Sobrepesca de caracol reina amenaza forma de vida en Bahamas

En los últimos años pescadores de caracol rosado, también conocido como caracol reina, en las aguas de las Bahamas han tenido que alejarse cada vez más de la costa para encontrar los moluscos que los bahameños comen fritos, guisados, ahumados y crudos y que son un pilar de la economía y la industria del turismo de la isla

Patrick Whittle
Jueves, 06 de abril de 2023 16:12 EDT

Tereha Davis, cuya familia ha pescado caracol rosado en las aguas de las Bahamas durante cinco generaciones, recuerda cuando podía caminar hacia el agua desde la playa y recoger estos moluscos marinos del lecho del mar.

Pero en los últimos años, Davis, de 49 años, y los pescadores de caracol rosado, también conocido como caracol reina, como ella, han tenido que alejarse cada vez más de la costa —a veces hasta 48 kilómetros (30 millas)— para encontrar los moluscos que los bahameños comen fritos, guisados, ahumados y crudos y que son un pilar de la economía y la industria del turismo de la isla.

Científicos, conservacionistas internacionales y funcionarios del gobierno han hecho sonar la alarma de que la población de caracol rosado (Lobatus gigas) se desvanece debido a la sobrepesca, y un alimento central para la dieta y la identidad de los bahameños podría ya no ser comercialmente viable en apenas seis años.

“Cuando era niña, nunca tuvimos que ir tan lejos para conseguir el caracol”, dijo Davis, quien conversó en un mercado de Freeport donde vendió su pesca. “Sin caracol rosado, ¿qué se supone que hagamos?”.

La posible desaparición del caracol reina refleja la amenaza que representa la sobrepesca en todo el mundo para la comida tradicional. Tales pérdidas se encuentran entre los ejemplos más claros de cómo la sobrepesca ha transformado la vida de las personas —cómo trabajan, qué comen y cómo se definen a sí mismos.

Los desafíos de la sobrepesca que enfrentan los bahameños se reflejan en lugares tan distintos como Senegal, donde la sobrepesca se ha llevado la cherna de ley o mero blanco (Epinephelus aeneus) —por mucho tiempo la base del thieboudienne, el plato nacional— y Filipinas, donde han agotado los peces pequeños como las sardinas que se utilizan en el kinilaw, un plato crudo similar al ceviche.

Ya no es una amenaza teórica: La sobrepesca ha arrasado con especies que alguna vez fueron abundantes y ha quitado de la mesa platos culturalmente importantes para siempre. Y es un problema que empeora: La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ha declarado que más de un tercio de las poblaciones de peces del mundo están sobreexplotadas y la tasa de pesca insostenible está en aumento.

Organizaciones gubernamentales y grupos de defensa trabajan para frenar la pesca ilegal, la no declarada y la no reglamentada que ha acelerado la pérdida de especies. Culpan a la pesca furtiva, las malas regulaciones y la falta de aplicación de las leyes existentes. Reguladores como el Departamento de Comercio es Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) han subrayado que reducir la pesca ilegal es fundamental para evitar la pérdida de adoradas opciones de alimentos.

La merma de dichos alimentos pone en peligro la disponibilidad de proteínas y hierro en la dieta de las personas en países pobres y altera el curso de la cultura en las naciones ricas y pobres, dijo Richard Wilk, profesor emérito del Departamento de Antropología de la Universidad de Indiana, quien ha estudiado las culturas alimentarias. Las naciones que no logren controlar la sobrepesca corren el riesgo de repetir los errores de países como Japón, donde la pesca del arenque colapsó a mediados del siglo XX, costó empleos, redujo el acceso al alimento tradicional de las bodas y dejó al país dependiente de suministros extranjeros, explicó.

Pero el daño es mayor en los países en desarrollo y las comunidades más pobres.

“La forma en que los cambios ambientales y la sobrepesca afectan a las personas y la cocina es diferente para los pescadores de subsistencia, quienes pueden terminar pasando hambre, o los comerciantes locales, como las mujeres que ahúman pescado en las playas de África Occidental”, agregó Wilk.

