Johnny Depp y Amber Heard nos recuerdan la enajenación en torno a los juicios de celebridades
Alguien llevaba un cartel que decía “Justicia para Johnny”; otra persona llevó un ramo
La fama tiene formas de hacerse presente, incluso en el entorno serio de una corte estadounidense. Si eres Johnny Depp, las mujeres aparecerán en tus audiencias. Llegarán temprano en la mañana con carteles y regalos. Esperarán la oportunidad de verte, con la esperanza de poner flores frescas en tus manos. Si tal oportunidad no se presenta el primer día, volverán a intentarlo el segundo día. Y el tercer día. Y muchos días después de eso.
El juzgado del condado de Fairfax en los suburbios de Virginia, donde estuve toda la semana pasada, no ha sido una excepción a esta dinámica. A medida que continúa la disputa por difamación entre Johnny Depp y su exesposa Amber Heard, los fanáticos siguen apareciendo. Depp demandó a Heard en marzo de 2019 por un artículo de opinión que escribió en 2018 para The Washington Post, titulado: “I spoke up against sexual violence — and faced our culture’s wrath. That has to change” (Hablé en contra de la violencia sexual y enfrenté la ira de nuestra cultura. Eso tiene que cambiar). Depp alegó que el artículo, en el que Heard se describe a sí misma como “una figura pública que representa el abuso doméstico”, difama a su personaje y pidió US$50 millones en daños. Heard, a su vez, contrademandó a su exesposo, acusándolo de orquestar una “campaña difamatoria” en su contra y describió la demanda de él como una continuación del “abuso y acoso”. Ella pidió US$100 millones en daños e inmunidad contra las reclamaciones de Depp.
El juicio inició el lunes 11 de abril con la selección del jurado. Los seguidores de Depp llegaron muy temprano, compitiendo con miembros de la prensa para adquirir una de las 100 pulseras de papel que garantizan el acceso a los procedimientos. (El color de las pulseras cambia todos los días, y la pulsera debe usarse, intacta, alrededor de la muñeca, supuestamente para evitar la proliferación de un mercado negro de pulseras). Alguien llevaba un cartel que decía “Justice for Johnny” (Justicia para Johnny). Otra persona llevó un ramo de flores rosas, rojas y amarillas. También había algunos seguidores de Heard que llevaban una pancarta con las palabras “Save a life” (Salva una vida) y “Amber Heard” entre otros mensajes.
La jueza Penney Azcarate, quien está a cargo del juicio, tomó algunas medidas para evitar que se convierta en un completo circo mediático. A Depp y Heard se les dijo que no posaran para fotografías ni firmaran autógrafos. Usaron una entrada separada para que los fanáticos y los espectadores no pudieran hacer fila dentro de la sala de la corte para esperar su llegada.
A pesar de estas precauciones, era imposible borrar por completo el hecho de la fama de las partes. Esto fue evidente desde los primeros momentos de la selección del jurado: la idea es que los demandantes en los EE.UU. sean juzgados por un jurado conformado por sus pares, pero ¿qué tan útil es ese concepto cuando las partes en cuestión son celebridades de Hollywood que se demandan entre sí por más dinero que tendrá la mayoría de la gente en su vida? Una miembro potencial del jurado señaló que las cantidades en juego están completamente desconectadas de cualquier nivel de riqueza con el que ella pudiera relacionarse personalmente. Era un punto válido para plantear, pero tuvo que ignorarse en su mayor parte, ya que no hay una solución real para abordarlo. (Convocar a un jurado compuesto solo por superestrellas probablemente resolvería ese problema, pero crearía un millón más).
También estaba el problema de tener que encontrar personas lo suficientemente neutrales como para expresar su opinión sobre el caso de manera imparcial. A los posibles miembros del jurado se les preguntó cuántas de las películas de Depp habían visto, o si tenían alguna opinión positiva o negativa de él (una serie de preguntas potencialmente incómodas para cualquiera que esté sentado a unos metros de distancia del verdadero Johnny Depp). Varios reconocieron que habían leído sobre el caso antes de darse cuenta de que serían parte del grupo potencial del jurado, o que habían tenido pláticas al respecto con sus seres queridos. Se le pidió a un hombre que leyera un intercambio de texto entre él y su esposa en el que ella compartió una opinión fuertemente redactada con respecto a una de las partes.
Había algo fascinante en esta excavación de la cultura de las celebridades: las personas fueron puestas en condiciones de admitir que habían estado hablando sobre celebridades, a veces con términos poco amables, mientras compartían habitación con esas mismas celebridades. ¡Las celebridades son como nosotros! Pero en realidad no lo son. Y sin embargo, siguen siendo personas. Las cortes tienen una manera de resaltar la humanidad de las celebridades y al mismo tiempo resaltar muchas de las formas en que sus vidas difieren de las nuestras: los abogados de alto poder, los buenos trajes, el grupo de fieles seguidores que dedicarán una parte significativa de su tiempo a simplemente estar allí como una muestra de apoyo.
Quizás no haya mejor resumen de la cultura de las celebridades en 2022 que la imagen de una mujer joven sosteniendo flores para un hombre que otra mujer acusó de violencia. Es una imagen complicada, y me ha acompañado desde los primeros momentos del juicio. Seguiré pensando durante mucho tiempo en esas flores, y las pancartas, y la lealtad férrea de los fanáticos que se levantan con el sol para animar a su ídolo caído.