sostiene que “si no tuvieran un círculo social íntimo, los capos no podrían sobrevivir”. Y ella brinda una explicación muy simple pero aterradora. Un narcotraficante puede envenenar, descuartizar, degollar e, inclusive, colgar o apilar cientos de cuerpos en lugares recónditos; también puede organizar masacres, ejecutar a plena luz del día a sus contrincantes, secuestrar comunidades marginadas completas y sobornar a autoridades desde el más bajo hasta el más alto nivel; y al final del día, lo único que estos personajes quieren, es llegar a su casa, con su familia y con sus amigos y ser tratados y aceptados por lo que son.
Y, lamentablemente explica la periodista, “las mujeres dan ese cobijo”.
El tema parece solo la punta de un gran iceberg, pues Anabel tocó fibras muy sensibles en el mundo del espectáculo en México, al exhibir con nombre y apellido a algunas de las presuntas mujeres involucradas con grandes capos de la droga. Una de las más mediáticas es la actriz y conductora mexicana, Galilea Montijo, quien fue vinculada con el narcotraficante Arturo Beltrán Leyva, fallecido líder del Cártel de los Beltrán Leyva. Anabel asegura que no solo recibió regalos costosos como un supuesto reloj Rolex, sino que la relación entre ambos habría durado al menos dos años.
Hernández también menciona en su libro al político y actor, Sergio Mayer Breton, a quien en el pasado también había asociado con el narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, mejor conocido como “La Barbie”. Anabel refiere que Mayer y “La Barbie” tenían una estrecha relación e, inclusive, fueron vistos en muchos lugares públicos con sus respectivas esposas, Isabella Camil y Priscilla Montemayor, respectivamente.
La obra es muy cruda y la periodista se aventura a revelar decenas de nombres de celebridades que, de alguna forma directa o indirecta, estuvieron involucrados con diversos cárteles de la droga, según ella. Los más famosos: Lucha Villa, Alicia Machado, Ninel Conde, Juan Gabriel, Andrés García y Charly López.