___ Este despacho recibió el apoyo de fondos de la Walton Family Foundation. La AP es la única responsable de todo el contenido.

___ Pocos países son tan sinónimos de un marisco como las Bahamas con el caracol rosado. Esta especie alimenticia clave es un caracol marino que alcanza hasta 30 centímetros (un pie) de largo y puede vivir 30 años. Su concha es cónica con varias espinas que sobresalen, y todas las partes, excepto la concha, son comestibles, con un sabor que a veces es comparado tanto con el de las almejas como el del salmón.

El marisco ocupa un lugar prominente en la parte superior del escudo de armas nacional y es ampliamente reconocido como el plato nacional. Las conchas del caracola rosado y los símbolos de este molusco están por todas partes: Una estatua gigante de un caracol reina recibe a los turistas en el Aeropuerto Internacional Lynden Pindling en la ciudad capital de Nassau. Platos, cucharas y obras de arte hechas con concha de caracol rosado se venden en los mercados callejeros. Banderas, camisetas y sombreros con imágenes del molusco se venden rápidamente a los visitantes. La concha del caracol reina sirve como pisapapeles, cuenco, instrumento musical y adorno navideño.

Si bien el caracola rosado puede ser costoso en Estados Unidos y en otros lugares, es tan omnipresente en las Bahamas que no es difícil encontrar una comida abundante de este caracol por menos de 10 dólares. Eso es menos que el precio de muchas carnes en la isla, y el caracola reina también está a la venta en la mayoría de las tiendas de productos para comer en casa. En las zonas rurales de las Bahamas, casi dos quintas partes de la población come este molusco semanalmente, según un estudio de 2021.

El país de alrededor de 400.000 habitantes es el hogar de 9.000 pescadores de caracol rosado —el 2% de la población— y el número parece mantenerse estable a pesar de que la cantidad de caracol rosado disminuye, según un estudio publicado en la revista científica Fisheries Management and Ecology. La carne del caracol reina en sí tiene un valor de millones de dólares al año en los muelles y es también una impulsora clave del turismo a las islas, además de ser un importante artículo de exportación a Estados Unidos y muchos otros países donde es considerado un manjar.

Los buzos generalmente recolectan este caracol a mano —preferiblemente en aguas cercanas a la costa— desde un bote pequeño y sin un equipo más sofisticado que una máscara, un esnórquel y aletas. A veces, si trabajan en aguas relativamente profundas de 6 a 10 metros (20 a 30 pies), pueden llevar a casa hasta 1.000 de estos moluscos en un solo viaje. Muchos pescan otras especies, como el pargo, pero se identifican primero como pescadores de caracol reina. Y para muchos, la pesca es tanto una tradición familiar como un boleto a una vida de clase media en la cadena de islas donde el costo de vida es un poco más alto que en Estados Unidos.

El caracol rosado a menudo se abre con un martillo en la playa poco después de ser capturado, la carne se retira rápidamente y la concha se desecha. Es típico ver conchas desechadas en pilas de hasta 2.5 metros (8 pies de altura) en la costa, y algunas comunidades tienen vertederos especiales donde montañas de conchas vacías alcanzan el cielo. Algunas de las pilas de conchas de la costa son lo suficientemente sólidas como para usarse como embarcaderos o muelles para botes.

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Sherica Smith, de 44 años, es propietaria de Shabo’s, un popular puesto de caracol reina en la isla Gran Bahama. Ella también recuerda una época en que “podías caminar hacia allá y conseguir caracola rosado”. Hizo un gesto hacia el océano detrás de su puesto, donde quienes pescan este caracol ahora deben dirigirse al mar en botes y bucear en busca del marisco.

Según numerosas autoridades gubernamentales y agencias de conservación, el caracol reina o caracol rosado ha disminuido drásticamente en algunas de las zonas de pesca del país. Un estudio de 2011 en Exuma Cays, un área de pesca crítica, encontró que la densidad de caracol reina adulto había disminuido en casi un 91% en la plataforma de las islas a lo largo de un período de 20 años, según documentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA). El agotamiento del caracol rosado se produjo después de años de intensa pesca en toda la nación —los pescadores que cosecharon alrededor de 771.100 kilogramos (1,7 millones de libras) de caracol reina en la década de 1970 aumentaron hasta más de 6.350.600 kilogramos (14 millones de libras) en 2006, según los documentos. La pérdida de este caracol se intensificó en varias zonas de pesca del país a partir de la década de 1990.

Incluso Exuma Cays Land and Sea Park, establecida en la década de 1950 como la primera área marina protegida en las Bahamas, no es inmune a la pérdida de caracol reina porque la presión de la pesca realizada fuera limita la cantidad de este caracol joven que entra al área protegida, de acuerdo con la ONUAA.

Un informe de 2022 de la NOAA señaló que el caracol rosado “muestra una tendencia negativa a lo largo del tiempo y la disminución se puede atribuir en gran medida a la sobrepesca”.

La sobrepesca de caracol reina es tan grave que una estimación muestra que podría desaparecer comercialmente en menos de media generación, dijo Lester Gittens, funcionario sénior del Departamento de Recursos Marinos de las Bahamas. Un informe de 2019 del Acuario Shedd, en Chicago, dijo que la pesca de caracol rosado podría desaparecer en 2029 si no hay una reducción en su captura.

Andrew Kough, biólogo del Acuario Shedd quien ha estudiado al caracol reina en las aguas de las Bahamas, explicó que uno de los desafíos que enfrenta el molusco es la falta de cumplimiento de las leyes existentes que restringen la pesca por parte de embarcaciones extranjeras. Las flotas pesqueras industrializadas de otras naciones han sobreexplotado algunas de las áreas donde crece el caracol rosado, explicó. Muchos pescadores de este caracol de las Bahamas dicen que la pesca ilegal proviene de otras naciones que pescan caracol reina y están sujetas a restricciones más estrictas que los pescadores de las Bahamas, como las naciones vecinas de República Dominicana y Jamaica. Debido a leyes estrictas en sus países de origen o el agotamiento del caracol reina en sus aguas nacionales, los pescadores furtivos recurren a la pesca ilegal en las Bahamas.

La pesca furtiva es especialmente problemática en Placer de los Roques, un hábitat submarino entre Cuba, Florida y las Bahamas, dijo Kough.

Los pescadores furtivos “han operado bajo el supuesto de que no serán atrapados”, añadió Kough. “Hacer cumplir la ley es extremadamente desafiante allí”.

La asociación nacional de las Bahamas con el caracol rosado es también, en gran medida, lo que ha causado su declive, sostuvo Lindy Knowles, oficial científico sénior del Fondo Nacional de las Bahamas, una organización sin fines de lucro que administra parques nacionales. La demanda turística del marisco ha llevado a su agotamiento en muchas áreas del país, de acuerdo con Knowles.

La demanda de caracol reina ha dificultado que se reproduzca lo suficientemente rápido para sostener su población, explicó Knowles.

El problema de la sobrepesca se ve empeorado por el calentamiento del clima, que ha traído consigo un clima impredecible que interrumpe y daña las áreas de pesca y los hábitats del caracol rosado. Este molusco se reúne en grandes grupos para alimentarse y reproducirse en lechos de pastos marinos, algunos de los cuales han sido severamente dañados por tormentas como el huracán María en 2017. Los grupos en esas áreas se han reducido, afirman los científicos.

La creciente acidificación del océano cada vez más caliente es también una amenaza para el caracol porque puede causar que sus caparazones se deterioren. El problema está relacionado con el cambio climático y es una preocupación creciente respecto a muchos tipos de mariscos.

Y el calentamiento de los océanos también ha interferido con los patrones de migración del caracol reina. El molusco se mueve, lentamente, con un solo pie hacia aguas más profundas en invierno y regresa a aguas menos profundas en verano para desovar. Sin embargo, “el aumento de la temperatura del agua debido al cambio climático probablemente altere el momento y la duración de la temporada reproductiva del caracola rosado”, según un estudio de 2022 en la publicación científica PLOS One.

Los ambientalistas y los lugareños en las Bahamas también han dicho que el empeoramiento de las tormentas puede causar la muerte masiva de caracol reina y ha provocado que sea arrastrado a los bancos de arena.

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En las Bahamas, los conservacionistas quieren aprender de los errores de Estados Unidos, que enseñó la dura lección de que una vez que desaparece el caracol rosado, es muy difícil recuperarlo.

Hace casi 60 años, la alguna vez vibrante pesquería de caracol reina de Florida fue víctima de la sobrepesca. Este caracol era abundante en los Cayos de Florida, y Cayo Hueso aún lleva el apodo de “Conch Republic” (“República del Caracol Reina”).

La recolección de caracol rosado data de mucho antes del asentamiento europeo en Florida, pues los grupos indígenas ya pescaban los mariscos hace milenios. Su pesca creció hasta convertirse en una empresa comercial y llegó al punto de la insostenibilidad a mediados del siglo XX.

La pesca comercial de caracol reina, que se aceleró después de la Segunda Guerra Mundial, fue prohibida en Florida en 1975, y hasta la captura recreativa de caracol rosado fue detenida una década después. El estado comenzó a intentar rehabilitar la población de este caracol con un programa de investigación a mediados de la década de 1980, pero permanece fuera del alcance de todos los recolectores.

La pérdida del caracol reina de Florida es un factor que ha llevado a Estados Unidos a convertirse en el mayor importador mundial de carne de este caracol, y eso a su vez ha ejercido presión sobre los pescadores de las Bahamas para capturar más.

Desde la prohibición en Florida, la pesca de las Bahamas aumentó de aproximadamente 1.800.000 kilogramos (4 millones de libras) a mediados de la década de 1970 a más de 3.600.000 kilogramos (8 millones de libras) a mediados de la década de 2010.

Los científicos todavía tienen la esperanza de que algún día se recupere la población de caracol reina de Florida, pero sigue en mal estado, según informes publicados por el National Marine Fisheries Service.

Una razón por la cual el caracol rosado ha sido difícil de recuperar en Florida es el ciclo de vida del molusco. El caracol reina tarda de tres a cuatro años en alcanzar la edad reproductiva y es muy sensible a la calidad del agua, así que a veces no logra reproducirse si las condiciones no son las ideales.

El caracol reina también tiende a depender de una población local fuerte en un hábitat determinado, explicó Kough. Otras poblaciones de especies marinas perdidas se pueden reemplazar a veces con una nueva población que se traslada desde otro lugar, pero esto ha resultado más complicado para el caracol rosado de Florida.

“Una vez que desaparece, tiende a permanecer desaparecido”, afirmó Kough.

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En las Bahamas, el gobierno ha explorado nuevas medidas de conservación —como reglas más estrictas sobre el tamaño mínimo de captura— para reducir la presión pesquera y permitir que el caracol reina se reproduzca.

El gobierno también ha buscado una aplicación más agresiva de las leyes existentes. Y el Bahamas National Trust trabaja para equipar a los pescadores con herramientas que les ayuden a medir físicamente al caracol a fin de asegurarse de que sea lo suficientemente grande para recolectarlo.

Estados Unidos considera incluir al caracol rosado en la lista de la Ley de Especies en Peligro de Extinción, lo que podría detener las importaciones al país, el mayor importador del mundo.

Reducir la pesca a la mitad en los siguientes tres años, como promete hacer una propuesta nueva, es una manera de evitar potencialmente la pérdida de caracol reina, indicó Knowles.

Con frecuencia, esfuerzos previos para regular más estrictamente la pesca de caracol reina no fueron lo suficientemente agresivos, añadió Knowles.

Una nueva regla puesta sobre la mesa es un cambio en la forma en que se mide el labio externo de la concha del caracol rosado. Las reglas actuales dicen que este caracol debe tener un labio bien formado y ensanchado para ser considerada adulto. No obstante, eso no significa necesariamente que el caracol sea maduro y una ley más efectiva proporcionaría una guía más específica sobre qué tan grueso debe ser el labio, explicaron los conservacionistas.

Otra posibilidad que ofrecen los conservacionistas es reducir la cantidad de caracol reina que se exporta, ya que la demanda internacional es un gran impulsor de la presión pesquera. Y otra propuesta más llama a una temporada de veda de captura de caracol rosado, pero muchos pescadores locales se oponen firmemente a esa idea.

Kough, del Acuario Shedd, ha dirigido el trabajo de campo en las Bahamas para tratar de ayudar a elaborar nuevas estrategias de gestión para el caracol reina. La acuicultura se ha intentado a lo largo de los años para tratar de reducir la necesidad de recolectar caracol rosado silvestre, pero nunca ha funcionado, dijo.

Eso significa que proteger las áreas del océano donde crecen el caracol reina antes de su edad adulta es especialmente importante, explicó Kough.

“Va a depender en gran medida del manejo adecuado de las poblaciones silvestres”, agregó.

La pérdida potencial del caracol rosado sería un golpe particularmente devastador para las zonas rurales del país que dependen de él para obtener proteínas, dijo Jewel Beneby, oficial científica del Bahamas National Trust.

“Es una fuente de proteínas en la dieta bahameña”, explicó Beneby. “La gente come caracol reina todo el tiempo, les encanta, es un manjar, es parte de nuestra cultura. Pero es una fuente de proteína también”.

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Muchos pescadores de caracol reina, como Davis, reconocen que hay menos de este caracol que antes. Pero a la vez hay mucha oposición a la posibilidad de nuevas restricciones a su pesca. Incluso la posibilidad de una temporada de veda genera ira.

“No quiero ver que pongan una temporada en el caracol rosado o lo prohíban”, enfatizó Davis. “El gobierno está poniendo más énfasis en atacarnos. Pero no hay tanto enfoque en los pescadores furtivos”.

Smith, la propietaria del puesto de caracol reina y también pescadora de este molusco, dijo que cree que la preocupación por la desaparición de este caracol es exagerada. Como muchos miembros de la pesquería y muchos residentes de la Bahamas, cree que los pescadores sólo tendrán que esforzarse más para satisfacer la demanda.

“El caracol rosado va a estar aquí para siempre. Imagine cuán lejos están las profundidades del mar”, declaró Smith. “El caracol siempre regresa”.

Otros en las Bahamas, como el padre de Davis, Leroy Glinton, de 67 años, han tratado de encontrar nuevas maneras de ganar dinero con el caracol reina. Glinton, un pescador de este molusco desde hace mucho tiempo, ha creado un estudio para hacer arte con la concha del caracol en su patio trasero, a solo unos pasos de donde su hija se dirige al mar para recolectar estos moluscos. Está en McLean’s Town, Gran Bahama, no lejos de las ruinas de una antigua iglesia hecha con conchas trituradas que sucumbieron al tiempo y las tormentas.

La esperanza de Glinton es que alentar un mayor uso de la concha del molusco ayude a reducir la presión pesquera. Si los pescadores pueden obtener más dinero de cada caracol rosado individual mediante la venta o el uso de las conchas, es posible que no necesiten recolectar tantas para ganarse la vida, dijo.

Sabe que podría ser difícil convencer a otros de que recolecten menos caracol reina, pero también cree que es posible que no tengan otra opción.

“Todos los bahameños deben darse cuenta, que no les importe el dinero fácil. Porque cuando se acaba el material, también se acaba el dinero”, agregó Glinton.

Los conservacionistas como Knowles dicen que es importante que el gobierno bahameño tenga éxito en sus esfuerzos por reducir la sobrepesca del marisco.

“No hay Bahamas sin caracol rosado”, enfatizó Knowles.

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